Llega el momento de atender en clase. De coger papel y bolígrafo y prestar atención a la pizarra. Con Bert van Marwijk de profesor, comienza la masterclass de Australia. Quizás no es favorita para ganar el Mundial, es posible incluso que los socceroos queden eliminados en la fase de grupos. Aún así, la transformación en apenas meses del dibujo y esquema de los auriverdes es digno de analizar.

La historia de un once kamikaze

Para entender cómo ha evolucionado Australia en lo táctico hay que comprender primero los experimentos de su antiguo entrenador, Ange Postecoglou. El técnico griego no responde a la etiqueta de un míster con un esquema fijo. El heleno siempre quiso evolucionar en su metodología, haciendo un intenso lavado de cara cuando el equipo terminaba cualquier competición.

Eso sí, con Postecoglou la orden siempre era la misma. Ataque total, transiciones rápidas y el balón quemando en las botas de sus jugadores. En la Copa Asiática de 2015, el griego utilizó un 4-3-3 de carácter ofensivo. Dos extremos en la banda, pero también dos mediapuntas creativos capaz de apoyar al nueve. En la sala de máquinas, un jugador de contención que se va a repetir en todas sus formaciones: Mile Jedinak. El jugador del Aston Villa es la brújula de los socceroos y ya sea sólo o con un compañero en el doble pivote va a ser indiscutible.

Once de Australia en la final de la Copa Asiática 2015

En algunos momentos, Postecoglou incluso se atrevió a darle un toque más kamikaze a su once. En la final del torneo ante Corea del Sur, el heleno se atrevió a atrasar a Mark Milligan al doble pivote con Jedinak y poner a Massimo Luongo justo detrás de Cahill como segundo punta. Un 4-2-4 que por momentos funcionó pero que estuvo a muy poco de costarle el campeonato. Darle más libertad de movimientos a Luongo hizo que el propio jugador del QPR anotara el primer tanto de la final. Pero cuatro atacantes para iniciar la presión se tradujo en una mayor fatiga y los socceroos llegaron bajo mínimos al tramo final del partido.

La fatiga se traduce en desorden y ese desorden lo aprovechó Heung-Min Son en el 92 para mandar la final a la prórroga. Postecoglou rectificó en el tiempo extra y llenó el centro del campo con mucho más músculo. Matt McKay, junto a Milligan y Jedinak formaron una sala de máquinas férrea que los surcoreanos no supieron derribar. Todo ello unido con la entrada de las piernas frescas de James Troisi hicieron que el título fuera para los australianos.

Si una fórmula funciona bien, lo lógico es pensar que dicha receta se va a usar siempre y que sólo se va a tocar para perfeccionar. Pero Postecoglou como dijimos no responde a esa clase de técnicos. De cara a clasificarse para el Mundial de Rusia, el entrenador griego apostó aún más por el ataque. Tanto fue así que sacrificó a un miembro de la defensa para añadirlo a su línea ofensiva. Se pasó de un 4-3-3 a un 3-4-2-1.

El cambio de dibujo no estuvo exento de polémica en Australia, más aún cuando los resultados no acompañaron. Los socceroos superaron sin problemas la primera ronda de la fase de clasificación, pero quedaron por detrás de Japón y Arabia Saudí en la fase definitiva. El equipo tendría que superar un play-off contra Siria y una repesca ante Honduras para meterse en Rusia.

Aún así, Postecoglou decidió seguir adelante con su propuesta y se agarró a su nuevo esquema. Muchos lo tacharon de suicida sobre todo en la eliminatoria con Honduras. Empataron sin goles en San Pedro Sula y un gol hondureño en Sidney obligaba a los australianos a ganar. Pero el técnico de los socceroos siguió adelante y el fútbol total obtuvo sus frutos.

Once de Australia en la repesca contra Honduras 2017

Clave en la eliminatoria fue la aportación de Aaron Mooy como mediapunta. El jugador, centrocampista puro en el Huddersfield Town, tuvo mucha más libertad de movimientos por delante de Milligan y Jedinak. Liderando la línea de presión junto a Tom Rogic, la selección hondureña tuvo serios problemas para sacar el balón controlado. Curiosa también la actuación de Mathew Leckie, un extremo zurdo que con Postecoglou en el banquillo llegó a jugar como carrilero diestro.

Si bien es cierto que los tres goles australianos llegaron a balón parado (hat-trick de Jedinak con una falta directa y dos penaltis), la superioridad física de los socceroos en el centro del campo volvió a resultar clave. Con defensa de tres o de cuatro, Postecoglou siempre cuidó la sala de máquinas, siendo consciente de que buena parte de los encuentros se ganan en esa zona del campo.

Toque tulipán con la llegada de Van Marwijk

Sorprendió a propios y extraños que, tras haber conseguido el pase al Mundial, Ange Postecoglou decidiera no continuar al frente de la Selección Australiana. Presentó su dimisión en noviembre del pasado año y la FFA tenía que buscar con celeridad un sustituto a la altura de las circunstancias. Quedaban ya pocos meses para que llegara el Mundial y sólo un par de amistosos para preparar la cita en Rusia. Van Marwijk fue el elegido y con el técnico neerlandés llegó un nuevo lavado de cara para los socceroos.

