Además de para referirse a un trastorno que genera variaciones repentinas y extremas entre dos estados de ánimo, el término bipoliridad refleja a la perfección lo que ha sido el 2015 para el Iberostar Tenerife. Los chicharreros se han movido entre dos versiones a lo largo de todos estos meses, mezclando momentos de fantástico baloncesto con otros  de auténtico despropósito sobre la cancha y cerrando estos 365 días con una sensación bastante agridulce. Sin duda, ha sido un año muy movido que ha traído de todo y para todos.

Dos versiones muy diferenciadas

El año arrancó con el equipo en una pequeña crisis de juego y resultados. Los aurinegros habían cerrado el 2014 de forma poco convincente con dos derrotas, y tras sumar otras tantas ante Valencia y Fuenlabrada quedaron matemáticamente fuera de la Copa del Rey y comenzaron a surgir dudas en torno a las capacidades del equipo. Tanto por resultados como por sensaciones, 2015 empezó de forma muy mejorable.

Una espectacular racha a principios de año acercó al Iberostar a puestos de playoffs

Pese a todo, el Iberostar no tardó en recobrar la senda de la victoria ante UCAM Murcia, y, aunque el juego no fue del todo brillante, sí se vio en algunos momentos la defensa y la velocidad propias de la mejor versión del equipo. El triunfo supuso un punto de inflexión, pues en las siguientes jornadas los chicharreros recuperaron su mejor versión y derrotaron de forma bastante contundente al Sevilla, Zaragoza, Obradoiro y Estudiantes. Solo el Barcelona y el Real Madrid fueron capaces de hacerles hincar la rodilla, e incluso ellos sufrieron hasta los compases finales del partido. El mejor Tenerife había vuelto, y con él volvía la esperanza de luchar por los playoffs.

Sin embargo, cuando parecía que mejor estaba el equipo, otra mala racha de resultados azotó a los de Alejandro Martínez. La visita a Andorra se saldó con una dolorosa y abultada derrota, que fue seguida de otras ante Unicaja y Manresa, esta última en los segundos finales del partido. El juego veloz y alegre del conjunto tinerfeño desapareció durante estas jornadas, y con él lo hicieron las victorias. Una vez más, los altibajos alejaron a los canarios de los ocho primeros puestos.

A las puertas de los Playoffs

“¿A quién derrotará el Tenerife si ni siquiera puede con Andorra y Manresa?” se preguntaban algunos en la isla. Las dudas habían vuelto a sobrevolar el entorno aurinegro, pero a base de triunfos los jugadores canaristas se encargaron de hacerlas desaparecer de nuevo. El mes de abril trajo consigo la mejor versión del Iberostar, que sumó tres victorias de prestigio ante Bilbao, Joventut y Laboral Kutxa, esta última por 35 puntos que supusieron el triunfo más holgado de los aurinegros en la Liga Endesa. El sueño de los playoffs volvía a parecer una realidad.

El Iberostar logró su mayor victoria en ACB al ganar por 35 puntos al Laboral Kutxa

No obstante, una vez más el conjunto de Alejandro Martínez tuvo que conformarse con quedarse a las puertas de la lucha por el título, ya que, aunque fue capaz de ganar el derbi al Herbalife Gran Canaria, no pudo hacer lo propio ante Gipuzkoa y Valencia y quedó apeado de la pelea por la octava posición. La temporada 2014/15 se cerraba con un sabor agridulce, pero nadie ponía en duda el buen hacer de toda la plantilla, a la que le había faltado una mayor regularidad para alcanzar el sobresaliente. Para poder llegar a dicho grado en 2016, tocaba trabajar en el mercado de verano.

Verano de cambios

Antes de que se produjese la llegada de nuevos jugadores, llegó el momento de las despedidas. Este verano fue especialmente duro en ese sentido, pues se marcharon de la plantilla aurinegra varios veteranos que llevaban en ella varios años: Ricardo Úriz, Levi Rost y Fotios Lampropoulos. También salió del club Luke Sikma, cuyo gran hacer en la temporada anterior le hizo ser fichado por el Valencia Basket. Confirmadas las bajas, tocaba encontrarles sustituto.

Al contrario de lo que venía siendo habitual, el club tardó en ir concretando los fichajes, y varios de ellos llegaron con la pretemporada ya empezada. Fue el verano con más incorporaciones en los últimos años, cinco en concreto, a saber: Davin White, Tim Abromaitis, Will Hanley, Ian O´Leary y Kerry Carter. Su objetivo, dar un salto de calidad a la plantilla para situarla entre las ocho mejores del campeonato.

Inicio prosaico

Pese a que los buenos resultados de pretemporada y la mejora de la plantilla invitaban a pensar lo contrario, la nueva temporada comenzó  de manera bastante funesta. Derrota tras derrota, la situación de los aurinegros se fue complicando, y tras más de un mes de competición el Iberostar vivía en puestos de descenso. Joventut, Andorra, Real Madrid, Estudiantes y Unicaja fueron los verdugos del cuadro canarista en los cinco primeros partidos de liga. Los ambiciosos objetivos quedaban ya atrás; la única meta era ganar cuanto antes.

La crisis deportiva, ya de por sí bastante comprometida, encontró esta vez un agravante extradeportivo más inesperado aún que los malos resultados. El cinco de noviembre saltó la sorpresa cuando se anunció que, por motivos personales y de salud, Alejandro Martínez dejaba el banquillo aurinegro tras doce años a su mando, lo que supuso un auténtico varapalo tanto para la afición como para la plantilla. No fue la única baja, pues pocos días después el club anunció la marcha de Xavi Rey a Estudiantes y la rescisión del contrato de Kerry Carter. El proyecto comenzaba a tambalearse.

La entidad canarista estuvo rápida, y pronto encontró sustitutos para rehacer el equipo en plena marcha. Txus Vidorreta fue el elegido para el cargo de entrenador, la plantilla se reforzó con Jospeh Jones y Salva Arco, y los resultados que se habían escapado hasta el momento comenzaron a llegar.

Vidorreta nuevo, vida nueva

En el primer encuentro de Vidorreta al frente del equipo el Iberostar se impuso al Herbalife Gran Canaria, y con cuatro victorias en cinco partidos no solo dejó atrás los problemas iniciales, sino que despertó optimismo e ilusión en una grada que andaba preocupada por la posible reacción del equipo ante tanto cambio repentino. La mejoría quedó confirmada tras ganar en el Buesa Arena, de donde nadie había logrado salir victorioso esta temporada, y los pronósticos con respecto al devenir de los tinerfeños comenzaron a mejorar. No obstante, un año con tantos altibajos no podía cerrarse de manera tan plácida.

Cuando las aguas parecían haber vuelto a su cauce, Gipuzkoa, que no había logrado ninguna victoria en toda la temporada, asaltó el Santiago Martín y volvió a meter a los chicharreros en otra mala racha que, de momento, se ha saldado con tres derrotas. El año 2015 acaba prácticamente como empezó, pero en el camino ha reflejado tantas idas y venidas que cuesta saber si ha sido positivo o negativo. Lo único que queda claro, es que el Iberostar necesita un 2016 mucho más sólido si quiere volver a pelear por unos playoffs que se le quedaron esta vez más cerca que nunca.