Siempre es duro iniciar el camino en una Copa del Mundo con una derrota. Sin embargo, el golpe se agudiza cuando se pierde ante el rival, a priori, más débil del grupo. Se agudiza aun más, si el equipo que fue derrotado parte como favorito a terminar como líder del mismo.

Japón llegó a Rusia envuelto en un contexto desfavorable. En abril, despidió al entrenador que lo clasificó al Mundial y con el que llevaba un proceso de tres años. Empezó de cero con un entrenador que llegó con una idea de juego totalmente nueva y que tuvo muy poco tiempo para preparar al equipo. Además, los malos resultados obtenidos en los amistosos previos se sumaron a la lista de indicios que daban una imagen de Japón como un equipo débil.

Sin embargo, la situación dio un giro de 180 grados en poco tiempo. Un giro impulsado por una combinación de factores que terminaron en el resultado de hoy. La imagen de equipo débil, terminó siendo una fachada.

Una Colombia falta de rodaje

El primer ingrediente fue la falta de partidos con la que llegaron los cafeteros a Rusia 2018. Colombia solo tuvo un partido de preparación en este mes, antes de la cita orbital. Fue ante Egipto, el pasado 1 de junio, y aquél cotejo dejó dudas en cuanto al funcionamiento táctico del equipo. Mientras tanto, el equipo asiático probó un sin número de variantes en los tres juegos que disputó en los últimos 20 días. La falta de preparación, el no poner a prueba lo trabajado en los entrenamientos y el deficiente ritmo de competencia con el que se llegó a Rusia, le pasó factura a un once titular que, por cierto, era utilizado por primera vez.

Lesiones de piezas claves

Otro de los factores más evidentes fueron las molestias físicas que arrastraban dos integrantes importantes del equipo: James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado. Ambos llegaron tocados al duelo inaugural. Pékerman optó por no tentar al destino y exponerse a que la fatiga muscular de James se transformara en un desgarro. Cuadrado, al tener molestias más leves, sí jugó desde el arranque, pero fue sustituido por disposición técnica a la media hora de partido.

James Rodríguez ingresando por Juan Fernando Quintero. Foto: es.fifa.com
James Rodríguez ingresando por Juan Fernando Quintero. Foto: Getty Images.

El plan que nunca se vio

Pékerman apostó por su ya célebre 4-2-3-1. La línea de cuatro defensores, a excepción del central Óscar Murillo, no fue distinta a la vista en los amistosos. En la primera línea de volantes, hubo una leve sorpresa: la entrada de Jefferson Lerma, que acompañó Carlos Sánchez en la contención. Todos daban a Mateus Uribe como acompañante del volante de la Fiorentina.

En la zona de creación, al no estar James, se apostó por el jugador con las características de juego más parecidas a las del cucuteño: Juan Fernando Quintero.  A sus costados estarían José Izquierdo y Juan Guillermo Cuadrado. El hombre del Brighton inglés, pese a no haber jugado ni un solo partido oficial con la Selección, conoce muy bien la posición de extremo izquierdo y tuvo muy buena nota en los amistosos que disputó. 

José Néstor Pékerman, uno de lo señalados por la derrota. Foto: es.fifa.com
José Néstor Pékerman, uno de lo señalados por la derrota. Foto: Getty Images.

El plan inicial era tener un equipo que estuviera bien custodiado en la retaguardia con dos volantes de marca netos. Un equipo que fuera explosivo por los costados, con dos hombres de gran velocidad y técnica. Un equipo que basara sus ideas en la creatividad de Quintero. Uno que tuviera a un 'Killer' que culminara la producción en ataque de la mejor forma, como Radamel Falcao. En resumen, una Colombia con capacidad de recuperar la pelota rápidamente, de construir desde el centro hacia los costados y que tuviera control territorial y posesional del partido.

Flojos rendimientos y una roja que rompió los planes 

Sin embargo, todo lo mencionado en los anteriores tres párrafos se fue al traste con el penal tempranero de Carlos Sánchez, su expulsión y el gol nipón.  Un penal ingenuo, producto de un error conceptual de Dávinson Sánchez, quien perdió en el cuerpo a cuerpo con Osako y se dejó 'robar la cartera' del '9' japonés. Los siguientes minutos estuvieron plagados de confusión con un equipo que tardó en asimilar el golpe y se fue en tromba, pero sin orden, a por el empate.

