Viajen al futuro y congelen el tiempo. Es martes 16 de agosto. Son las 22:45 de la noche en Río de Janeiro, casi las 4 de la madrugada en España. En la recta del Olímpico se disputa la final de los 110 metros vallas. Los ocho atletas vuelan hacia la sexta valla, pero hay unas piernas ligeramente destacadas sobre el resto. Son las de Orlando Ortega (Artemisa, Cuba, 1991). Apuesten rápido por él. Quedarán apenas cinco segundos para que sea campeón olímpico. Lo habrá hecho, además, sin tocar ninguna de las diez vallas que ha encontrado por el camino, volando sobre ellas, y aprovechando su demoledora parte final. Se lo contó en junio a Vavel: “Se me da mucho mejor la segunda parte de la carrera, de la quinta valla hasta el final”.

Si todo eso ocurre, Ortega logrará su primera medalla como español en su primera competición como español en su segunda final olímpica. Ya cuenta con la experiencia de Londres. Entonces, con solo 21 años, terminó 6º representando a Cuba. Después comenzaron los problemas con su Federación, desacuerdos que le arruinaron el 2013. Aprovechó el Mundial de Moscú para no volver más a la isla. Se quedó en España. El 11 de agosto se cumplirán los tres años exactos necesarios para poder representar a otro país en una gran cita. Justo a tiempo de la gloria. 36 meses esperando el gran día, obligado a alejar su talento de las medallas, como el año pasado, cuando fue el hombre más rápido del mundo (12,94 segundos) y tuvo que ver por la televisión como otros se repartían las medallas de Pekín.

Ese revés no hundió a Ortega, un tipo educado, afable y prudente de 1,85m capaz de repetir cada minuto lo tranquilo que está. Aparentemente, ni siquiera la incertidumbre de su participación (las normas de la IAAF señalan que tienen que pasar tres años desde que obtiene la nacionalidad para competir, y eso no ocurrirá hasta noviembre, frente a la Carta Olímpica, que le favorece) le ha inquietado. El español de origen cubano ha seguido con una preparación impecable guiado por su padre, también Orlando, en el CAR de Madrid. Aún no ha podido con la barrera de los 13 segundos, pero ha estado cinco veces por debajo de los 13,20s (en Doha, Rabat, Madrid, Gijón y Mónaco) y en 13,22s en Roma. Es el líder de la Diamond League y ni su descalificación por salida nula en Shanghai le puso nervioso.

Ortega repite constantemente lo tranquilo que está. Ni la incertidumbre de su participación lo ha inquietado

La calma de Ortega no le hace un hombre de acero. En Mónaco explotó en gritos el pasado 15 de julio tras la carrera más perfecta del año. Batió de nuevo el récord de España (13,04s) y se colocó como el tercer hombre más rápido en las vallas altas en 2016. Derrotó además al primero, el jamaicano Omar McLeod, el único más regular este año: bajó de 13 segundos (12,98s) en mayo y siempre ha bajado de 13,10s. El caribeño de 22 años, estudiante de la Universidad de Arkansas es una bala entre vallas (ha bajado de 10s en los 100m este mismo año) pero bastante más tosco sobre ellas. En Mónaco, mientras Ortega volaba, tiró cuatro y terminó en el suelo tras tropezar en la última. Cinco días después compitió en Hungría y le volvió a suceder lo mismo. Dos reveses mientras Ortega no falla (13,09s en Gijón el 24 de julio).

En el sueño de Orlando se interpone también otro pipiolo de 22 años, Devon Allen, el blanco de Oregón capaz de derrotar a todos los negros en la final de los Trials en su casa el pasado 9 de julio. Corrió solo una centésima más rápido que el español en Mónaco (13,03s). Como McLeod, Allen todavía destaca más entre los obstáculos que sobre ellas. Su velocidad viene del fútbol americano. Juega en los Oregon Ducks, a los que espera regresar tras los JJOO.

Dos chicos de 22 años se presentan como los grandes rivales: el jamaicano McLeod y el estadounidense blanco Allen

A Ortega también le pueden inquietar el jamaicano Hansle Parchment (13,10s), los franceses Dimitri Bascou (13,12s) y Pascal Martinot-Lagarde (13,17s) o el estadounidense Ronnie Ash (13,18s), segundo en los Trials tras Allen. Allí fracasaron, sin embargo, David Oliver y Aries Merrit, por lo que las vallas altas no tendrán en Río ni a su actual campeón olímpico ni a los dos campeones mundiales del ciclo (tampoco estará el ruso Sergey Shubenkov, primero en Pekín, por la suspensión del atletismo ruso). Pero Ortega no se confía. Repite una y otra vez que su objetivo es estar en la final olímpica, que antes hay que pasar la primera ronda (madrugada de lunes 15 a martes 16, 01:40) y las semifinales, dos horas antes de la final (01:40). Si está allí, sabe que el oro está a su alcance. Entonces mirará al cielo y se lo dedicará a Cristina Hechavarria, su abuela fallecida cuando era un niño, la atleta que le inspiró para llegar a lo más alto, aunque para ello haya tenido que enfundarse la rojigualda.