Son las 17:15 (GMT) del sábado 11 de octubre de 2014 y Oriol Riera Magem (3 de julio de 1986, Vic, Barcelona) se dispone a disfrutar de un partido de fútbol en el salón de su hogar inglés. Para él, el del sábado no es un partido cualquiera, y probablemente lo vivirá con el corazón dividido. Gracias a que en Inglaterra respetan su fútbol mucho más que en España (el chovinismo se queda sin argumentos ante evidencias como esta), la Football League Championship -al contrario que la Liga Adelante- no tendrá jornada de liga este fin de semana. La federación inglesa decidió que la segunda categoría en importancia del país también interrumpiera su actividad durante el parón de selecciones, por lo que el exjugador de la UD Alcorcón y del CA Osasuna podrá ver sin problemas -más allá de los sentimentales- el choque entre sus dos últimos equipos.

Probablemente, el salto al primer equipo del FC Barcelona le llegó demasiado pronto

El camino que el futbolista catalán ha recorrido hasta llegar a esta bucólica postal no ha sido ni corto, ni fácil, ni convencional. Tras despuntar en la U.E. Vic de su localidad natal, y pasar fugazmente por el RCD Espanyol, Riera se formó en una de las academias más prestigiosas del planeta, la del FC Barcelona. En la Masía, fue quemando etapas vertiginosamente hasta que debutó de forma oficial con el primer equipo en un partido de Copa del Rey, cuando apenas contaba con 17 años. Todo un hito para un jugador con unas características físicas tan diferentes a las habituales en la cantera de un club como el Barcelona, tradicionalmente muy poco permeable a introducir piezas distintas en su engranaje.

Probablemente, el salto al primer equipo –y de paso a los focos- le llegó demasiado pronto. Quizás, la presión le resultó insoportable, o quizás intuyo que las oportunidades en aquel equipo serían demasiado escasas y que no podría progresar como le gustaría. El hecho es que con apenas 20 años, el vicense tomó una de las decisiones más valientes y determinantes que tomaría en toda su carrera, renunciar a un contrato de seis años con el Barça y poner rumbo a la Cultural Leonesa de Segunda B.

Con 20 años, renunció a seis años de contrato con el Barça y empezó de cero

El currículo dirá que su etapa en León le sirvió para que otro histórico del fútbol nacional pusiera sus ojos en él, y será cierto. Pero lo que el currículo no explica es cómo Riera tuvo que aprender apañárselas solo por vez primera en su vida, lejos de su casa, a la vez que trataba de asimilar a la carrera conceptos futbolísticos completamente nuevos para él. Tuvo que empezar de cero en todos los sentidos, pero la cosa no se dio nada mal. El vicense consiguió anotar 14 goles en 66 partidos para los castellanoleoneses, y se marchó atendiendo al reclamo vigués con la sensación de que poco tenía que ver el futbolista que había llegado dos años antes a León, con el que se marchaba.

La etapa en Vigo supuso un nuevo paso hacia adelante en la carrera de Riera. Fichado para jugar en el filial celeste, tras una primera temporada excepcional en la que consiguió 10 goles en 36 partidos, en la segunda, Eusebio le dio la oportunidad de debutar con el primer equipo, que por aquel entonces militaba en Segunda División. El exculé disputaría los últimos cuatro encuentros de liga con los mayores, hecho que sumado a los 12 goles en 28 partidos que anotó con el filial vigués, dan una idea del nivel exhibido durante la temporada.

Tras dos buenos años en Vigo, el Córdoba se haría con sus servicios, esta vez para ser parte de la primera plantilla, también en Segunda División. A este proletario del fútbol, como él mismo se ha definido en alguna ocasión, le tocó vivir la cara menos lustrosa del deporte rey en la antigua capital de califato; atrasos en los cobros, ley concursal…etc. A pesar de las penurias en el plano extradeportivo y de que comenzó la temporada siendo la última opción de Lucas Alcaraz en el ataque cordobés, Riera se supo sobreponer y terminó la campaña siendo titular indiscutible, con 6 goles en 37 encuentros de Liga en su “haber”.

Comenzar de forma discreta y acabar despuntando es tónica habitual en su carrera

Finalizado su contrato de un año con el Córdoba, el cañonero de Vic firmó por la UD Alcorcón, en lo que supondría el último escalón antes a cumplir su sueño de jugar en primera división. La primera temporada de las dos que estuvo en el club del sur de Madrid, sin ser mala, no fue especialmente buena. Titular en tan solo 5 ocasiones, participó en hasta 35 partidos, fue lo que popularmente se conoce como “el jugador número 12”. Los 6 goles que registraría su cuenta goleadora particular al finalizar la temporada, los consiguió saliendo desde el banquillo.

