El encuentro comenzó con dominio del conjunto germano que empezó manejando el esférico desde el primer minuto, intentando circularlo con una cierta rapidez para generar desborde, e insistiendo mucho por ambos costados, con jugadores como Khedira, Müller y Draxler, ante un conjunto que abogaba por mantenerse replegado, y por intentar buscar a Lewandowski que se estaba desmarcando mucho, con balones largos a la espalda de Hummels y Boateng ante la imposibilidad de poder sacar la pelota jugada, ante la asfixiante presión del rival que le estaba cerrando los espacios por todas las vías. El ritmo de intensidad estaba siendo alto gracias al dominio del conjunto teutón, aunque este fue bajando el ritmo, y empezó a recuperar los balones con menos facilidad, lo que le dificultaba a la hora de ser regular en el ataque, y lo que le permitía al equipo rojiblanco coger aire con la posesión.

Buen inicio que quedó en nada

Después de los primeros minutos de juego, la selección dirigida por Joachim Löw siguió en su desconexión, y fruto de ello, el conjunto visitante  siguió creciendo en el encuentro a base de combinar cerca del área contraria, y de centrarle balones a Lewandowski, y a Milik que se mantenía más descolgado. Alemania se mantuvo fuera del encuentro, replegándose en su área, y despejando balones sin arriesgarse a sacarlos tocando, aunque después de unos minutos, fue el combinado nacional de Polonia el que bajó la intensidad, y gracias a ello, el equipo local volvió al encuentro, y consiguió volver a dominarlo, tocando alrededor del área contraria, como si de un frontón se tratase, abusando del juego horizontal, pero no lo intentó ni una sola vez desde media distancia a pesar de tener en tus filas a tiradores de la talla de Toni Kroos, Draxler y Özil.

En los últimos minutos de juego, el partido decayó estrepitosamente, y los de Joachim Löw siguieron manejando al situación, teniendo la redonda y buscando a sus atacantes Müller y Götze, con una gran imprecisión por parte de los centrocampistas Kroos que hoy ha estado de lo más impreciso, y Khedira. Mientras tanto, la selección polaca trataba de aguantar en los últimos minutos defendiendo con las líneas muy adelantadas, y presionando a los hombres de más calidad en el combinado rival. Gracias a ese trabajo, consiguió entorpecer el fútbol de una selección alemana que no estaba teniendo su día más inspirado.

Dominio polaco, control alemán sin peligro

El segundo tiempo comenzó con manejo de la selección germana, aunque ambos combinados empezaron con una clara voluntad de buscar la victoria. El equipo de Löw estaba consiguiendo llegar al área rival a base de combinar, aunque la posesión del balón estaba siendo del conjunto visitante, que estaba tocando asegurando mucho pase, y estaba recuperando el cuero con mucha facilidad, con mucha más inteligencia que físico, presionando a base de mucho oficio. Gracias a ello, estaba consiguiendo crear ocasiones peligrosas de gol en los pies de Lewandowski, pues estaba siendo muy directo cuando tenía el balón, y esa circunstancia agilizaba mucho la circulación. Mientras tanto, el conjunto blanquinegro estaba saliendo al ataque cuando recuperaba, aunque cuando pisaba campo contrario no tenía claridad en el último pase a causa de la ausencia de un mediapunta.

Tras el primer cuarto de hora del segundo tiempo, el duelo decayó mucho en intensidad, y se redujo a fases de ataque posicional de Alemania, con una circulación de balón muy lenta, y sin profundizar lo más mínimo cada vez que se acercan a la frontal del área. Mientras tanto, el conjunto dirigido por Nawalka apostó por replegarse nuevamente en su campo, y por buscar con balones largos a Arkadiusz Milik, y a Robert Lewandowski que estaban consiguiendo sembrar la discordia en la defensa alemana con sus constantes movimientos, que le proporcionaban muy buenas opciones de pase a sus compañeros. Pese a ello, el enfrentamiento siguió con la misma intensidad, y ninguno de los dos se arriegaba a volcarse en ataque para buscar la victoria, a pesar de los cambios de ambos entrenadores que han desplegado sobre el verde de Saint-Denis, todo el arsenal que tenían en el banquillo.

Los últimos minutos de juego fueron de dominio absoluto del conjunto alemán que despertó en los instantes finales del encuentro, y que buscó el gol de la victoria a base de centrar balones al área. Mientras tanto, el equipo visitante que poco a poco se fue creyendo que le podía empatar un encuentro a una campeona del mundo que perdió muchos registros en ataquecon la entrada de Mario Gómez que se posicionó en el ataque junto a Müller, y que fue un blanco fácil para proporcionar balones, especialmente aéreos. Finalmente, el enfrentamiento terminó con un dominio territorial sin profundidad de la campeona del mundo que apenas creó ocasiones de gol en los minutos finales.