Los Charlotte Bobcats están erigiéndose como una de las revelaciones de la temporada. Las primeras predicciones les situaban entre los peores conjuntos de la Conferencia Este junto a los Orlando Magic y los Philadelphia 76’Ers. No obstante, el nefasto arranque de curso por parte de franquicias construidas para pelear por las mejores posiciones del Este, como es el caso de New York Knicks, Brooklyn Nets o Chicago Bulls, ha permitido al equipo dirigido desde los despachos por Michael Jordan colarse en puestos de playoffs.

En este momento ocupan la quinta plaza de Conferencia, aunque por récord debería situarse cuartos, posición que Boston Celtics les arrebata gracias a su liderazgo en la decepcionante división pacífico (con Knicks y Nets a la cabeza). Sin embargo, los aficionados de los Bobcats pueden darse por satisfechos ante lo que están viendo esta temporada, después de dos largos años de penurias reflejadas en 120 derrotas y el peor récord de la historia de la NBA: 7 partidos ganados y 59 perdidos en 2012, el año del lockout. Pero, ¿a qué se debe semejante cambio de rumbo?

El principal artífice del éxito de Charlotte es su nuevo entrenador Steve Clifford. Jordan, una vez acabada la regular season en abril, decidió destituir a Mike Dunlap y otorgar las riendas del equipo a un entrenador con amplia experiencia como asistente en equipos como Knicks, Rockets y Magic junto a Jeff Van Gundy y en Los Ángeles Lakers la pasada temporada, donde llegó gracias a su amistad con el ex center laker Dwight Howard. Junto con Clifford, Jordan firmó como agente libre a un pívot de calidad contrastada y de experiencia en la NBA, Al Jefferson. El ex jugador de los Jazz abandonó Utah para convertirse en la referencia de los Bobcats, necesitados de calidad en la pintura y de liderazgo en la pista. Al Jefferson firmó un contrato de 40,5 millones de dólares y tres años, lo cual supuso una decisión controvertida para los expertos en NBA, que acusaban a Jefferson de anteponer el aspecto económico al deportivo. Sea como fuere, y pese a empezar la temporada lesionado, Al Jefferson es la referencia en el juego interior de los Bobcats, liderando a su equipo en rebotes con 9,2 capturas por encuentro, así como en puntos, ya que con 15 tantos por partido es el segundo máximo anotador de su conjunto tras Kemba Walker.

Jordan fichó a Jefferson no sólo para aportar desde su llegada e intentar incrementar el balance de victorias de la franquicia, sino también para ayudar al crecimiento de los jóvenes valores del equipo, como Bismark Biyombo y Cody Zeller. El pívot de la universidad de Indiana, hermano del también center de los Cleveland Cavaliers Tyler Zeller, fue otra de las polémicas elecciones del draft de Michael Jordan, su mayor crítica desde que asumió el cargo de general manager. Zeller fue elegido en cuarta posición por delante de otros jugadores supuestamente de mayor progresión como Ben McLemore, Michael Carter-Williams y Nerlens Noel, pero el joven pívot está cumpliendo en los pocos minutos que disputa con 5,3 puntos y 4,2 rebotes. Todavía es pronto para juzgar al ex de la Universidad de Indiana, demasiado endeble físicamente pero con grandes condiciones baloncestísticas. El tiempo dirá si fue uno más de los errores de Michael Jordan en el sorteo universitario.

La defensa, la cara

La principal aportación de Clifford en el banquillo de los Bobcats ha sido dotar de consistencia defensiva a su equipo. Charlotte es actualmente el cuarto mejor equipo defensivo de la NBA, por detrás de Indiana, San Antonio y Chicago, franquicias ganadoras construidas para estar en la lucha por el título. Los de Carolina del Norte conceden solo 97,7 puntos por cada 100 posesiones, lo que le ha valido para situarse entre los mejores conjuntos defensivos.

