Es un hecho irrefutable. A pesar de que más de uno todavía se estará frotando los ojos, el CA Osasuna es, al menos hasta la próxima jornada, líder en solitario de la Liga Adelante. Por si esto fuera poco, el otoño le ha tomado el relevo al verano y ha comenzado a teñir el paisaje de tonos rojizos, lo que puede llevar a algún osasunista a pensar que incluso las estaciones conspiran en favor de los navarros. La vie en rouge. También es posible que alguno piense que es una pena que el verano haya claudicado cuando le había sentado tan bien a los suyos.
Este es el primer proyecto que encabeza Martín desde hace muchos años y está aprovechando la oportunidad
La temporada ha comenzado a pedir de boca para los de Martín. El de Campanas es un tipo carismático que, entre otras cosas, y después de tantos años, consigue mantener viva la llama de su idilio con las cámaras. Siempre deja alguna joyita visual, como la del pasado domingo tras derrotar al Zaragoza hablando para Movistar exhausto, con la voz ronca, la melena revuelta, el flequillo y la cara empapadas en sudor, el traje arrugado y la camisa abierta. Podría ser un personaje de ficción de alguna película de los 90, o un ciudadano cualquiera en una boda, saliendo del baile a la calle a respirar y a darse un descanso después de partir la pana en la pista. Pero no, tan solo es Enrique Martín Monreal, un entrenador que se deja la piel y la garganta, y que se rompe la cabeza para tratar de encontrar la forma de mejorar el rendimiento de los suyos.
A pesar de las limitaciones a la hora de realizar la planificación, este es el primer proyecto que encabeza Martín desde hace muchos años y está aprovechando la oportunidad. Está construyendo un equipo cuyos rasgos principales son ya reconocibles por el espectador, y posee además características históricamente ligadas al club y que coinciden con lo que el aficionado rojillo le pide a su equipo. Este Osasuna de Martín es, hasta la fecha, un equipo que tira de la cantera sin complejos, que combina juventud y experiencia, que cuando presiona lo hace de forma conjunta y agresiva, que se protege fundamentalmente mediante acumulación de hombres, que es descarado y vertical en ataque pero, sobre todas las cosas, este Osasuna de Martín destaca por ser un equipo versátil y competitivo.
Versátiles
Influido principalmente por las exigencias del mercado laboral, que apostaba por la especialización, la sociedad moderna asumió que la versatilidad era una cualidad infructuosa y esta entró en franca decadencia. Sin embargo, la bruja de Campanas, decidió este verano recuperarla para abanderar su proyecto. Es un proyecto sin ataduras. No hay corsés. Para nadie. Ni si quiera para él mismo, que parecía haberlo apostado todo a un esquema de juego 5-3-2 y que en estos momentos transita entre el 5-3-2 y el 4-4-2 de salida, a los que suma otros dibujos dependiendo de las circunstancias. Sin ir más lejos, la pasada jornada, en La Romareda, tratando de cerrar el partido en los últimos minutos, dispuso un defensivo 5-4-1 que funcionó, y cuando sea necesario buscar el gol probablemente no dudará en fijar extremos y acumular rematadores, porque el míster rojillo trata de interpretar constantemente lo que sucede sobre el césped para, si es necesario, cambiar el rumbo del encuentro desde el banquillo.
Martín varía el dibujo según las circunstancias y exige versatilidad al futbolista
Esta flexibilidad no se limita a los esquemas de juego y se extiende también a la posición de los propios jugadores. Los futbolistas son habitualmente reacios a moverse en escenarios distintos a los que ellos consideran más convenientes para sí mismos, ya sea porque se desenvuelven mejor, porque están más cómodos o porque destacan más, sin embargo, con Martín, la versatilidad es una exigencia para todos. Oier representa a la perfección lo que demanda el técnico rojillo; en lo que va de año ha jugado en el centro de la defensa, en el lateral derecho, en la banda izquierda y en el centro del campo. El que hoy es central mañana puede ser lateral, el lateral y el extremo pueden intercambiar sus posiciones, los interiores pueden adelantarse a la segunda punta o retrasarse al doble pivote… Cualquier movimiento es posible pero la máxima es siempre la misma, competir al máximo.
