Da la sensación de que no estamos preparados para que España caiga eliminada de esta Eurocopa en cualquier momento. Vicente del Bosque ha vuelto a dar una lección de mesura y sentido común después de que se vivieran momentos delicados en la contienda con Croacia por un puesto en los cuartos de final. Pocos habían reparado en el detalle advertido por el seleccionador en rueda de prensa celebrada al día siguiente del gol de Navas. Pero él sí se percató de que los jugadores españoles no celebraron con efusividad alguna haber superado el primer corte, el que tantas veces se nos había atragantado desde las primeras competiciones entre países. De las ocho selecciones supervivientes, los únicos que no nos abrazamos fuimos nosotros, dice Del Bosque. Y añade que quizás hemos pasado demasiado deprisa de pobres a ricos en esto del fútbol, que no debemos olvidar tiempos no tan lejanos en los que nadie daba un duro por la selección española. Ni aquí ni fuera. Parece como si sólo la victoria final fuese bálsamo adecuado para calmar esa ansiedad colectiva que apunta ya a Ucrania y sufre por la suerte de lo que ahora llaman La Roja, al tiempo que el vocablo corralito empieza a circular ya más de la cuenta y con fuerza por todo tipo de foros y canales.

No hay que mezclar, pero resulta muy prudente considerarlo. La crisis socioeconómica que sacude al país, salvaje, no admite visos de recuperación y origina cada vez más incertidumbre y preocupación entre la ciudadanía. Sin embargo, el fútbol nos saca del pozo, aunque sea a ratos. Cuando se acaba un partido, la gente piensa enseguida en el que viene. Somos ricos jugando a la pelota, disfrutamos con los ronditos de los cracks, campeones de todo y con un estilo que las grandes potencias de siempre desearían imitar. Pero cada vez somos más pobres en el día a día pecuniario. Hasta hace nada, se fardaba de que en España se vivía como en ningún otro sitio, ahora hay colas para que los más atrevidos, ya muchos miles, emigren a cualquier rincón del planeta para disponer de mejor futuro. Nunca fue buena la combinación de fútbol y política, pero la relación fútbol-sociedad es prolífica en lo cultural e indisoluble en lo cotidiano y en lo anímico. Rajoy es uno de los que utilizan esta Eurocopa para hacerse propaganda, hasta el punto de cogerse un avioncito prestado para irse a Polonia a ver a la selección, para hacerse unas fotos y salir en la tele haciendo el tonto. Sólo le faltó hacer la ola. Quizás ni para pintar la mona, que el partido era lo de menos, que lo que buscaba era escaquearse, desaparecer del patio durante unas cuantas horas. La excusa del fútbol como refugio y como servicio de relax, aunque sin happy end. Sin pensar siquiera que ha perdido el respeto de los españoles. ¡Qué más dan esos muchos millones de gilipollas!

Eso sí, mientras el gallego echa una cabezadita en el aeroplano, Cáritas, Cruz Roja y demás organizaciones no dan abasto ante la enorme cantidad de familias que solicitan ayuda alimentaria. Nos decían el otro día que eran ya casi trescientas las que iban regularmente a pedir comida a Cáritas en Boadilla del Monte, localidad pegada a Madrid donde abundan chalés y urbanizaciones. Así está el asunto en la capital del Gürtel, con Correa ya suelto. Y en todos los sitios. Ya no hay ni atascos en la M-40 madrileña. Pero nada de esto se cuenta en la prensa, o muy poco, ¿no? Las grandes superficies comerciales evitan dejar cualquier producto alimenticio en la basura para no dar mala imagen, para que la gente, mucha gente, no rebusque en los cubos. Mejor hablar de la Carbonero o darle unas cuantas vueltas más a lo del doble pivote antes de que irrumpan los guiñoles franceses, que acabarán pagando el pato, terminaremos descargando la rabia contenida en unos muñecos con mucho descaro y mayor ironía… De momento, la gente debe andar por casa, viendo los partidos, aguardando acontecimientos. Cada vez quedan menos comercios y empresas abiertas. Demasiados parados, demasiadas familias pasando penurias. ¿Cómo sería el día después o el momento justo de la eliminación de España? Tendrá que ocurrir algún día, quizás este sábado con Francia, o quizás cuando se retire Xavi.