Para los menos despiertos, Bert van Marwijk fue el técnico que llevó a Holanda a la final del Mundial de Sudáfrica contra todo pronóstico. Aunque fue España la que se llevó al final el campeonato, la labor del entrenador tulipán fue aplaudida por el aficionado holandés. Antes de llegar a Australia, Van Marwijk sentó las bases para clasificar al Mundial a una selección menor como es Arabia Saudí. Fue él mismo el que mandó a los socceroos a la repesca, quedando segundo en la fase final de la AFC.

El propio Van Marwijk ha reconocido que no tiene decidido el once que saldrá de inicio contra Francia en la primera jornada, pero ya tiene definido su esquema. Aunque durante su carrera como entrenador en Holanda ha probado con el 4-3-3 o el 4-4-2, la plantilla de Australia se adapta la perfección a su esquema fetiche, el 4-2-3-1.

Alineación previsible de Australia para el Mundial de Rusia 2018

Los peligros de Australia

1. Centros al segundo palo

Un Mundial no se considera como tal y Tim Cahill no marca con la testa. Es el máximo goleador en la historia de los socceroos y pese a que no destaca por su altura (mide 1,80 metros), es uno de los mejores rematadores de cabeza del panorama internacional. Sin embargo, sus 38 años hacen que Van Marwijk lo esté dejando en un segundo plano de cara al Mundial. Aún así, el mayor peligro de Australia sigue estando en los balones colgados al área.

Los socceroos tienen en Ridson y Behich dos laterales con bastante profundidad y llegada, así que Van Marwick tiene en su pizarra una jugada tan sencilla como difícil de defender. El lateral coge su banda entera para él, el extremo que se encuentra en dicha banda se dirige al primer palo pero el balón se centra hacia el otro costado, donde el otro interior en vez de disparar a portería cede el balón al extremo que inició el primer desmarque. Puede parecer un trabalenguas, así que utilizaremos como ejemplo el primer gol australiano en su última victoria ante la República Checa (4-0).

Es el resumen perfecto de este tipo de jugadas. Mat Leckie comienza como extremo diestro, pero rápidamente se centra y deja todo el carril derecho para la llegada de Ridson. El lateral cuelga la bola no al primero sino al segundo palo, donde espera Robbie Kruse. Ya la defensa está desorganizada y con un simple pase hacia el otro palo, Leckie llega libre de marca. Fundamental es el papel de Tom Rogic, que como mediapunta se mete en el área para arrastrar a un defensor. Al final, el lateral zurdo checo se queda con Ridson, el lateral diestro tiene que tapar a Kruse y los dos centrales cubren a Rogic y Nabbout, que sólo acompañan la jugada porque saben que Leckie llegará solo.

2. Robo y contragolpe

Es una de los pocos detalles que Van Marwijk ha heredado de Ange Postecoglou. Cuando parece que la presión australiana está siendo inofensiva, llega el robo de balón y el posterior contragolpe. Y aunque los socceroos no tengan futbolistas que destacan por su velocidad, lo que sí hace el equipo es concentrar muchos futbolistas en el contraataque. En ocasiones, llega a haber jugadas donde hay el doble de australianos que de defensores del equipo rival.

En este sentido las claves son Mile Jedinak pero sobre todo Aaron Mooy. El futbolista del Huddersfield tiene la calidad para anticiparse a sus rivales y de ser él mismo el que inicia el contragolpe. Es un dato importante porque si un jugador decide levantar la cabeza para buscar apoyos, puede perder ese factor sorpresa y esos segundos cruciales a la hora de lanzar el contragolpe.

Captura de pantalla: ESPN

En ese mismo partido contra la República Checa, es Aaron Mooy el que roba la pelota en el centro del campo y sale disparado con el balón controlado. Esa explosividad del centrocampista australiano hace que al final del contragolpe haya cinco jugadores de los socceroos por sólo tres defensores checos. Una situación más que propicia para notar gol.

Nuevamente la aportación decisiva la hace el lateral y es por ello que aunque los haya mejores a nivel defensivo, pocos tienen la profundidad de Joshua Ridson. Será pieza decisiva para Van Marwijk pero también un arma de doble filo. Si el equipo rival sale bien de esa presión o si en ataque Australia no termina la jugada con un remate, el espacio que deja a su espalda Ridson puede convertirse en un pasillo para el atacante del equipo contrario

3. Balón parado

Es más que evidente que si Australia es un peligro en los centros laterales, también lo será en la estrategia del balón parado. Otra vez Mooy vuelve a ser la clave. Es todo un especialista en los saques de esquina y sabe aprovechar la superioridad en el juago aéreo de futbolistas como Jedinak, Saisnbury o Wright.

La jugada estrella de los socceroos en el saque de esquina es la carrera hacia el primer palo. El rematador se posiciona cerca del punto de penalti y antes de Mooy sacar se adelante al palo corto para anticiparse a su marcador. La ventaja de este tipo de lanzamientos es que al ser un centro corto, hace imposible que el portero pueda llegar a tiempo a despejar el balón.

En la abultada derrota de Australia contra Noruega (4-1), Van Marwijk pudo ver cómo esta jugada se desarrolla a la perfección. Mooy levanta el brazo y marca la estrategia. Jedinak se queda en el punto de penalti y es Jackson Irvine el que inicia la carrera hacia el primer palo. El factor sorpresa hace que el jugador se deshaga de su marcador y remate completamente solo.