El pasado 4 de septiembre, la legendaria escudería británica celebró sus bodas de plata, justo en un momento que no pasa por ser el mejor de su brillante historia. Doce campeonatos de pilotos, ocho de constructores, y nombres míticos como los de Ayrton Senna, Alain Prost o Lewis Hamilton escriben con letras de oro la impecable trayectoria de la marca anglosajona.

Fue fundada en 1963 por el neozelandés Bruce McLaren, subcampeón del mundo en 1960 y por entonces el ganador más joven de la historia de un Gran Premio de Fórmula 1. Tras tres años de intensa preparación, el equipo hizo su estreno en el Gran Premio de Mónaco de 1966, siendo de esta forma la segunda escudería, tras Ferrari, que más años seguidos lleva compitiendo en la categoría. La carrera del debut no pasó por ser la más exitosa, pues Bruce McLaren no pudo terminarla por problemas mecánicos, pero había puesto la primera piedra en el gran imperio en el que se iba a convertir McLaren.

Tras unos dos primeros años complicados, el equipo comenzó a despuntar con el fichaje del flamante campeón Denny Hulme para 1968. Fue él quien logró el primer podio de la escudería, al ser segundo en el Jarama tras Graham Hill. Dos carreras más tarde, el fundador de la escudería, Bruce McLaren, hacía historia en Spa Francorchamps al ganar la primera carrera para la escudería. Esa misma temporada, Hulme logró dos victorias más y tuvo opciones de título casi hasta el final, pero cedió ante Hill.

La buena marcha del equipo se vio truncada en 1970 con la tragedia de Goodwood. En una jornada de pruebas en el circuito británico, Bruce McLaren perdió el control de su coche y sufrió un terrible accidente que le costó la vida. El fundador de la escudería se quedaba en el camino sin llegar a ver el tremendo éxito de su “invento”. Este hecho fue clave en el estancamiento de la escudería, que estuvo los próximos tres años sin lograr los resultados esperados, y sobre todo, sin poder aspirar a ganar el campeonato.

Fittipaldi abrió el camino

Sería 1974 el año de la gran confirmación. Para ello, juntaron en el mismo garaje a dos campeones del mundo : Emerson Fittipaldi, campeón en 1972 con Lotus, se unía a Hulme en la búsqueda del título. Los resultados no se hicieron esperar : el neozelandés ganó la primera carrera del año en Argentina y el sudamericano la segunda en su país, Brasil. Sin embargo, sería sólo Fittipaldi quien luchara por el título contra el Ferrari de Regazzoni. Llegaron empatados a la decisiva carrera de Watkins Glen, donde el brasileño fue superior al suizo, terminando por delante la carrera y llevando a las vitrinas de Woking el primero de sus doce campeonatos del mundo.

Este joven brasileño que tuvo el honor de ser el primer campeón de la historia con McLaren, es recordado por sus grandes duelos con el británico Jackie Stewart (quien se retiró a finales de 1973), y por haber sido el campeón más joven de la historia hasta que Fernando Alonso le arrebatase el récord 33 años después. La espontaneidad era el sello de Fittipaldi. Su llegada a la élite supuso un gran cambio, pues al contrario que los anteriores campeones, no cumplía el estereotipo de hombre de clase alta como sí eran los campeones británicos de los años 60.

Hunt : el corazón pudo a la cabeza

Al año siguiente, con Jochen Mass como compañero, Fittipaldi no pudo renovar la corona, cediendo ante la nueva estrella de Ferrari, Niki Lauda. Contrariado, Fittipaldi anunció su marcha del equipo, y McLaren decidió contratar al alocado James Hunt. 1976 es una de esas temporadas que pasarán décadas y los aficionados seguirán recordando. Todo parecía preparado para el segundo título de Niki Lauda, cuando en Alemania, en el Infierno Verde, tuvo el accidente que casi le cuesta la vida. En esos momentos estaba 35 puntos delante de Hunt. Durante el heroico periodo de recuperación de Lauda, su máximo rival gana carrera tras carrera sin parar, obligando al austriaco a “forzar” su retorno, logrando un increíble cuarto puesto en Monza. De esta forma, llegaron a la última carrera, en Japón, separados por sólo tres puntos a favor del ferrarista. Las dificultades climatológicas hicieron tomar a Niki Lauda una drástica decisión : abandonar la carrera, por miedo a otro accidente como el de Alemania. Con esto, Hunt logró un agónico y sufrido tercer puesto y se llevó un histórico campeonato por sólo un punto sobre su rival.

