El Rayo Vallecano cierra el telón de un escenario que volverá a vivir otra temporada más en Primera División. Es el tercer milagro vivido en Vallecas, ya que teniendo el peor presupuesto de la Liga ha conseguido forjar un equipo fuerte que ha logrado salvarse con holgura.

Pese al final feliz, el camino recorrido por el Rayo Vallecano ha sido duro y tortuoso. Tras un verano en el que los pesos pesados de la plantilla -Piti, Javi Fuego o Chori Domínguez- se marcharon, llegaron nuevos jugadores con reconocido talento. Además, todos ellos llegaron con el aval de la renovación de Paco Jémez y de Trashorras, dos de las piezas más importantes del Rayo de los récords.

La plantilla además llegaba a un club que había realizado una temporada mágica y muy difícil de igualar, por lo que la presión era añadida ya que Paco Jémez planteó como objetivo hacer los mismos puntos o superar lo realizado en su primer año con el Rayo Vallecano.

La temporada comenzó de forma ilusionante con un contundente 3-0 frente al Elche con Perea y Alberto Bueno como principales puntas de lanza de un equipo rodeado por la incertidumbre. Una pretemporada llena de ausencias y la llegada de jugadores con cuentagotas lastraron la preparación de una plantilla que apenas se conocía entre sí. De hecho, en el once de gala de Jémez, solo cuatro -Rubén, Tito, Trashorras y Gálvez- pertenecieron al plantel 2012-2013.

Poca eficiencia en ataque, un desastre en defensa

Pese al optimismo contagiado por el gran resultado contra los ilicitanos, esa certeza cambió de manera radical en las siguientes jornadas. Seis derrotas consecutivas con errores graves a la hora de defender y de sacar el balón jugado condenaron al equipo a vivir una racha en la que el Rayo Vallecano recibió veintiún goles y tan solo anotó dos.

El conjunto franjirrojo se colocó en la última posición de la tabla clasificatoria y vivió verdadero pánico. El equipo estaba perdido, recibía goles con demasiada facilidad. Todo ello se unió a un tortuoso calendario en el que de golpe se jugó contra Atlético, Málaga, Sevilla y Valencia como visitante y contra el Barcelona o Levante como local.

El Rayo Vallecano parecía un muerto naufragando sin rumbo en medio del mar, pero la primera resurrección del equipo llegó con dos victorias agónicas por la mínima. La número uno, en Vallecas contra la Real Sociedad con un penalti ejecutado por Viera en el último minuto. La segunda, frente al Almería con un lanzamiento de falta directa espectacular de Gálvez.

Los seis puntos sirvieron para que el Rayo saliera del descenso y así acumular sensaciones positivas a nivel defensivo. En dos partidos el Rayo consiguió ganar con la portería a cero, pero en ataque el Rayo no conseguía anotar mediante jugada. Con penaltis y faltas directas un equipo no forja su destino como equipo de Primera División.

Tras dos victorias vitales para la permanencia rayista, llegaron tres derrotas más para los vallecanos, además contra rivales directos como Osasuna o Valladolid. Tras un inicio de calendario complicado, los rayistas esperaban mejores resultados contra equipos "de su Liga", pero no fue así. Tras el enfrentamiento ante estos dos equipos, llegaba el Real Madrid a Vallecas, un equipo que gana con una facilidad aplastante.

La realidad fue que el Rayo Vallecano plantó cara al conjunto blanco aunque en un inicio no parecía que fuese a ser así. El Madrid comenzó ganando 3-0 y el conjunto local parecía que estaba deshauciado. Nada más lejos de la realidad: el conjunto franjirrojo anotó dos goles y puso contra las cuerdas a los de Ancelotti, hasta el punto de lanzar un disparo al palo que cerca estuvo de convertirse en la igualada.

El Rayo estuvo cerca de arañar un punto, además de mejorar enormemente las sensaciones y la confianza. El buen momento rayista se consolidó en Balaídos, cuando los vallecanos consiguieron llevarse los tres puntos. Cierto es que los celestes eran en ese momento el peor equipo como local de la Liga, pero para un conjunto que le costaba mucho sumar goles y puntos fue un mérito increíble.