Los Bobcats apenas permiten 92,4 puntos por encuentro a su rival, figurando en esta faceta segundos de toda la liga después de los Indiana Pacers, líderes de la Conferencia Este. Asimismo, solo conceden 34 de 79 canastas intentadas por su oponente, lo cual revela la buena labor e intensidad defensivas del equipo, que apenas permite anotar canastas fáciles al rival o que les fuerza a cometer excesivas pérdidas con su asfixiante presión. Los Bobcats son el segundo conjunto tras los Pacers en tiros encajados, llevando a su oponente a un 42,7% en tiros de campo. Aunque sus concesiones desde la línea exterior, donde figuran en mitad de la tabla con 36,5% de acierto en triples del rival (decimonovenos en esta faceta en la liga) puede ser uno de los puntos débiles que han desembocado en 12 derrotas para la Bobcats. No obstante, los lanzamientos encajados desde más allá de los siete metros no es el principal punto débil del equipo, sino el ataque.

El ataque, la cruz

Los Bobcats se sitúan entre los mejores equipos defensivos de la Liga, pero su excelente sacrificio defensivo no se traduce en victorias como les ocurre al resto de franquicias potentes defensivamente hablando. El principal hándicap es el ataque, que le ha impedido sumar más victorias en su casillero. Los Bobcats son uno de los equipos con menos ritmo de la NBA, como se deduce de las escasas 94 posesiones por encuentro, a pesar de contar con uno de los bases más frenéticos de la liga como Kemba Walker. Charlotte es el segundo peor equipo –tras Milwaukee Bucks– en anotación con 90.5 puntos por partido. Una consecuencia de esto pueden ser las pocas asistencias que registran por partido (antepenúltimos de la liga con solo 18.7 asistencias). El base titular del equipo, Kemba Walker, apenas asiste 4.5 veces en cada encuentro, cifra demasiado pobre para un “playmaker” titular de la NBA.

Kemba es más un base anotador, de constantes penetraciones, más volcado a un juego individual que en nutrir de balones a sus compañeros. Así, Walker es el máximo anotador del equipo con 17 puntos por partido, es decir, ningún jugador de los Bobcats promedia 20 o más puntos por partido. Los siguientes en anotación son Al Jefferson y Gerald Henderson con 15 puntos cada uno, seguidos de Ramon Sessions, que desde el banquillo aporta los nada desdeñables 10,8 puntos. Los Bobcats no cuentan en su plantilla con ningún especialista en tiro exterior, pues su backcourt está compuesto por jugadores de cualidades semejantes, más cómodos anotando cerca del aro ya sea penetrando o con lanzamientos de media distancia. En lanzamientos de dos puntos promedian un 80% de acierto (terceros en esta clasificación), mientras que su carencia en tiro exterior les convierte en el tercer peor conjunto de la NBA en esta faceta (después de Grizzlies y Pelicans) con apenas un 19%.

Steve Clifford ha cimentado su equipo en la defensa. Los Bobcats atolondrados, capaces de encajas brutales parciales, han desaparecido. Clifford ha interpretado al pie de la letra el planteamiento de “un buen ataque empieza por una buena defensa” para construir un equipo ganador que pueda afianzarse a corto plazo en playoffs. Una vez mejorado el aspecto defensivo los puntos acabarán llegando, pues el equipo cuenta con gran talento anotador con Kemba Walker, Henderson, Ben Gordon o un Michael Kidd-Gilchrist cada vez más aclimatado a la NBA hasta su inoportuna lesión.

El año que viene los Charlotte Bobcats pasarán a llamarse Charlotte Hornets, en un movimiento ingeniado de Michael Jordan para olvidar las decepcionantes campañas de los Bobcats y rememorar éxitos pasados de una ciudad acostumbrada a mejores resultados. Pero quizá el lavado de cara que pretendía Jordan con el cambio de nombre ya lo haya conseguido con la contratación de Steve Clifford.

Foto1: caller.com