Competitivos
Si Osasuna está donde está a estas el alturas es debido principalmente al incremento del nivel competitivo individual y grupalmente. Individualmente, los jugadores rojillos rara vez se ven claramente superados por sus pares, independientemente de la calidad del rival, y si esto sucede (como cuando Buñuel sufrió el desborde de Lago Junior) Martín mueve ficha para compensarlo. A nivel grupal, el conjunto navarro es un equipo absolutamente seguro de sí mismo que tiene la moral por las nubes, y que ya incluso compite fuera de casa, lo cual es relativamente novedoso. Las sensaciones -termómetro tosco- son inmejorables porque el espectador siente constantemente que, suceda lo que suceda, Osasuna no le va a perder la cara al partido. De hecho, exceptuando los 5 o 10 minutos posteriores al gol de Chuli en Almería en los que sí estuvo grogui, en todos los minutos restantes de lo que va de temporada el equipo ha competido.
El equipo tiene la moral muy alta, siempre compite y no necesita mucho para hacer daño
Esto solo se entiende si se tienen en cuenta dos facetas que diferencian a este Osasuna de anteriores. La primera es la mentalidad de los futbolistas rojillos, que roza la idoneidad. El nivel de implicación y autoconfianza es muy alto, creen con fe ciega en sus posibilidades y también en lo que están haciendo de forma grupal. En este sentido, cabe remarcar que el coaching deportivo del que Martín presume en cuanto puede, está funcionando. La segunda es que Osasuna pisa área rival con asiduidad, realizando en cuanto le es posible transiciones defensa ataque muy verticales y profundas que dejan la sensación de que independientemente de que Osasuna no esté pasando por una fase de dominio, el gol puede llegar. Los de Martín no precisan de largas jugadas de elaboración para hacer daño y esto es algo que percibe el espectador y también el rival, que ve minada su confianza. En este aspecto cabe resaltar la función de los jóvenes Pucko y Berneguer, ya que son futbolistas muy rápidos que juegan totalmente desinhibidos y que atesoran calidad suficiente para dirigir y también para finalizar las fugaces ofensivas rojillas.
Afortunados
Aunque la suerte es para que quien la busca, bien harían aficionados y jugadores rojillos en coger con pinzas el liderato actual, ya que analizado en frío, se antoja un pelín engañoso. A pesar de que hace las cosas bien, Osasuna no ha sido claramente superior a ninguno de sus rivales hasta la fecha. Es más, en todos los partidos de liga, en todos, Osasuna pudo perder, porque el rival tuvo al menos tres ocasiones claras de gol. No se puede decir que el líder de Segunda División haga aguas en defensa, no, pero está lejos de ser un equipo sólido. De hecho, si el fútbol se jugara a los puntos, como el boxeo, con toda seguridad ocuparía una plaza inferior en la clasificación. La línea es muy buena pero es innegable que existen aspectos, principalmente defensivos, con claro margen de mejora. Osasuna compite siempre, sí, pero está muy lejos de ganar con suficiencia a sus rivales.
Osasuna no ha sido claramente superior a ninguno de sus rivales y defensivamente debe mejorar
Además de vigilar el posible exceso de euforia, el cuerpo técnico pamplonica debería analizar el estado físico actual de la plantilla -que parece muy bueno- y planificar con mucho mimo los entrenamientos y las cargas de trabajo del futuro para evitar a toda costa que los futbolistas lleguen al final del campeonato exhaustos. Se puede correr el riesgo de “quemar” demasiado pronto una plantilla que es muy corta en una competición que es muy larga e igualada. No sería la primera vez que un equipo dirigido por Enrique Martín comienza el cursó como un Jägermeister y lo acaba como un mosto.
En todo caso, ya sea gracias a las lagunas del equipo, a la omnipresente frase de Zabalza o a las cercanas y desagradables experiencias pretéritas, la posible euforia se está viviendo de una forma muy contenida en la capital navarra. Visto lo visto, sería muy imprudente lanzar las campanas al vuelo. Osasuna debe trabajar como hasta la fecha, mejorando día a día sin mayor objetivo que el de ganar el partido siguiente. La más mínima relajación o muestra de soberbia lo condenarán con absoluta seguridad a la derrota. La bruja de Campanas ya lo dejó claro en su día, el objetivo actual no es otro que asegurar cuanto antes la permanencia y armar con paciencia un equipo que en dos o tres años pueda aspirar a ascender. En ello está.