¿Sabremos perder? ¿Por qué y por quién lo dice Del Bosque? Demasiada euforia colectiva. El golpe será morrocotudo. ¿Los nuevos ricos del balón? No iba por los jugadores, que saben sobreponerse con naturalidad a la presión, sólo hace falta fijarse en el mismo Xavi y su modo de afrontar los momentos más delicados con calma, cabeza y categoría, aislado del mundanal ruido. Lo mismo que el resto, cada uno con su juego y sus virtudes, son jugadores profesionales de primer nivel. Es simplemente fútbol. ¿Cómo será el 2 de julio? Mejor si España ganara el título, seguro. Sin embargo, ya lo anunció el propio Del Bosque antes de comenzar la Eurocopa, que nadie piense que las tremendas dificultades que atraviesa la sociedad española van a desaparecer si la selección de fútbol cosecha los mejores resultados. Los funcionarios asumen cualquier recorte salarial con tal de conservar el trabajo. Pocos son los que renuncian al coche, para disfrute de los talleres, que trabajan lo mismo o más que antes, pues lo de comprar un carro nuevo, de la noche a la mañana, se ha convertido en lujo inalcanzable para muchos. Antes se pagaban rondas y más rondas de cañas, una invitación de barra era algo acostumbrado, ahora los bares van quedándose vacíos y acaban muriendo de pena. Lo del cigarrito en la taberna ya lo abolieron en su día sin rebelión alguna, con lo que la mayoría echa el pitillo en casa, mejor que en la calle. Los que pueden, también muchos miles, corren a sacar todos sus ahorros del país, por si acaso…

Lo que nunca va a morir es el fútbol. El opio del pueblo. Sí, uno de ellos, aunque también un reducto repleto de sentimientos, costumbres, historias y leyendas de carne y hueso. Los estadios se llenan desde siempre, desde aquellas primeras reuniones donde se trataba de dar patadas a una pelota, un juego que habían inventado y traído los ingleses. Antes no había televisión, pero siempre dio igual, imposible que nadie ni nada pudiesen frenar la evolución del deporte de masas más atractivo e influyente del planeta. Pueden sucederse crisis de todo tipo, que el balompié sobrevivirá a todas. Habrá más o menos dinero para pagar a los jugadores, se retornará a lo amateur, habrá clubes que pierdan la categoría, también que desaparezcan, ya se apuntarán con otro nombre para empezar de nuevo. Los otros deportes lo llevan peor. Los jugadores de balonmano ya están emigrando, españoles y foráneos aquí afincados. Todo tiende otra vez al amateurismo quizás compensado mínimamente. Sin embargo, los clubes de fútbol más poderosos continuarán pagando bien a las estrellas. Ley de fútbol.

Sólo las guerras del siglo XX hicieron que el fútbol parara, pero empezaba ya a correr el balón otra vez nada más caer la última bomba. Corralito podría ser perfectamente el apodo de cualquier pelotero sudamericano de los muchos cientos que han contribuido al crecimiento del fútbol español. El fútbol por encima de la propia vida. Si vienen malos tiempos, en el estadio siempre se brindará magia y espectáculo. Y siempre brillará especialmente el Ben Barek de turno, algún encargado de convertir esa magia en arte. Los campos de fútbol y estadios españoles llevan llenándose, hasta la bandera, que se dice, desde hace como poco un siglo. Eso es cultura. Demasiado componente emocional, social y anímico en algo que, en origen, no era más que un juego. Ya en estos días se puede leer que el Alemania-Grecia de este viernes es mucho más que un partido porque los griegos culpan de su tragedia a la Merkel. Así nos tienen, mareados.

Gesto de aprobación de Rajoy, en el palco de Gdansk, durante el Italia-España

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Sobre el autor
José Manuel Díaz
Una constante en mi vida profesional ha sido no engañar al oyente, telespectador o lector. Apuesto por internet convencido de que se trata del medio de comunicación más limpio, libre y democrático. Y con el compromiso de que todo lo que pueda aportar nunca buscará que mis intereses particulares prevalezcan sobre los generales. Una premisa me ha acompañado a lo largo de mi trayectoria profesional: cada vez que me he puesto ante un micrófono o he tenido que plasmar algo por escrito, lo primero que he tenido siempre en cuenta ha sido el destinatario del mensaje.