Se especuló mucho antes del encuentro sobre las rotaciones  que realizaría Zlatko Dalić en el once de su equipo y el entrenador croata no defraudó. Hasta 9 cambios con respecto al combinado  que apabulló a Argentina en la anterior jornada. Únicamente sobrevivan  en el once Modric  y Perisic. Los cambios más significativos fueron el de Kramaric por Madzukic, al ser dos delanteros completamente distintos, la entrada de Kovacic, que permitió a Modric volver a su habitual sitio en el mediocampo, y dos nuevos laterales más ofensivos (Jebvad y Pivaric) que daban una mayor profundidad al equipo.

La posición de Kramaric hizo variar el juego al que Croacia nos tenía acostumbrados. Sin Madzukic en el campo, no existe la figura de delantero centro en el juego de los balcánicos. Kramaric, que nunca se ha desenvuelto como un punta fijo, bajaba hasta la mediapunta para asociarse con los hombres del mediocampo, lo que permitía tener un gran control de la posesión.

En los primeros compases del encuentro, en ocasiones Croacia cambiaba su dibujo, pasando del 4-2-3-1 al 4-3-3 debido a los continuos cambios de posiciones entre Perisic, Kramaric y Pjaca, que se tiraban al medio para permitir la subida de los laterales por la banda. Además, Kovasic bajaba a ayudar a la salida de balón lo que permitía a Croacia tener hasta un 70% de posesión en los primeros 20 minutos. El problema para los de Dalic  es que carecían de profundidad, al no tener un delantero fijo que arrastrara centrales y debido al posicionamiento de la defensa islandesa.

Es por este motivo que el primer acto fue de claro dominio islandes. Heimir Hallgrímsson cambio su esquema con respecto al anterior partido, pasando  de un 4-4-2 a un 4-2-3-1 con Sigurðsson jugando en la mediapunta y Finnbogason como hombre más adelantado.

La presión nórdica

En los primeros minutos su ataque se basaba en la estrategia realizada durante todo el campeonato, con balones largos hacia Finnbogason o Magnússon ambos excelentes cabeceadores. Sin embargo lo que realmente dio el control del partido a Islandia fue su efectiva presión.

Durante el ataque croata, los “vikingos” pasaban a un 4-4-2, con Sigurðsson presionando como si fuera delantero. Esto sumado a la superioridad por alto de los islandeses suponía que cada vez que Croacia sacaba en largo, el dominio de la pelota cambiaba e Islandia se lanzaba en tromba al ataque gracias a que Sigurðsson estaba más adelantado y podía conducir el balón con facilidad.

Croacia se percató y comenzó a abusar del juego conminativo, lo que hizo que Islandia adelantara y subiera el ritmo de la presión, generando numerosas pérdidas de sus rivales. Los balcánicos fueron perdiendo el control por momentos en el centro del campo, al no poder encontrar ni Modric ni Kovacic a sus compañeros de arriba, aprovechando este desajuste Islandia para llevar el peligro hacia los dominios de Kalinic  que acabo siendo el mejor de  su equipo en la primera parte.

El inicio de la  segunda mitad siguió el mismo guion que el final la primera. Islandia robando balones, con un omnipresente Halffrendson no dejando pensar a ningún jugador croata y cortando la mayoría de los ataques del rival. La mayoría de los robos islandeses generaban ocasiones a balón parado, estrategia clave en el juego islandés ya que los jugadores son más poderosos físicamente que su rival.

Croacia da la vuelta al partido

Dos factores fundamentales hicieron que la balanza del partido cayera a favor de Croacia. El primero fue  Badelj. El jugador de la Fiorentina pasó a caer más cerca del área, dejando a Kovacic y Modric formado pareja de mediocentros detrás. Con su nueva posición, descongestiono el juego croata al utilizar los disparos de larga distancia que generaban segundas oportunidades.

La segunda fue la profundidad de los laterales. Perisic y Pjaca comenzaron a bajar a recibir más centrados dejando su carril libre para las subidas de Pivaric y Jebvad. Gracias a estas modificaciones vino el primer gol. Pase en profundidad de Badelj a la subida de Pivaric que tuvo fortuna con el rechace del futbolista islandés, devolviéndosela este al jugador de la Fiore para que anotara el primer tanto de su equipo.

El gol obligaba a Islandia a arriesgar más en ataque, bajando el nivel defensivo y el de la presión, otorgando a Badelj y Kramaric más espacios para recibir entre líneas y crear peligro.

Hallgrímsson fue con todo siendo consciente del resultado en el otro encuentro del grupo, sacando un defensa y poniendo en el campo a otro delantero. Dalić respondió de la manera inversa, retirando a Pjaca y sacando a Lovren para jugar con tres centrales y dos carrileros. La jugada salió bien al entrenador islandés, al ser Lovren quién comete el penalti por mano que Sigurðsson transformaría en el empate

Islandia adelanto su línea de presión e hizo el resto para el segundo tanto. Sin embargo, Croacia supo defenderse  con el balón y superar la presión islandesa, gracias a la entrada de Rakitic.

La presión de Islandia, que tan efectiva resultó en la primera parte, pasó factura en la segunda, únicamente parando con faltas a su rival, mucho más fresco y sin tantas prisas. Atacando más con el alma que con la cabeza, Islandia perdió un balón que supo aprovechar Perisic para sentenciar.

Islandia lo dio todo para lograr llevarse la victoria, pero Croacia, jugando con el equipo B, supo sufrir y dominar en base a la calidad de sus mediocentros y de su trato con la pelota, lo que la coloca en una de las selecciones favoritas para llevarse el Mundial.

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