Tras el bálsamo vigués, llegó el martillo catalán: 1-4 del Espanyol en Vallecas. El partido terminó de encender las alarmas y muchos comenzaron a escribir la crónica de una muerte anunciada. Meses después, descubrieron su equivocación.

La primera final del Rayo Vallecano llegó nada más comenzar diciembre, en Sevilla y contra un Betis que vivía una situación parecida de la que finalmente no pudo salir. El conjunto verdiblanco se adelantó hasta en dos ocasiones, pero un buen Alberto Bueno supo curar las heridas rayistas y anotó dos goles que bien pudieron valer oro en la salvación franjirroja.

Redención copera

Entre mal juego y terribles resultados, la Copa del Rey apareció por medio y sirvió para que los vallecanos se diesen un respiro de la fatídica situación liguera que vivían. El Valladolid fue la víctima que devoró el Rayo con complaciencia y gusto después de mucho tiempo sin ganar con una solvencia arrolladora.

Tras el empate en tierras vallisoletanas y una derrota liguera en casa frente al Granada del capitán Piti, los de Paco Jémez derrotaron 3-1 a un Valladolid que poco tiempo antes se llevó la victoria de Vallecas con mucha más facilidad. Además, sirvió para que un jugador como Adrián, que apenas sumaba minutos, consiguiera convertirse en héroe en una de sus pocas actuaciones brillantes con la elástica vallecana.

Pese a la victoria copera y la confianza que los jugadores poseían, no fueron capaces de levantar la cabeza en Liga, aunque mejoró el juego. Paco Jémez vivía sus peores momentos como entrenador del Rayo, al que se le acusaba de testarudo a la hora de aplicar su sistema de juego. Una derrota mínima ante el Athletic en el nuevo San Mamés (2-1) y una dura caída ante el Villarreal (2-5) sirvieron como regalo de Navidad para aquellos pocos rayistas que seguían confiando en un equipo que parecía escasear de fútbol, ganas, ritmo y calidad.

Eliminación de Copa del Rey y caída libre en Liga

La Copa del Rey volvió, pero esta vez no tuvo un resultado grato para los rayistas. Tras un empate a nada en Vallecas ante el Levante, los franjirrojos quisieron asaltar el Ciudad de Valencia y se llevaron en contra un único gol que les condenó a la eliminación. Entre ambos choques, el Rayo consiguió ganar a su rival favorito: el Getafe. Los jugadores entrenados por Luís García no tuvieron acierto y Alberto Bueno volvió a ser el ídolo de la grada con un gol que dio tres puntos muy valiosos a los franjirrojos.

Con la victoria en Getafe, el Rayo Vallecano cerró la primera vuelta con una pobre suma de veinte puntos y en puestos de descenso. Por ello, durante el mercado invernal del mes de enero, Felipe Miñambres trabajó duro para reforzar la plantilla para afrontar la última etapa de la campaña. Tras un profundo sondeo y fichajes fallidos como el de Ciprian Marica, finalmente recalaron en Vallecas Rubén Rochina, Borja López y Samuelle Longo.

Mientras tanto, la racha rayista seguía hundida en una profunda crisis que parecía no tener retorno. Tras la victoria en el Colliseum, el Rayo se enfrentó a Levante (1-0), Elche (2-0) y Atlético de Madrid (2-4). Acababa enero y los vallecanos seguían sin encontrar el rumbo a seguir para conseguir el objetivo de la permanencia.

Cuando todo parecía que iba mal y que nada tenía solución, la plantilla del Rayo con Paco Jémez a la cabeza dio un paso al frente. Tras visitar al Levante y empatar sin goles, comenzó la campaña #SoyDelRayoYNoMeRindo junto al #AhoraRayoAhora de Bukaneros. Desde la directiva se abarataron las entradas para llenar Vallecas y el equipo respondió de forma milagrosa.

Primavera franjirroja

Un Málaga de capa caída visitó Vallecas y pareció que los jugadores habían sido tocados por una varita mágica. Los rechaces eran a favor y no en contra, los rebotes favorecían a los que portaban una zamarra con una franja en el pecho y la defensa ganaba fuerza. Además, un jugador que había perdido la confianza de Jémez la recuperó de inmediato tras cuajar una espectacular actuación. Desde entonces, Iago Falque no se movió del once titular.

