No hay un director técnico mas influyente en la historia del cuadro rojo de Cali, como lo fue Gabriel Ochoa Uribe, un antioqueño de nacimiento pero un valluno mas por adopción, al volverse ídolo de la institución americana por su amplio recorrido que tuvo como estratega de los diablos rojos.

El romance con el cuadro americano como adiestrador comenzó en 1979, después que el dirigente escarlata, Jose ‘Pepino’ Sangiovanny lo convenciera en su consultorio en Bogotá, de volver a la dirección técnica después de haberse retirado de esta en el conjunto embajador. La clave del directivo rojo fue moverle las fibras, ya que el médico fue mascota del América en el amateurismo y alcanzó a atajar en la divisa roja en los primeros años de profesionalismo, hasta que partió a Millonarios, y fue en la capital colombiana que inició sus estudios en Medicina.

Sangiovanny se había postulado a la presidencia del América en aquel tiempo, con la promesa de que traería a Ochoa, un técnico ganador que ya sabía lo que era quedar campeón en el fútbol colombiano, varias veces con Millonarios y una con Independiente Santa Fe.

Una vez al frente el banquillo americano, contó con grandes refuerzos como los paraguayos Juan Manuel Battaglia y Gerardo Gonzáles Aquino, así como el argentino Carlos Alfredo Gay y la vuelta a las canchas de Alfonso Cañón.

Y fue en la noche de miércoles 19 de diciembre de 1979 que se hacía realidad la primera estrella del cuadro rojo, al derrotar 2-0 a Unión Magdalena y culminar puntero en el cuadrangular final con 8 puntos, producto de tres triunfos, dos igualdades y solo una derrota. No obstante, valga aclarar que en dicha época daban de a 2 puntos por partido ganado. Sus otros dos rivales en el grupo fueron Junior y Santa Fe, este último siendo el subcampeón de dicho año.

Para 1980 sería el primer gran año del América en el máximo certamen continental, al ser semifinalista de Libertadores, donde disputo un triangular con Vélez Sarsfield e Internacional de Brasil, empatando los cuatro partidos por marcador de 0-0.

Entrada la década de los 80s se vendría la mayor gesta en el fútbol profesional colombiano y sería el afamado y hasta ahora insuperable pentacampeonato, en donde su mayor característica para conseguir dichos títulos fue superar a un rival en común y fue al Deportivo Cali, seguido de Millonarios y Nacional, los más enconados rivales del América. La segunda estrella americana llegó con un 0-1 ante Millonarios en Bogotá y tres días después la celebración fue en el Pascual ante el Cali, superando 3-1 a la institución verdiblanca. En 1983 el partido final fue un 0-0 ante Junior en el Pascual. En 1984 fue una victoria 1-0 ante Nacional con gol de Luis Eduardo Reyes.

En 1985 fue quizás el campeonato mas difícil de todos los que conquistó Ochoa con América y tal vez de toda su carrera, al ganar los últimos seis partidos del octogonal final de manera consecutiva, superando 0-1 al Cali en la penúltima fecha, con soberbia anotación de Ricardo Gareca a falta de siete minutos y pasándolo de esa manera en puntos, para depender de si mismo y ver la quinta estrella con un 1-0 a favor con Atlético Junior.

En 1986 y para culminar el pentacampeonato, el partido final la vida quiso que fuera un clásico vallecaucano en el que nuevamente los diablos rojos se impondrían, esta vez por marcador de 3-1 con anotaciones de Cabañas, Gareca e Ischia, todos extranjeros.

Los gestos anteriormente mencionados, no fueron impedimento para que en dichos años América hiciera grandes campañas en Libertadores, al volver haber sido semifinalista en la copa de 1983, donde derrotaron en el Pascual 1-0 a Gremio de Portoalegre, quién sería el campeón de dicha edición continental. En 1985 sería la primera final continental tanto para los escarlatas como para Ochoa, final que se les fue por tanda de penales ante Argentinos Juniors. En 1986 River Plate le gana bien al América con un global de 3-1 y en 1987 fue quizás la mas increíble, los diablos ganaron en Cali 2-0 ante Peñarol, pero perdieron en Uruguay 2-1, lo que los obligó a que jugarán un tercer partido, esa vez en Santiago de Chile que terminaría en derrota agónica por 1-0.

Para 1988 América volvería a ser semifinalista de copa, siendo superado por Nacional de Montevideo, pero faltaría la última estrella al mando del médico Gabriel Ochoa y sería la de 1990, en donde los rojos la lograrían después de un 1-1 ante Santa Fe en el Campín, posterior a victorias importantes ante Nacional y Deportivo Cali.

En 1991 sería el último año del doctor Ochoa al mando del banquillo americano, dejando al equipo subcampeón en el Atanasio Girardot de Medellín ante Nacional y clasificado por ende a la Libertadores del año entrante, que sin el médico Ochoa igual América llegaría nuevamente a semifinales.

Siete títulos nacionales, tres finales continentales y un sinfín de números positivos en clásicos ante el rival de patio y demás contrincantes, fue el legado que por siempre dejará para la memoria del hincha y de los amantes del deporte nacional, el médico Gabriel Ochoa con América de Cali, siendo el DT más ganador del FPC.