La siguiente temporada, su segunda como alfarero, la cosa cambió, y mucho. Erigido en el delantero centro titular del equipo, sus números se dispararon. Riera aportó 18 tantos en 38 partidos, ayudando al conjunto madrileño a auparse hasta la quinta posición en la tabla clasificatoria al final de la temporada. El sueño del ascenso se apagó tras perder la semifinal por la promoción ante el Girona, pero el catalán terminó en cuarta posición el trofeo pichichi, empatado con el culé Deulofeu, y con un gol más que otros dos exrojillos como Portillo y Acuña.

Oriol eligió Osasuna y acertó. La filosofía y las características del club le encajaban a la perfección

Tras semejante temporada, a Riera le salieron pretendientes hasta debajo de las piedras. Le llegó, por primera vez en su carrera, la oportunidad de elegir en qué equipo de la “mejor Liga del mundo” quería jugar. De entre todas las opciones, se decantó por Osasuna. El mundo del fútbol percibió en esta, una decisión indiscutiblemente coherente. Sabedor de que tras la marcha de Kike Sola, el conjunto rojillo quedaba carente de delantero centro de postín, el catalán entendió que si al desembarcar en Pamplona estaba a su nivel, al nivel que se había demostrado a sí mismo tener, más pronto que tarde se convertiría en la referencia del ataque navarro. Además, la filosofía del club, basada históricamente en la brega, la pasión y el esfuerzo, y las características del propio club, humilde y familiar, casaban a la perfección con lo que Riera quería para su vida y su carrera deportiva.

Por fin, llegaba el momento de cumplir el sueño que perseguía desde que en 2006 saliera de debajo de la faldas del Barcelona. Quienes le habían seguido la pista por la Segunda lo tenían claro, Riera “la iba a romper” en Osasuna. Nada más llegar a El Sadar, en plenos Sanfermines, se colocó el pañuelico rojo sobre su polo negro, como un guiri estiloso al que se le ven trazas de echar alguna cabezadita en el pasto de la vuelta del castillo. Después, se enfundó la camiseta rojilla, y eso ya fue otra cosa. El traje de Osasuna le quedaba como un guante. Un traje, como un club, hechos a su medida.

En el plano profesional, el comienzo, como en anteriores ocasiones, no fue especialmente prolífico. En las primeras jornadas de liga envió al limbo varias ocasiones claras, de esas que un delantero centro siempre debe meter, pero nadie se puso nervioso. Nadie dudó de que Riera aportaba al equipo mucho más que goles, de hecho, a pesar de no empezar muy fino de cara a puerta, el respetable rojillo tardó muy poco en llegar a una misma conclusión: “Este chico ha nacido para ser el delantero de Osasuna”.

El pan que Daniela le trajo bajo el brazo a su padre tras su nacimiento días antes de la segunda jornada de Liga, bien pudo ser su estreno goleador en Primera división, sin embargo, este no se produjo hasta la quinta jornada. A partir de ahí, derecho hasta los 13 tantos con los que concluyó la temporada. En los tiempos que corren, en los que de Cristiano y Messi se hacen con el premio pichichi promediando más de un gol por partido, se corre el peligro de tener distorsionada la percepción sobre la valía de cifras goleadoras inferiores, ante lo cual, casi lo único que se puede hacer es contextualizar.

Los 13 goles que marcó Riera, mejoran los números de Milosevic, Raúl García, Soldado, Pandiani o Kike Sola

Los 13 goles que marcó Riera durante la 2013/2014, mejoran los números de otros ídolos rojillos como Savo Milosevic, Raúl García, Pierre Webó, John Aloisi, Roberto Soldado, Walter Pandiani o Kike Sola. Esta comparativa sí refleja la magnitud de la cifra lograda por el cañonero de Vic, ya que algunos de los citados han sido, o son, goleadores de reconocida talla mundial. Para redondear la contextualización es necesario recordar que la citada marca goleadora iguala el mejor registro de un mito como Jan Urban (90/91), y se queda un gol por debajo de la mejor campaña de Iván Rosado (00/01), y dos tantos por debajo de la de Sabino (57/58).

Pero no solo de goles vive este delantero, su aportación va mucho más allá. Por eso, cuando el equipo, o él mismo, atravesaron alguna racha de sequía goleadora, nadie se atrevió a pedirle más. El “19” rojillo, siempre hacía todo lo que estaba en su mano por mejorar a Osasuna. Si el equipo no conseguía crear peligro, Riera retrasaba su posición para tratar de ayudar a sus compañeros a ganar la batalla del centro del campo. Se ofrecía, tocaba con los pivotes, descargaba a banda y buscaba el desmarque. En definitiva, trataba de oxigenar el juego con el fin de llegar con mayor frecuencia a la portería contraria. Intentaba hacerlo todo. Apenas llevaba unos meses en un club donde las jerarquías siempre han sido muy respetadas, y en muchas ocasiones, fue él el que se echó el equipo a la espalda. A pesar de que no pudo evitar el descenso del equipo, sus actuaciones eran tan destacadas, que pronto se hizo evidente que su futuro próximo estaría lejos de Pamplona.