La pérdida de Dávinson Sánchez con Osako que terminó en el penal para Japón. Foto: es.fifa.com
La pérdida de Dávinson Sánchez con Osako que terminó en el penal para Japón. Foto: Getty Images

Pékerman intentó acomodar al equipo. Bajó a Quintero a jugar como volante central, junto a Lerma, con el fin de darle equilibrio al equipo y respaldar al jugador del Levante en su labor de marca. Un 4-4-1. Sin embargo, eso conllevó prescindir de gran parte de la capacidad ofensiva de Quintero al alejarlo de Falcao, Izquierdo y Cuadrado.

Por la banda izquierda, hubo poco entendimiento entre Izquierdo y Mojica, a quienes se les notó la falta de minutos jugando juntos. El del Brighton apareció poco, perdió casi siempre en los mano a mano y su potente desborde lo mostró en una sola ocasión. Al lateral del Girona se le vio impreciso, nervioso con la pelota y poco colaborativo en ataque. Muy pocas veces se animó a correr por la espalda de Izquierdo cuando este tenía el esférico.

En los siguientes 25 minutos al gol, Japón tuvo mayor posesión, pero Colombia inquietaba con algunos chispazos individuales de Cuadrado. Pronto, Pékerman se dio cuenta de que estaba desperdiciando a Quintero y, además, lo exponía al darle una función ajena a sus cualidades.  Por ello, decidió sacrificar al volante de la Juventus y colocar en su puesto al hombre de River, para así dar entrada a Wilmar Barrios. El volante de marca de Boca Juniors colaboraría con Lerma en la recuperación. Producto de eso, Juan Fernando Quintero se sintió más 'desatado' y estuvo más participativo. Aun así, la producción en ataque siguió sin ser rutilante y el gol cafetero vino de un tiro libre inventado por Falcao. 

El gol de Quintero, que fue poco más que un bálsamo. Foto: es.fifa.com
El gol de Quintero, que fue poco más que un bálsamo. Foto: Getty Images.

El tiki-taka japonés

Akira Nishino, entrenador de Japón, dijo el lunes, en conferencia de prensa, que su equipo apostaría por tener la posesión y la iniciativa. Pese al escepticismo de la prensa colombiana, Nishino cumplió su promesa. Nunca sabremos qué habría pasado sin la expulsión de Carlos Sánchez, pero la pelota fue propiedad del equipo japonés durante todo el partido. Si bien, esa posesión no se tradujo en una inmensa cantidad de chances de gol, los japoneses fueron quienes impusieron el ritmo del encuentro. 

Se defendieron con la pelota cuando era necesario y tuvieron avances, lentos, pero seguros, que los consolidaron como el equipo que tenía la iniciativa. Colombia se mostró sólida en el marcaje en el medio campo durante la primera parte. Eso evitó que la posesión de Japón se tradujera en ocasiones claras. Sin embargo, y pese haber hallado el empate, las cosas se pusieron cuesta arriba para Colombia.

En la segunda mitad, empezó a notarse el desgaste físico, lo que hizo que la labor defensiva colombiana fuera decayendo con el paso de los minutos. El balón y la iniciativa eran japoneses. Colombia intentaba hacer daño mediante contragolpes, pero las pocas aptitudes para sacar el balón jugando de Lerma y Barrios, el flojo aporte de Izquierdo y Mojica y la soledad de Quintero, sin respaldo de Arias en ofensiva, hicieron que las aventuras ofensivas terminaran en nada.

Pékerman intentó que su equipo fuera más ofensivo y arriesgó dando entrada a James y a Bacca, por Quintero e Izquierdo. Un 4-2-3, con James y Bacca por las bandas buscando surtir a Falcao (aislado todo el segundo tiempo). Sin embargo, contrario a esos planes, Japón siguió imponiendo el ritmo y acercándose al gol. Lo hallaron (merecidamente)  con un cabezazo de Osako que venció en el salto a Santiago Arias (el peor de Colombia hoy). A partir de ahí, Colombia intentó rescatar un punto a la desesperada y con más testosterona que fútbol.

La euforia japonesa tras el gol de Osako. Foto: es.fifa.com
La euforia japonesa tras el gol de Osako. Foto: Getty Images.

A desafiar a la Historia

Poca continuidad en las semanas previas, lesiones a pocos días del debut, casualidades sucedidas en el campo. Todo ello sumado a un planteamiento inteligente y atrevido de Japón terminaron por condenar a una Colombia falta de plasticidad táctica. Ahora, queda pensar en Polonia y Senegal. Los registros no ayudan. En los tres Mundiales en que Colombia cayó en su debut, se fue en primera ronda.

Ahora, solo queda levantarse, romper la Historia e imponerse en un duelo 'a muerte' con una Polonia que también viene tocada anímicamente tras su sorpresiva caída ante Senegal. A por todo. Se agotó el margen de error.