Como si de un guion de Spielberg se tratase, el Fundación CB Granada llegó a final de temporada jugándoselo todo en la última jornada, en casa y dependiendo de que otro rival, en este caso el Real Betis. 

Para llegar a esta situación, el conjunto dirigido por Pablo Pin ha recorrido una montaña rusa de emociones, rachas, lesiones y demás infortunios. Comenzaron siendo el equipo revelación del campeonato, con una plantilla competitiva y agradando no solo a su afición, si no al resto de aficiones por su lucha y entrega en cada partido. Pero pronto, con la grave lesión de Cristiano Felicio, el fichaje estrella, sumado a un par de lesiones más de jugadores relevantes en el quinteto inicial, hizo que los rojinegros entrasen en una malísima racha, la cuál hizo que perdiesen todo el colchón que tenían con respecto al descenso.

Michael Caicedo o Ndoye fueron los refuerzos que llegaron en el mercado invernal para intentar revertir la situación, pero poco a poco el conjunto granadino se acercaba más y más al precipicio del descenso, algo que llevó a la directiva a tomar la decisión de firmar a Joe Thomasson a falta de tan solo dos partidos para finalizar la temporada, con el fin de intentar dar un plus extra a la plantilla a la hora de afrontar los encuentros venideros.

Con un pabellón teñido de rojo, el Granada tuvo enfrente un Jouventut de Badalona que no se jugaba nada y, que a poder ser, quería evitar a toda costa al Real Madrid en los Play-Off de la liga. Un partido en el que el conjunto catalán mandó en casi todo momento, pero donde los nazaríes no se salieron del encuentro en ningún momento gracias a un Thomas Bropleh que tenía la mano caliente y a un Michael Caicedo que luchaba cada balón como si fuese el último. A falta de poco más que un minuto, la locura invadió a la afición local, puesto que el rival del Fundación en la lucha por la permanencia perdía en el último momento, por lo que solo quedaba ganar un partido en el que ya tenían una ventaja de 12 puntos.

Finalmente pasó el poco tiempo que quedaba y, con un marcador final de 73-62, el Granada consiguió lo que casi nadie creía que podía pasar, una salvación épica y que abre la posibilidad a un hecho histórico para el deporte granadino, y es que jamás la ciudad de Granada ha tenido, a la vez, equipo de fútbol y baloncesto en la máxima categoría de sus respectivos deportes, por lo que, de ascender el Granada CF el próximo sábado, se acabaría con la "maldición" que cierne sobre el deporte granadino.