En el plano personal, Riera dejo un sabor de boca difícilmente mejorable. Siempre dispuesto a charlar o incluso a ofrecer entrevistas, durante el año que estuvo en Osasuna no era difícil verle pasear junto a su familia por la parte vieja de la ciudad, conversando con todo aquel que se acercara. Además, al contrario de muchos de sus compañeros de profesión, el vicense no vivía aislado de los problemas de la sociedad que le rodeaba. Incluso colaboraba con la Fundación Adana, centrada en niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad), a quienes dedicaba sus goles dibujando dos uves con los dedos de las manos y sacando la lengua.

Riera no estaba por la labor de jugar en Primera División con otro equipo que no fuera el CA Osasuna

Paradójicamente, si quedaba algún aficionado rojillo al que no hubiera conquistado antes, Riera se lo ganó al hacer oficial su salida del club. El osasunismo daba por hecho que el delantero catalán dejaría el equipo cuando finalizara la temporada, pero no podía imaginar que se produjera en los términos en los que se produjo. Fue a través de un video, tan inusual como emotivo, en el cual explicó las razones y los pormenores de su salida. Explicó, que había exigido que el club que se hiciera con sus servicios pagara su cláusula de rescisión de forma íntegra y en un solo pago, para ayudar en la medida de lo posible a paliar los problemas económicos del club. Explicó también, que a pesar de tener ofertas de clubes españoles dispuestos a pagar la cláusula, él no estaba por la labor de disputar la Primera División con otro equipo que no fuera el CA Osasuna. Existen infinitas formas de salir de un sitio, y Riera eligió, sin duda alguna, la mejor. Se iba, a cumplir otro de sus sueños, un señor con todas las letras.

El de Vic es el ejemplo de que se puede ser futbolista de élite y vivir alejado de endiosamientos

Oriol dejó Osasuna como le dejan a uno los amores veraniegos adolescentes, con la sensación de haber disfrutado demasiado poco tiempo de una relación que fue corta pero feliz, y que en otras circunstancias seguramente se habría tornado eterna. Todavía hoy, algunos rojillos se sorprenden fisgoneando los resultados de la segunda división inglesa para saber cómo le ha ido al catalán el fin de semana, como si curiosearan las fotos de las vacaciones de su exnovia de la universidad por Facebook. Tan corto el amor, y tan largo el olvido, que diría Neruda.

Oriol Riera es algo más que un jugador agradecido al equipo que le dio la oportunidad de darse a conocer en la élite futbolística, algo más que una persona agradecida a la ciudad que le acogió con los brazos abiertos. Oriol Riera es el ejemplo de que se puede ser futbolista profesional de élite y vivir alejado de endiosamientos y pedestales absurdos. El mundo del fútbol necesita más gente como Oriol Riera.

Y así, con la ilusión de cumplir uno de los sueños que casi todos los futbolistas tienen, el de Vic desembarcó en la cuna del fútbol. Su destino, Wigan, en el condado de “Gran Manchester”, se encuentra a mitad de camino de Liverpool y Manchester, en una zona plagada de clubes de fútbol de primer nivel. Un lugar de residencia idílico para cualquier futbolero que se precie. El Wigan Athletic, que partía como uno de los gallitos de la categoría, no en vano el año pasado se clasificó para la fase de ascenso aunque se quedaron sin posibilidades en semifinales, ha tenido un arranque de temporada decepcionante y en estos momentos ocupa los puestos inmediatamente precedentes a los de descenso.

Siguiendo la tradición, en esta ocasión las cosas tampoco han empezado demasiado bien para Riera. Los números hablan por sí solos; 4 titularidades en las primeras 11 jornadas de liga, y tan solo un solo gol en su cuenta particular. Gol, que nuevamente dedicó, dibujando una uve con sus dedos y sacando la lengua, a los chicos de Adana, dejando claro que aunque haya cruzado el charco, no se ha olvidado de ellos. A pesar de que el comienzo ha sido muy mejorable, no cabe la menor duda es de que Riera volverá a trabajar como un cosaco y a dejarse los cuernos en el césped hasta conseguir, como siempre ha hecho, darle la vuelta a la situación. Es la historia de siempre, aunque los “latics” aún no lo hayan descubierto, el catalán es el ídolo a cuyos pies se rendirán, más pronto que tarde.

Fotografía 1: teinteresa.es | Fotografía 2: Daily mail