La rivalidad entre Lauda y Hunt (como se refleja de manera magistral en la película Rush), dio otro sentido a este deporte. Las audiencias se multiplicaron, por el enfrentamiento de los dos polos opuestos : Niki Lauda, el hombre tranquilo, serio y estrictamente disciplinado; contra James Hunt, un chico extravagante, alocado y fiestero. En la pista también llevaban esas diferencias : mientras Lauda era muy meticuloso con la mecánica del coche y siempre pensaba en sumar los puntos necesarios para beneficio propio en el campeonato, para Hunt sólo existía la palabra ganar, aunque eso le costara un accidente. En esta legendaria temporada, la del terrible accidente de Niki en Nurburgring, ambos se superaron con creces. Lauda, con su increíble recuperación y su demostración de pundonor al reaparecer en Monza sin estar aún en condiciones y lograr un cuarto puesto ante el delirio de los tiffosi, y Hunt, en la última carrera en Monte Fuji, donde tuvo el valor el mantenerse en la pista bajo el diluvio y la nula visibilidad para cumplir su sueño : ser campeón a los mandos de un McLaren.

Comienza la era McLaren : el triplete de un fuera de serie

McLaren vivió entonces un periodo de reestructuración, bajo la dirección de Ron Dennis, el nuevo patrón de la escudería. Monoplazas poco competitivos, pilotos quizás de “segunda fila” como Watson o Tambay… Hasta la llegada de TAG. Con Niki Lauda y un joven Alain Prost al volante, el nuevo McLaren de 1984 arrasó por completo, ganando 12 de las 16 carreras, dejando que ambos pilotos se disputasen la corona hasta la última carrera, en Estoril. En circuito luso, Prost necesitaba ganar la carrera y que su compañero no fuera segundo. El francés lo rozó, pues Lauda partía desde una pobre 11ª posición en parrilla, y tuvo que realizar una extraordinaria remontada hasta llegar al tercer puesto… muy lejos de Prost y del Lotus de Nigel Mansell. Pero el coche del británico se paró a 20 vueltas para el final, dando la segunda plaza y el campeonato, por sólo medio punto, al austriaco Niki Lauda.

Lauda cerraba así una trayectoria de auténtica leyenda, con tres títulos mundiales : dos con Ferrari y uno con McLaren. Se retiró muy pronto, pero supo volver y lo hizo a lo grande, para cerrar el triplete de un fuera de serie.

El reinado del Profesor

Tras perder los dos últimos mundiales en la última carrera y por un estrecho margen de puntos, la fama de perdedor sobrevolaba la cabeza de Alain Prost. 1985 era el año en el que debía confirmarse como el gran piloto que era, y así lo demostró, con una genial temporada, con un Lauda desdibujado y pensando en la retirada, y sólo con Michele Alboreto (Ferrari) como rival por la corona. El italiano le aguantó el pulso durante la primera mitad del año, pero el sprint final del Profesor fue letal. Al año siguiente no le sería tan fácil. Con un ex campeón como Rosberg de compañero, Prost tuvo que luchar contra unos Williams-Honda imparables que pilotaban Mansell y Piquet, además de contra la joven estrella brasileña, Ayrton Senna. El poderío de los Williams era claro, pero Prost hizo una defensa a ultranza como vigente campeón que era, aprovechándose de las luchas internas entre Mansell y Piquet para llegar con vida a la última carrera, en Australia. El título estaba en las manos de Nigel Mansell, que sólo necesitaba subir al podio para coronarse. Pero el destino quiso que, cuando Prost era cuarto y todo estaba perdido para él, un inesperado pinchazo en la rueda de Mansell le dejara sin opciones. Aún así, el Profesor aún tenía que batir a Piquet. Pero el brasileño, temiendo otro desfallecimiento de sus ruedas, entró a boxes para cambiarlas, dando el liderato a Prost. El genio francés supo administrarlas de manera magistral, ganando la carrera y su segundo mundial, con mucho mérito tras hacerlo con un coche muy inferior al Williams.

Fue en esa carrera en la que Alain Prost se ganó el apodo de El Profesor, en esa temporada posiblemente entró en la leyenda de este deporte, tras batir a dos pilotos que contaban con un motor mucho mejor y más potente que el suyo. Sin embargo, el mayor de los retos estaba aún por llegar para el francés. Tras un 1987 en el que los Williams arrasaron, en 1988 McLaren montaría motores Honda, para tener uno de los mejores coches de la historia, pero al otro lado del garaje estaría un tal Ayrton Senna, al que Alain debería batir para perpetuar su dominio en la Fórmula 1.

