Almería y Valladolid. Dos equipos que llegaban al partido del sábado a las 18:00 con ganas de conseguir los tres puntos y escapar poco a poco de la zona baja de la tabla, pero sin las prisas habituales. Y es que, la victoria de los de Francisco en Valencia y los cuatro puntos de seis posibles que había cosechado el Valladolid hacían que ninguno de los dos bloques se encontrara con la urgencia de ir a buscar el partido desde el primer momento.

Este sería el factor que marcaría la gran mayoría de la primera parte hasta que el Almería depositó el balón en la red por primera y única vez en el encuentro. El equipo que dirige Juan Ignacio Martínez presentó dos cambios con respecto al partido que los enfrentó a la Real Sociedad. Entraba Rubio para formar pareja de mediocentros junto a Rossi, y también volvía a la titularidad Omar en detrimento de Valdet Rama. Esto hacía prever que el Valladolid saldría a intentar dominar la posesión del cuero, pero no fue más que eso. Una previsión que acabó brillando por su ausencia.

Por su parte, el Almería salía con su tridente atacante que tan buenas sensaciones está dejando en este inicio liguero: Suso y Aleix Vidal por las bandas, y arriba Rodri para materializar las ocasiones que pudieran crear los extremos y Soriano desde la mediapunta.

El encuentro no fue nada para guardar en la memoria durante más de cinco minutos. Dos equipos a los que se les notaba el miedo de irse arriba sin precauciones por si el rival aprovechaba esos accesos de valentía y conseguía hacer sangre. Por eso la primera parte fue un sopor. Un Almería que controlaba el tempo del partido pero que apenas creaba peligro en la portería de Mariño. Y un Valladolid que salió a no recibir gol, porque lo de meter uno no parecía tarea a realizar en esos primeros cuarenta y cinco minutos.

El Valladolid no supo a qué jugaba durante los 90 minutos

Tácticamente el Valladolid estuvo muy atento en la línea defensiva en esta primera mitad. Rueda y Valiente no mostraban fisuras y Peña y Rukavina se olvidaron de atacar, por lo que defender fue su única y principal tarea. El problema surgió con los hombres de banda del mediocampo, que no ayudaron mucho a sus compañeros de banda. Ebert y Omar hacían labores mínimas en tareas de contención, y con jugadores de gran calidad como Aleix Vidal o Suso por las bandas es una temeridad no apoyar al lateral para que los atacantes se encontraran ante los difíciles dos contra uno.

En ataque poco se pudo ver al Real Valladolid en la primera parte. El equipo se encontraba partido, sin conexión entre los que pasan y los que la meten. Un cortocircuito que duró todo el partido. La pareja en la medular, que formaron Rubio y Rossi, se presentaba como la propuesta más atractiva para tratar bien al balón que podía sacar Juan Ignacio. Pero poco tuvieron que ver ambos jugadores en la construcción de las jugadas. No se daban más de cinco pases seguidos y eso hacía que Guerra y Larsson pasasen desapercibidos.

Con este panorama en el que nada parecía que pudiese ocurrir hasta la segunda mitad, llegó el gol del hombre más en forma del Almería, Rodri. El ariete remató a milímetros del suelo, aparentemente con la cabeza, un balón puesto por Suso desde la banda izquierda. Esa apariencia de remate legal quedó por los suelos al ver que Rodri remata con la mano de manera clara. Toda la zaga del Real Valladolid se quejó inmediatamente después del remate del delantero, que tuvo que mirar varias veces al colegiado para cerciorarse de que su palmeo a la red fuese legal.

Muñiz decidió que no hubo nada de ilegal en la jugada y por eso subió el 1-0 al marcador del Estadio de los Juegos Mediterráneos. Un gol ilegal que no sería lo único que encendería la ira de los jugadores blanquivioletas con respecto a Muñiz Fernández.

Más de lo mismo

En la segunda parte se esperaba un Valladolid que diera un paso al frente en busca del empate y tomara ciertos riesgos para que Esteban tuviera que empezar a trabajar. Pura ilusión. En el comienzo de los últimos cuarenta y cinco minutos ya se vio que el Valladolid no acababa de subir sus líneas y aumentar su agresividad, tanto en los balones divididos como en la presión al rival.

Para más inri, Juan Ignacio quitó a Rossi en el minuto 55 para dar entrada a Sastre. Una decisión difícil de explicar puesto que el italiano estaba siendo el uno de los hombres más destacados de los visitantes y que Sastre tenía un perfil muy parecido al de Rossi. Cambio de cromos que tuvo un efecto invisible e inexistente. El equipo no conseguía dominar el balón y cuando lo tenía en su poder parecía como si no supieran para qué servía ese elemento esférico.

Así fue el Almería el que tuvo la ocasión de cerrar el partido con el segundo gol. Tanto Verza como Aleix Vidal tuvieron dos oportunidades de oros para que los aficionados almerienses vivieran un final de partido plácido. Pero no fue así, ya que el ataque de los de Francisco estuvo muy impreciso.

La expulsión de Ebert terminó por condenar al Valladolid

El Valladolid por su parte seguía a lo suyo: a nada. Y la expulsión de Ebert empeoró más las cosas, si cabe. El alemán vio la segunda amarilla por un salto con Nelson al que Ebert va muy contundente con el cuerpo. Pero el brasileño al notar el cuerpo del alemán empieza a dar vueltas y Muñiz enseña a Ebert la amarilla que le envió a los vestuarios con antelación. Rama entró por Omar y aportó más que el tinerfeño, si bien no era nada difícil. El caso de Omar es digno de estudio. El ‘14’ está en el campo por estar. Apático y errático a cada minuto que pasa.

El partido terminaría con otra intentona del Almería por hacer el segundo y con tímidos acercamientos del Real Valladolid a la portería de Esteban. Para ilustrar lo que fue el partido del Valladolid en Almería basta con decir que el primer disparo a puerta de los de Juan Ignacio fue en el minuto 85. Todo un logro. Negativo.

Sea por lo que fuere el Valladolid realizó el peor partido de lo que va de temporada. No se salva ni un minuto del juego del equipo, que no viajó con los jugadores hasta la costa almeriense.

Fotos: EFE