Dos hermanos. Un apellido. Y dos caminos separados. La historia en el fútbol de los Baraja es bien diferente. Naturales de Valladolid, tan solo uno de ellos triunfó en el equipo de su ciudad, mientras que el otro logró metas mayores lejos de su tierra. Valladolid y Valencia, dos equipos que en los últimos años han estado conectados por un buen número de idas y venidas. Ahora, en la aventura de los banquillos, Javier y Rubén vuelven a verse las caras en el que es un duelo inédito sobre el terreno de juego, puesto que nunca llegaron a coincidir en él, a pesar de sus años en la élite.

Un duelo que, sin embargo, no se vivirá al mismo nivel, ya que Rubén vive su primera aventura como entrenador con todas las de la ley en un equipo profesional, mientras que Javier, en su primer experiencia también en los banquillos, trabaja a las órdenes de Miguel Ángel Portugal como asistente de lujo en el Real Valladolid. Producto de la cantera pucelana, estos dos vallisoletanos se reencontrarán en el que es, a buen seguro, uno de los choques más especiales que podrán vivirse esta temporada en el José Zorrilla.

Del barrio a la élite

La vida da muchas vueltas y un joven vallisoletano que comienza en la cantera del equipo de su ciudad con diez años jamás pensaría que iba a convertirse en uno de los estandartes del Valencia. En uno de sus capitanes durante su época dorada con otro viejo conocido del Real Valladolid como es Rafa Benítez. Rubén, que empezó en la cantera a los diez años, no tardó en despuntar. Pues cuando era solo un juvenil, con 18 primaveras a sus espaldas, debutó en partido oficial con el primer equipo, marcando un gol que redondeó su debut. Fue algo inolvidable, así lo calificó en una entrevista hará unos años atrás. Con solo 18 años, debutó en el club de su ciudad y disputó, además, otros seis encuentros más.

Foto: UESyndication

Rubén: "Siempre he llevado al Real Valladolid en el corazón allí donde he estado"

Aunque, para Rubén, su etapa como jugador profesional en el Real Valladolid no fue como él hubiera esperado. Despuntó, sí, pero de la felicidad vivida en la cantera, subiendo escalón a escalón, se dio con la cruda realidad de un equipo que comenzaba ya a no cuidar demasiado sus categorías inferiores. Se quedó sin sitió y el Atlético de Madrid se le llevó, para después recalar en el verdadero equipo de sus amores, el Valencia. Lo explicó también en otra entrevista, en la que dejó caer que quizá haber vuelto al Real Valladolid, toda vez que finalizó su trayectoria en el equipo del Turia, pudo ser una opción: “No disfruté realmente de mi etapa de jugador adulto en el Valladolid. Salí muy joven porque no se contó conmigo en esa época y quizá volver hubiera sido una buena experiencia”.

Lo mismo le pasó a su hermano Javier. El menor de los Baraja tuvo que buscarse también las habichuelas lejos de Valladolid, después de crecer en la cantera donde también estuvo el tercero de la saga, Luis. Debutó con el primer equipo, pero tuvo que emigrar a Getafe y Málaga, para terminar completando una extensa trayectoria en Pucela, donde llegó a ser capitán. Portando el mismo número que su hermano, el 8, Javier portó el brazalete de capitán albivioleta y después de ascensos y descensos, alegrías y tristezas, se marchó hace un verano con lágrimas en los ojos, despidiéndose del club de toda su vida, para terminar volviendo, una vez más, aunque fuese al banquillo.

Si el Real Valladolid en su época como adulto fue una pequeña espina para Rubén, el peor recuerdo del fútbol que tiene está muy relacionado. No haber jugado nunca con ni contra su hermano es, sin lugar a dudas para él, lo único que cambiaría una vez que ya colgó las botas: “Creo que es el único mal recuerdo que me llevo del fútbol. Nunca me he enfrentado contra él ni tampoco hemos compartido vestuario. La vida me ha regalado muchas cosas en el deporte pero desgraciadamente esa no”. Ahora, aunque sea desde el banquillo, tendrá la oportunidad de medirse a él.

Foto: Real Valladolid

La aventura de los banquillos

Echando la vista atrás varios años, pensar que Rubén Baraja, con el liderazgo que ejercía sobre el campo, podía ser entrenador, no era una utopía. En el caso de su hermano, el carisma y su fuerte vinculación con el Real Valladolid hacía pensar que su camino, antes o después, se volvería a unir con el Pucela en el banquillo. Dicho y hecho. El primero en dar el paso fue Rubén, que tras su retirada y haber sido comentarista radiofónico, fue llamado por Gregorio Manzano para su último breve paso por el Atlético de Madrid, antes de la llegada de Simeone. De ahí dio el salto al juvenil del Valencia, en un movimiento enfocado a la academia GloVal ché.

Con los jóvenes futbolistas blanquinegros tuvo mucho éxito, ocupando incluso varios días el puesto de entrenador del Mestalla por la destitución del primer entrenador del Valencia. Su gran trabajo despertó el interés de, entre otros, el propio Real Valladolid. Este pasado verano se llegó a rumorear con su fichaje, antes de que Garitano aterrizara de forma definitiva. Fue el Elche el que se llevó el gato al agua, y tras un gran inicio y un pequeño bache, llega a Valladolid con el conjunto ilicitano ya asentado en su banquillo y llamando a la puerta del propio Valencia, conjunto que meditó su fichaje, o al menos en los rumores salió, con la última destitución a orillas del Turia.

Por su parte, el camino de Javier en los banquillos es más corto. Cuenta tan solo con algunos meses prácticos desde que arribó Miguel Ángel Portugal. Convertido en asistente, es el nexo de unión entre el técnico y la plantilla, sirviendo como una gran conexión por su pasado reciente como futbolista y por esa cualidad de liderazgo que también tiene como su hermano. Y aunque acostumbre a vivir los encuentros desde la grada, para tener una mejor visión, podrá vérselas con Rubén, en el que será un esperado abrazo entre dos hermanos que no pudieron jugar frente a frente como futbolistas, pero esta vez sí podrán pelear por tres puntos desde el banquillo, en la que es la nueva aventura de los Baraja.