Estalla la guerra en McLaren

Dijo Ron Dennis el día de la presentación del equipo que era un lujo tener en sus filas a los dos mejores pilotos del mundo. No mintió en eso, pero obvió los riesgos que conlleva. El increíble McLaren-Honda ganó 15 de las 16 carreras de ese año (8 para Senna y 7 para Prost) y fue el brasileño quien venció a su teórico jefe de filas en la general del campeonato. Fue en el circuito de Suzuka donde Senna entró en la historia. Tras una nefasta salida, llegando a ir 14º, adelantó a todos uno a uno, alcanzó a su rival Prost, y en una genial maniobra selló el primero de sus títulos mundiales.

Sin embargo, Prost quería revancha a toda costa en 1989. Si la relación entre ambos ya era tensa el año anterior, en 1989 estalló. En Imola, Ron Dennis decidió que quien llegara a la primera curva líder sería el ganador de la carrera. En la salida, Prost le ganó la partida a su rival y se puso delante. Sin embargo, un accidente hizo detener la prueba y en la segunda salida, Ayrton no respetó las órdenes internas y ganó la carrera. Prost explotó, y se cuenta que esa misma tarde tomó la decisión de marcharse a final de temporada. Fue un épico duelo durante la temporada que se prolongó hasta Suzuka. Allí se produjo el incidente más famoso de la historia de este deporte. Senna intenta pasar a Prost en la chicane, el francés le cierra y los dos acaban fuera. El paulista pudo reemprender la marcha y ganar la carrera, pero fue descalificado por recibir ayuda externa de los comisarios. De esta forma, Prost ganó su tercer mundial y se llevó el número 1 al garaje enemigo, a Ferrari.

Un genio llamado Ayrton Senna

Sin Prost en el equipo, McLaren fichó a Gerhard Berger, procedente de Ferrari y gran amigo del piloto brasileño, que haría funciones de escudero en sus tres años de estancia en McLaren. En 1990, Senna volvió a vérselas con Prost, y se tomó la revancha, precisamente en Suzuka, donde otra maniobra al límite del reglamento dejó a los dos fuera de carrera, dando automáticamente su segundo título a Ayrton. La tensión entre los dos era máxima, y esto hizo que las audiencias de este deporte se dispararan, ha sido la mayor rivalidad de la historia de la F-1. En 1991, con Prost desquiciado sobre un Ferrari nefasto, Senna tuvo de rival a Nigel Mansell y su poderoso Williams-Renault. De no haber sido por los errores del inicio de año de Mansell, posiblemente el resultado sería distinto. El Williams era superior al McLaren de Senna, quien tuvo que administrar su ventaja durante la recta final de campeonato, sellando su tricampeonato de nuevo en Suzuka, aprovechando un error de conducción de Nigel Mansell. Los dos años siguientes fueron dominados por los Williams de Mansell (1992) y Prost (1993),contra los que Senna apenas pudo hacer alguna exhibición como en Mónaco 1992 o Donington 1993. El bajo rendimiento del McLaren propició la salida del genio paulista a final de la temporada, precisamente con destino a Williams.

Es Ayrton Senna el hombre con más victorias en McLaren (35), es el hombre que hizo que muchos aficionados se declararan seguidores de este equipo, el que hizo que McLaren se asociara con “el equipo de Senna”. Sus duelos con Prost y Mansell son leyenda viva de este deporte. Quiso el azar del destino que no terminara ninguna carrera con Williams y que su vida finalizara en el muro de Tamburello el fatídico 1 de mayo de 1994. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera muerto? Nunca se sabrá, pero seguramente tendría más títulos mundiales, y Michael Schumacher tendría alguno menos. Habría sido increíble ver cara a cara a los dos mejores pilotos de todos los tiempos.

El finlandés volador

Comenzó una larga travesía en el desierto para la escudería McLaren, que confió el liderazgo al joven piloto finlandés Mika Hakkinen. Fueron tres años seguidos sin lograr una sola victoria, hasta que en 1997, con el fichaje del ingeniero Adrian Newey, la joya de Williams, McLaren dio un salto de calidad que le hizo ganar tres carreras ese año (dos de Coulthard y la primera de Hakkinen en Jerez, la famosa carrera que le dio el título a Villeneuve y la fama de tramposo a Schumacher).

