No se le pregunta la edad por cortesía, aunque debe de rondar, como mínimo, las siete décadas de vida. Canosa, entrada en carnes, de aspecto fuerte y recio, gafas de sol de pasta, blusa de lunares y abanico en mano. De esa gente que las ha visto ya de todos los colores, pero que no tiene reparos de emocionarse en público si las circunstancias lo requieren. Roma es el único lugar del planeta fútbol donde una persona con este perfil puede convertirse en protagonista de un partido de élite.

Y eso que el encuentro entre la Loba y el Cagliari, de por sí, ya tenía muchos alicientes. Los de casa, por una vez, por variar, iban a jugar con delantero centro de verdad, aunque eso supusiera relegar a Totti al banquillo. Las lesiones también iban a dar la oportunidad de ver en acción al último capricho de Monsieur García, un defensa central francés nacido en el corazón del África subsahariana, con tan buena planta como nombre complicado. Los sardos aportaban dos factores morbosos: el capitán, romano de cuna, romanista de corazón y con el pedigrí que da el apellido Conti; y en el banquillo el señor Zeman, amado e incomprendido en el Olímpico a partes iguales.

Pero nada de esto puede competir contra una abuela italiana con denominación de origen. Si hay alguien que sabe bien esto, ése es Alessandro Florenzi, uno de los hombres que, si no estuvieran en el césped pateando en la pelota, sería probable encontrarlos chillando en la Curva Sud. Por eso, cuando recogió un buen pase de Gervinho para plantarse solo delante de Cragno y batirle con un potente disparo cruzado, no dudó en saltar la valla e irse a la grada a abrazar a su querida nonna. El árbitro, no amigo de sentimentalismos, tiró de reglamento y amonestó al número 24 por abandonar el terreno de juego sin autorización. Probablemente en la próxima comida familiar haya más de una broma al respecto.

Ese gol, pese a llegar antes del cuarto de hora, no fue el que abrió el tanteo, sino que vino a confirmar la inmensa superioridad que tiene esta Roma sobre casi cualquier rival a poco que le apetezca esforzarse. Apenas un suspiro antes, el propio Florenzi ya había encontrado el espacio para lanzarle otro balón parecido a Destro. Tampoco lo desaprovechó el ariete, consciente de que su puesto no está ni mucho menos garantizado y no se puede permitir el lujo de fallar.

Los 75 minutos que quedaban por delante pusieron de manifiesto las diferencias entre Rudi García y Zdenek Zeman. Ambos son técnicos amantes del juego de ataque, que no renuncian al 4-3-3 si no es por causa de fuerza mayor. Pero, mientras el bohemio habría ordenado zafarrancho de combate con intención de ampliar la ventaja, aun a riesgo de ser cazado al contraataque, el francés estimó que la distancia era suficientemente holgada y que no merecía la pena correr riesgos innecesarios.

Correr es de cobardes

Así, la Roma bajó el pistón, aunque moderadamente: lo justo para que, sin llegar demasiado al área rival, su calidad individual fuera suficiente para seguir teniendo el dominio del centro del campo. El Cagliari, aún en proceso de transformación a la enésima Zemanlandia, fue valiente y osado, intentó morder, pero no tiene en su tridente ofensivo ningún hombre capaz de marcar la diferencia por sí mismo. Si a eso se le suma que la retaguardia giallorossa ha llegado a un nivel de perfección en que no se notan los cambios de cromos y el conjunto sigue funcionando a las mil maravillas, el resultado sería evidente: De Sanctis no tuvo que esforzarse lo más mínimo.

Fue, a partir de ahí, una hora larga de vaivén, de juego movido fluyendo continuamente de una portería a la otra, en la que el aficionado no llegaba a aburrirse... aun teniendo la convicción de que el marcador no iba a moverse más. Unos no querían y a otros no les apetecía. Por destacar algo, puede reseñarse algún zapatazo lejano de francotiradores habituales como Maicon o Nainggolan, o un extrañísimo remate de cabeza de Destro, en boca de gol, que se le fue hacia atrás.

La mala noticia con la que se concluyó el partido fue la lesión de De Rossi, que en los minutos finales tuvo que pedir el cambio por, aparentemente, un problema muscular que viene a sumarse a los muchos otros que ya hay en la enfermería de Trigoria (algo que quizás el cuerpo técnico debería estudiar con calma). Se quedó con las ganas de irse al banquillo Ashley Cole, que también estaba algo tocado, y el que salió al campo fue otro debutante como Emanuelson, al que no dio tiempo a valorar en su justa medida. Como tampoco se puede hacer ninguna evaluación profunda, en general, de un partido que se limitó a reiterar lo obvio: si las propuestas tácticas son idénticas, ganará el que mejores jugadores tenga.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Luis Tejo Machuca
Mi mamá me enseñó a leer y escribir; a cambio yo le di mi título de Comunicación Audiovisual de la URJC para que lo colgara en el salón, que dice que queda bonito. Redactor todoterreno, tirando un poco más para lo lo futbolero, sobre todo de Italia y alrededores. Locutor de radio (y de lo que caiga) y hasta fotógrafo en los ratos libres. Menottista, pero moderado, porque como dijo Biagini, las finales no se merecen. Se ganan.