Javier Adelmar Zanetti iba a jugar su último partido en el Giuseppe Meazza esta temporada. Incombustible. Incansable. Indestructible. Infatigable. Inagotable. Zanetti es eso y mucho más. El todoterreno argentino es de aquellos jugadores que ya escasean. Fiel a sus colores, se despedía tras 19 temporadas en el Inter. El partido, importantísimo para las aspiraciones europeas de los neroazurri, iba a ser una fiesta en homenaje al gran capitán.

Susto inicial, posterior festival

La Lazio es un equipo puñetero. Siempre complicados a pesar de mostrar pocos argumentos para poner en apuros al rival. Cómodos cuando domina el rival, los de la capital salieron al Meazza sabiendo que el Inter iba a dominar. No sólo por ellos, los de Mazzarri saben cada vez más a lo que juegan y lo hacen con balón.

Entre veteranos andaba la cosa y Biava iba a dejar momentáneamente helado Milán. El central de 37 años marcó el 0-1 en el primer minuto del encuentro. Una falta lateral cabeceada por Anderson dejaba el balón en bandeja para que Biava anotase el primero para los suyos. El Inter debía remontar si quería mantener sus opciones en Europa League.

El 'espíritu Zanetti'

Zanetti, todavía en el banquillo, alentaba a los suyos. Los jugadores se lo creyeron y fueron a por todas ante una Lazio muy apática. En el caos ofensivo del Inter apareció un hombre por encima del resto: Kovacic. El croata iba a hacer una espléndida jugada en el tanto del empate que acabó siendo rematada por Palacio. El argentino rozó el balón para descolocar por completo a Berisha. Inmediatamente, Palacio fue a abrazar a Zanetti junto a sus compañeros. Por él, por su carrera, el Inter debía ganar hoy.

El resto parecía estar escrito. Kovacic, mostrando su mejor versión, hizo gala de su exquisita técnica y dejó en bandeja el segundo a Icardi. El argentino quiso ponerle picante al gol. Al primer toque, a pesar de tener tiempo y espacio para controlar, el delantero marcó el segundo para los suyos. La Lazio, dormida en defensa, había podido marcar en dos ocasiones aunque su juego fuese pésimo. Lo habitual en los de Reja: ganar partidos a arreones.

El Inter estaba lanzado y no iba a desaprovechar el momento. Esta vez no iba a ser Kovacic, el encargado de asistir iba a ser Nagatomo. El lateral llegaría a línea de fondo para poner un centro raso al centro del área. Como suele ocurrir, Palacio llegó desde atrás para batir al guardameta visitante y encarrilar la victoria. El Inter necesita a Palacio tanto como Palacio necesita al Inter.

45 minutos de homenaje

El público no iba a ser el único que homejearía a Javier Zanetti. Su entrada, además de una ovación muy emotiva, contagió a los jugadores del Inter. Con la victoria en su mano, se relajaron. Buscando a Zanetti más de lo habitual, entraron en dinámica de entrenamientos. La Lazio, tocada y prácticamente hundida, vio que podía resurgir. Así, Handanovic se convirtió en el mejor de su equipo en la segunda parte. El guardameta dio un recital bajo los palos para mantener el resultado.

Con la Lazio atacando y dejando espacios atrás, Hernanes iba a poner la guinda de una noche perfecta para los neroazzurri. El brasileño, convocado por Scolari esta semana, soltó un zurdazo en la frontal que pasó rozando el palo para colarse dentro. No lo celebró debito a su pasado laziale pero sí abrazó a Zanetti. Con 4-1, el partido tuvo tiempo de darle una oportunidad a otro veterano del Calcio. Klose consiguió rematar cerca del palo, cómo no de cabeza, para intentar maquillar el resultado. El delantero alemán no tuvo suerte.

Sin tiempo para más, el partido terminó para dar paso a un bonito homenaje a Zanetti. El jugador se abrazó con todos sus compañeros y aplaudió a un público entregado. No cesaron los cánticos que consiguieron mostrar a un Zanetti emocionado. Entre lágrimas, su público se despidió de un jugador eterno para el Inter. Es posible que sea la última vez que el número '4' se estampe en la camiseta neroazzurri.