Fue en 1998, con el nuevo reglamento, con la supresión de lo neumáticos lisos, cuando Mika Hakkinen explotó y demostró al mundo su increíble talento. A los mandos de un coche imparable, Mika descorchó botellas de champán sin parar, batiendo claramente a su compañero David Coulthard. Únicamente Michael Schumacher, con un Ferrari inferior, aguantó el ritmo infernal del finlandés volador. Especialmente memorable es la carrera de Spa, con Hakkinen fuera de combate, Schumi enterró sus opciones de victoria al chocar con un Coulthard al que se disponía a doblar, dejándose parte de sus opciones de título, que perdió definitivamente con el pinchazo de Suzuka. Hakkinen inició la defensa de la corona con el mismo rival del año anterior, Schumacher. Sin embargo, el campeonato dio un vuelco en Silverstone. Un espectacular accidente del germano acabó con su temporada, dejando en bandeja el título a Hakkinen. Pero no fue un camino de rosas. Como si estuviera triste por la ausencia de su gran rival, Mika comienza a cometer errores y tener una mala suerte digna de estudio, haciendo que Eddie Irvine, el eterno escudero de Schumacher, le dispute el mundial, llegando líder a la final de Suzuka. Con Schumacher de regreso para ayudar a su compañero, Hakkinen no falló el día decisivo, ganando a Schumi en una carrera magistral del finlandés, que le dio su segundo mundial.

La frialdad fue siempre la gran cualidad de Mika Hakkinen, en especial en sus dos años gloriosos. Fue el único que mantuvo a raya al mejor Schumacher y no sucumbió ante él, precisamente por esa frialdad y esa capacidad para estar centrado sólo y exclusivamente en las carreras. El gran Mika fue siempre como un señor fuera de la pista, llegando a tener una gran amistad con el propio Schumacher, su gran rival. Sin embargo, el momento más recordado de Hakkinen no ocurrió ni en 1998 ni 1999, sino en el GP Bélgica de 2000, cuando realizó el mejor adelantamiento de la historia a Schumacher, pasando al doblado de Ricardo Zonta entre medias a una velocidad endiablada. Esa victoria le daba el liderato, aunque finalmente perdió ese mundial frente a Schumi.

2007 : vuelta a las andadas

Con la inesperada retirada de Hakkinen en 2001, McLaren fichó a la joven promesa finlandesa, Kimi Raikkonen. Los resultados no se hicieron esperar, pues en 2003 Kimi le disputó el título a Schumacher hasta la última carrera, perdiendo por 2 puntos. De nuevo segundo fue en 2005, con un coche tan rápido como poco fiable, sucumbiendo al Renault de Fernando Alonso.

Para 2007 fue precisamente el bicampeón asturiano el elegido para liderar el nuevo proyecto junto al joven debutante y la gran sensación británica, Lewis Hamilton. Puede verse cierta semejanza con la rivalidad Prost-Senna de 20 años atrás. Los sorprendentes resultados del novato hicieron que la escudería tomara cierto partido hacia el inglés, con el GP de Hungría como punto álgido de la polémica. Allí Alonso fue sancionado por “estorbar” a Hamilton en la clasificación, y fue ese día cuando rompió relaciones con Ron Dennis. La situación era tan tensa que, pese a llegar Hamilton líder a las dos últimas carreras, dos errores de novato le hicieron perder el título, que se iba directamente a las manos de Kimi Raikkonen, de Ferrari.

Hamilton, el último caballero de McLaren

Tras la despedida de Alonso del equipo, siendo sustituido por Kovalainen, Hamilton tomó las riendas de la escudería. Un brillante 2008, en el que logró victorias en Australia, Mónaco, Inglaterra, Alemania y China, estuvo a punto de perder el título de nuevo en Brasil, donde en un final apoteósico, adelantando en la última curva a Timo Glock y logrando un agónico quinto puesto, mantuvo el liderato por sólo un punto sobre su rival de Ferrari, Felipe Massa. Es este el último título que ha logrado la gloriosa escudería, pues en 2009, con el cambio de reglamento, se quedaron atrás. Para 2010 ficharon al campeón del mundo Jenson Button como compañero de Lewis, pero poco pudieron hacer ante el dominio Vettel-Red Bull. En 2010, Hamilton llegó con escasas opciones a la decisiva carrera de Abu Dhabi y, tras un 2011 nefasto, en 2012 volvió a contar con un coche rápido pero muy poco fiable, con abandonos en carreras en las que iba liderando con autoridad, como en Singapur o Abu Dhabi.

Es este británico al que nadie deja indiferente el último en triunfar en el equipo. Desde su salida del equipo en el año 2012, McLaren anda sumida en una crisis deportiva de la que intenta salir con el fichaje de otra gran promesa, el danés Kevin Magnussen. Podría ser otro caso Hamilton, un debutante que sorprendió a todos con su desparpajo y que estuvo a punto de ser el primer novato campeón de la historia de la F-1.