Después de una plácida victoria, al Rayo le tocó pasar por el dentista en el Camp Nou. El Barcelona se exhibió ante los franjirrojos mediante un contundente resultado (6-0) que acabó con un baile final de Alves y Neymar que sentó muy mal en la hinchada rival tras un golazo espectacular del delantero.

Con la derrota en Barcelona, llegó una grata sorpresa a Vallecas. Tras rescindir su contrato con el West Ham United, el rumano Razvan Rat llegó a la barriada madrileña para conquistar su carril zurdo. Ya fue titular frente al Sevilla, el primer partido que fue convocado con el Rayo desde que se cerró su fichaje.

Aquel partido, que terminó 0-1, exhibió una imagen muy mejorada del equipo. Seguro en defensa, sin complicaciones y sin renunciar al buen juego. Los rayistas, por fin, parecía que encontraban su hoja de ruta. Pese a ello, derrota por la mínima ante un Sevilla que ha hecho una de las mejores segundas vueltas de su historia.

La derrota frente al Sevilla fue como el silencio previo al lanzamiento de un traca final. Aquel Rayo Vallecano, que agonizó durante toda la temporada y se plantó en marzo descendido, enlazó una racha de cuatro victorias y un empate.

Primero frente al Valencia (1-0), el Rayo Vallecano consiguió una victoria difícil de imaginar por la hinchada local. Un potente cabezazo de Larrivey junto a una seguridad defensiva jamás vista a lo largo de la temporada permitieron sumar dicho triunfo.

Después, tocó visita a Anoeta, lugar donde los vallecanos jamás habían logrado llevarse los tres puntos. La Real Sociedad comenzó anotando pronto, pero Larrivey mediante un penalti supo igualar de forma temprana. Otro gol, esta vez de Rubén Pardo, adelantó de nuevo a los txuri-urdin, pero la reacción franjirroja no pudo ser mejor: Alberto Bueno y Rubén Rochina -que marcaba su primer gol- remontaron el partido.

La euforia en Vallecas, que hasta entonces era contenida, explotó tras el 3-1 frente al Almería. Un rival directo por la permanencia fue la víctima perfecta para un equipo con ganas de consolidarse como equipo de Primera División. Además, el buen juego y la alegría en el vestuario acompañaron a los buenos resultados.

Un empate en Valladolid y una placentera victoria por goleada (3-0) frente al Celta de Vigo terminaron de desatar a una afición que estaba como loca por poder presumir de un Rayo ganador y salvado, aunque para esto último fueron necesarias tres jornadas más.

Permanencia conseguida y bajada del rendimiento

Un empate frente al Espanyol en Cornellá dio paso a otras dos victorias más frente a un deshauciado Betis (3-1) con un Paulao como protagonista inesperado y contra el Granada (0-2). La permanencia ya era matemática y se celebró mucho tras una de las ligas más sufridas de los últimos años, que en Vallecas han sido muy tranquilos a nivel de resultados.

Con la permanencia en el bolsillo y a falta de tres jornadas, la tensión en el vestuario vallecano bajó el nivel y con ella, la presión a la hora de afrontar partidos. Con ello llegó la derrota por 0-3 en Vallecas frente al Athletic que supuso la certificación de los bilbainos como equipo Champions. Una semana después, el Villarreal ajustició al Rayo con el mismo castigo (4-0).

Dos jornadas perdiendo y el Rayo se plantaba en la última salvado, pero jugando contra un equipo que se jugaba no descender. El Getafe estuvo cerca de un destino fatal, ya que tras el gol de Marica, el Rayo consiguió devolver el golpe y anotar un gol más que de no haber sido anulado, hubiese cambiado la historia de los azulones y Osasuna.

Tercer milagro en tres años

Final feliz en Vallecas, un desenlace inesperado tras un año sufrido tanto en el césped como en la grada. El decimosegundo puesto, que cualquier rayista hubiese dado por imposible en Navidad, fue el premio final de una plantilla que no se rindió y peleó por cambiar un destino que muchos agoreros le habían pronosticado.

Tercer milagro conseguido por una franja experta en obrar proezas inalcanzables para aquellos que no conocen con claridad el camino de la humildad, el trabajo y la lucha. Ahora, el Rayo Vallecano, con una plantilla que con toda claridad será desmantelada, deberá afrontar otro verano de fichajes complicado para pelear un año más por jugar en el olimpo del fútbol español.