Aquello de poner un circo y que te crezcan los enanos. Al Villarreal se le han ido complicando las cosas en las últimas semanas a marchas forzadas. El conjunto entrenado por Marcelino ya sufrió un calvario muy importante con las lesiones el pasado curso. Varias de ellas, de gravedad. Asenjo, Musacchio y Bruno se perdieron varios partidos en la fase más importante de la temporada, a partir de abril. Por ello, como parece lógico, la planificación de la plantilla este verano fue enfocada a no sufrir de nuevo esos males. En la zona defensiva se marchó Dorado, al que los problemas musculares tampoco habían permitido tener continuidad durante todo el curso. Para suplir su baja llegó Bonera, un central que se ajustaba al perfil de jugador con experiencia que buscaba Marcelino, con un importante recorrido, además, en competiciones europeas. Iñiguez y, en menor medida, Edgar Ié, esperarían su oportunidad desde el Villarreal B. El terreno parecía bien cubierto. Había cimientos. La casa estaba de sobra amueblada.

Hasta que llegó la competición. Las circunstancias le sonreían al conjunto castellonense durante el primer mes de competición. Permanecían imbatidos, habían alcanzado el liderato y, a falta de que Musacchio ultimara su recuperación, el eje de la zaga parecía asentarse. A excepción del encuentro contra el Málaga, Eric Bailly y Victor Ruiz habían sumado minutos como titulares y tan solo tenían que lamentar cuatro tantos recibidos. El debut de Bonera no había salido bien en la derrota contra el Rapid de Viena en la primera jornada de Europa League y, ante el Málaga, Mario saltaba como acompañante de Bailly en el eje de la zaga. Victor Ruiz se había quedado fuera de la lista por rotaciones y la prueba del manchego no salió mal. Sería el primero de muchos contratiempos que se han sucedido durante las últimas semanas.

La mala cara: Jokic, Bailly y Bonera

Tras alcanzar la cima de la clasificación, el conjunto amarillo caería derrotado ante Levante y Celta. En ambas derrotas, los problemas defensivos terminaron resultando capitales. Contra el Levante, Bojan Jokic era expulsado tras 36 miutos de juego. El equipo sólo pudo aguantar un punto hasta el minuto 83, cuando Deyverson anotaba un solitario tanto que terminaría dando la victoria al Levante. Desde aquella derrota, el lateral esloveno sólo ha gozado de minutos en la victoria de los suyos por 1-2 frente al Dinamo de Minsk, en Borisov.

Ante el Celta, fue Bailly el que no acabó el partido. Los problemas con las tarjetas y las lesiones están impidiendo que el marfileño vuelva a retomar la senda regular del arranque. Después de haber jugado los 90 minutos de los siete primeros partidos ligueros, el zaguero solo ha completado un partido, el de la holgada victoria de los suyos ante el Dinamo de Minsk en El Madrigal, en la que, además, anotaba un tanto.

Problemas similares está teniendo Danielle Bonera. Aunque el italiano llegaba para tener un rol de una importancia bastante reducida, que se convertiría en casi residual con la hipotética reincoporación de Musacchio, prevista para principios de noviembre, Bonera tampoco ha cumplido con la expectativas y el trabajo que se esperaba de él en este primer tercio de competición. El italiano debutaba ante el Rapid de Viena con una actuación bastante irregular, en la única derrota que ha concedido hasta ahora el Submarino en Europa League. Tras aquello, al defensor le costó que Marcelino volviera a depositarle algo de su confianza.

Frente al Málaga, por ejemplo, el asturiano prefirió probar a Mario, aunque no fuese esa su posición natural. El italiano no volvería a saltar al césped como titular hasta la jornada 9, en el partido frente Las Palmas. Completó una actuación bastante más sobria, pero los problemas musculares no le dejaron completar el partido. Esos problemas musculares se han convertido en su principal nuevo enemigo. Tras ser sustituido ante el equipo canario, el zaguero consiguió completar los 90 minutos en la derrota ante el Barcelona, pero el pasado fin de semana volvía a recaer frente al Eibar. El italiano saltaba al campo por el también lesionado Bailly y tenía que abandonarlo antes de tiempo dejando, además, a los suyos con diez por lo que restaba de encuentro.

La buena cara: Mario Gaspar

Si hay alguna lectura positiva en malos tiempos, son aquellos nombres propios que toman el relevo. Incluso cuando no es su turno. En este caso, Marcelino ha encontrado en las dificultades para contar con un eje de la zaga sano y competente a un hombre que puede darle buenos minutos en esa zona. Se trata de Mario Gaspar, probablemente el mejor jugador amarillo en lo que va de temporada. El zaguero, no sólo ha debutado con gol por partida doble en el combinado nacional. Además, es el único jugador de campo que ha disputado los 90 minutos de las doce jornadas que llevan los suyos en Liga BBVA. Su continua progresión desde el lateral derecho ha dado la confianza suficiente al asturiano para confiarle, en momentos delicados, un puesto en el eje de la zaga. lo hizo, como titular, ante el Málaga (el Villarreal se terminó imponiendo por 0-1), Dinamo de Minsk (victoria amarilla por 1-2) y Rapid de Viena, ayer mismo (0-1 para los de Marcelino).

Iñiguez, a la espera

Aunque en pretemporada se anunció que Pablo Íñiguez volvería a Vila-Real para alternar primer equipo y filial y así cubrir con mayor efectividad la marcha de Chechu Dorado, a día de hoy el canterano no suma ni un minuto con el conjunto dirigido por Marcelino García Toral. Fue convocado contra el Málaga cuando Marcelino quiso dar descanso a Víctor Ruiz, aunque no llegaría a saltar al campo y ha repetido convocatoria contra Rapid de Viena, esta semana, y contra Dinamo de Minsk, en aquel largo viaje a Borisov. Si los problemas defensivos se prolongan, no parece descabellado que Marcelino termine dando la alternativa a un jugador que, a priori, esta temporada iba a tener un rol mucho más participativo en el primer equipo y que, a día de hoy, es un imprescindible en los esquemas de Paco López en el Villarreal B.