Paul George llega a Oklahoma, tierra de Westbrook, en un traspaso que ha dejado a todos descolocados. A cambio, Oladipo, que no ha llegado a cuajar, y Domantas Sabonis.

La rumorología forma parte de cualquier verano en la NBA. Son muchos los jugadores que salen al mercado, y muchos sus posibles destinos. Paul George es, probablemente, el nombre que ha tomado mayor consistencia las últimas semanas. Como anunció Adrian Wojnarowski( The Vertical) el alero comunicó a los Pacers su intención de irse en 2018, cuando sería Fa(Free Agent). Para la franquicia de Indiana, perder a su máxima estrella sin sacar nada a cambio, conscientes de la necesidad de franquicias como las de los Celtics o, recientemente, los Cavs, era algo que no entraba en sus planes.

El alero se une a un equipo que tras la marcha de Kevin Durant el pasado verano, además del adiós de Ibaka, ha quedado rendido a los pies de un Westbrook que ha acumulado proeza tras proeza y un MVP. Algo increíble, pero insuficiente para llevar a una franquicia, que hasta hace poco era candidata a todo, a competir con los todopoderosos Warriors. La llegada de George abre muchas cuestiones, pero también es un golpe sobre la mesa de Adam Presti. La llegada de George es un aliciente no solo a nivel ofensivo, sino también en el entramado defensivo, al ser un jugador capaz de defender muchas posiciones. La conexión entre Russ y PG será la clave.

¿Qué pasará con el futuro de la franquicia, una vez se termine la temporada? ¿Hará las maletas George hacia Los Angeles? ¿Se entenderán, George y Westbrook? Mientras estas dudas van a acompañar, como mínimo, hasta dentro de unos meses, lo cierto es que los más interesados en Paul George, los Celtics, necesitan ya un jugador que les ilusione. Con este movimiento, el Este se va quedando desierto y cada vez más intocable parece la figura de Lebron James. El oeste, más salvaje que nunca.