La pretemporada del Atlético de Madrid parece hecha para el recuerdo. Si el sábado se disputaba el III Memorial Jesús Gil en El Burgo de Osma, localidad natal del fallecido presidente del club rojiblanco, con victoria del Atlético por 2-0 frente al Numancia, este martes llega el turno del Oviedo.

Así como el debut de la pretemporada significaba un homenaje a quien fuera dirigente de la entidad, el partido frente al Oviedo traerá recuerdos aún difíciles de digerir para los aficionados colchoneros. El Carlos Tartiere, estadio del conjunto asturiano, fue testigo del último descenso del Atlético a Segunda División en la temporada 1999-2000.

Ocurrió de la manera más agónica posible. En la última jornada de la competición, ambos conjuntos se encontraban en la cuerda floja, necesitando una victoria para sobrevivir o, en el caso del Oviedo, un empate para al menos seguir con esperanza de mantenerse en la máxima categoría del fútbol español. El Atlético necesitaba la victoria de manera imprescindible, pero los jugadores no parecieron entenderlo de igual manera y saltaron al Carlos Tartiere con las piernas pesadas. El Oviedo lo detectó, y consiguió adelantarse 2-0 en el marcador.

Remontada sin éxito

Ochenta minutos le duraría la tranquilidad al Oviedo, y la desgana al Atlético. A partir de ese minuto, los rojiblancos consiguieron empatar y, a falta de seis minutos, tener en sus pies la posibilidad de remontar el partido definitivamente con un penalti. Un penalti que, sin embargo, Hasselbaink fallaría, tirando por la borda las posibilidades de salvación del Atlético.

Luis Aragonés era el entrenador del Oviedo en la temporada del descenso del Atlético

En el banquillo contrario, el del Oviedo, un cabizbajo Luis Aragonés abandonaba el campo sabiendo que el conjunto que entrenaba en ese momento acababa de mandar a Segunda a su equipo de corazón.

El empate ante el Oviedo solo certificaba la crónica de un descenso anunciado durante toda la temporada; ese empate no fue la causa de que el Atlético perdiera la categoría, aunque sí fue un síntoma claro de que los jugadores no habían cumplido con su cometido en ningún momento. Ese encuentro podría haber servido para que nombres como Kiko, Molina, Capdevila o el propio Hasselbaink se reivindicaran y lograran la salvación, pero no ocurrió así.

Dos años le costaría al Atlético regresar a la élite tras el fatídico paso por el Tartiere, y el enfrentamiento ante el Oviedo, con quien se encontraría al año siguiente en la división de plata. Ahora, con el conjunto rojiblanco de vuelta al máximo nivel, se enfrentan de nuevo. Esta vez será un amistoso, sin un descenso en juego, y en un partido que forma parte de la preparación de la próxima temporada. El fantasma del fracaso del año 2000 sigue ahí.