Se veía venir, a nadie le puede pillar de sorpresa. Quizás se haya adelantado sobre la fecha prevista, pero era inevitable que este día llegara. El baile ha comenzado. No va a durar mucho, unos pocos días, meses a lo sumo, pero se prevé frenético; las novias se le multiplican al chico que toca el saxofón en la banda de punk que viste de rojo. Porque Mikel Merino es un artista distinto y basta verle unos pocos minutos para darse cuenta de ello. Es la pausa entre el frenesí, es un brote de jazz en un ecosistema que adora el rock y que, por lo tanto, sostiene que las canciones y las jugadas de más de minuto y medio están sobrevaloradas. Su melodía te atrapa, te zarandea por dentro y te convierte una máquina de producir onomatopeyas.

A primera vista, el juego de Mikel Merino llama la atención por su elegancia

Si existe alguna duda sobre si está preparado para dar el paso y salir de su casa y de su club de cuna, solo hay que echarle un pequeño vistazo a las redes sociales del joven para comprobar que tiene personalidad y que no le da miedo arriesgar. Aquí el ejemplo más fácilmente perceptible es el de la ropa, en la que parece muy interesado y además, tiene la suerte de que todo parece sentarle bien (incluso lo que para algunos podría rozar lo hortera, para gustos colores), por lo que es de esperar que no les tema a las camisetas con otros colores y otros escudos en el pecho. Hay algo que se intuye en esas fotografías y que se confirma cuando se le ve en movimiento. Chicas y chicos dirán que es mono, o sexy, o que ¡buf!, y los más jóvenes que tiene mucho flow, swag o vaya usted a saber qué, pero todo se reduce a que Merino es, casi por encima de todo lo demás, un tipo muy elegante.

¿Por qué tanto interés?

¿A qué se debe semejante interés y prisa, de unos y otros, por hacerse con los servicios de un futbolista que ni siquiera ha debutado en Primera División? La respuesta es que debajo de esa elegancia aparente, hay un proyecto de futbolista colosal. La última joya de Tajonar en el escaparate, que ya es campeón de Europa Sub-19, se ha hecho, a sus 19 añitos, con el timón del único equipo de Segunda División que se ha mantenido en puestos de ascenso (directo o no) en todas las jornadas de esta temporada. Una cosa bastante seria. Además, la calidad y la clase, en este mundo apestado de voyeurs profesionales, no pasan desapercibidas, y Merino va sobrado de ambas dos. Por otro lado, es innegable que como futbolista está a medio hacer y que, por lo tanto, y aunque se antoje improbable que se estanque, su futuro podría generar alguna duda. Hoy en día, debido a su juventud, Merino lo insinúa casi todo pero no se termina de mostrar, lo que vuelve aún más locos a aficionados y ojeadores, porque ya se sabe que insinuar excita mucho más que enseñar, ya que se da rienda suelta a la imaginación y la imaginación no conoce límites. Si Merino confirma con los años lo que hoy tan solo sugiere, el resultado será un futbolista mayúsculo por el que, desde luego, si se tienen los medios necesarios, merece la pena apostar. En todo caso, y siendo conocedores de su enorme potencial, conviene analizar en qué punto se encuentran ahora mismo el ocho rojillo y sus habilidades como futbolista.

Mikel Merino hoy en día

Se sabe, porque es de lo primero que llama la atención, y ahí están como ejemplo sus tropecientos pases en esta temporada y media en el primer equipo, que tiene un muy buen pie izquierdo, pero es que se intuye -porque no se ha terminado de ver- que ese pie no es bueno, es exquisito caviar beluga servido al estilo nyotaimori sobre ángel de Victoria o bombero francés, maridado con Dom Perignon en un atardecer veneciano. O por lo menos, huevos con jamón y chistorra regados con vino tinto un 6 de julio por la mañana. Bocatto di Cardinale, cremita vichyssoise y fuegos artificiales sobre la bahía de la concha, todo a uno. Pero por alguna razón, tal vez por timidez, aún no lo ha destapado del todo. Sirva como ejemplo que el público de El Sadar todavía está por ver un buen disparo del navarro. No llega mucho a portería contraria, pero cuando lo hace y tiene disparo franco, o no se atreve a chutar y busca un pase, o dispara sin fe, lo que se traduce es un chut infructuoso, desviado o inocente. En esto puede y debe mejorar. Es uno de los dos mejores pies de la plantilla rojilla, y cabe recordar que el otro, también pasó por un proceso de desperece finalmente fructuoso.

Su progreso en la faceta táctica y en el robo de balón es asombroso

Es evidente, porque ahí está grabado para quien desee recrearse (por ejemplo viendo el partido de Huesca), que el tipo también apunta maneras con el látigo. Esta faceta, la de destruir juego rival y recuperar la posesión, es en la que, a priori, más verde estaba. Incluso por momentos se pudo temer que careciera de la capacidad de desempeñar esta función, y sin embargo, progresa de una manera abrumadora. Eso sí, por lo que se ve, Merino tampoco sabe hacer esto sin elegancia. Después de un tackle al límite, se levanta rapidísimo pero sin esfuerzo aparente, otea el horizonte y reparte la caprichosa al compañero más cercano sin oposición con un gesto cuanto más plástico mejor. Si las circunstancias lo permiten o lo requieren, con una pincelada al aire en forma de golpeo con el exterior o taconazo. Es el mismísimo Daniel Craig tras una explosión; se sacude el polvo, se estira el traje y se pide un Martini sonriendo a Monica Bellucci. Solo queda aplaudir.

Goza de un pie izquierdo exquisito, una técnica refinada y un físico privilegiado

La conducción de balón es mejor que buena, aunque en ocasiones abuse de ella. Gracias a la primorosa técnica que atesora en sus pies, es capaz de recortar, fintar en carrera, pisar el balón para invertir la dirección de su carrera, caracolear o cambiar de ritmo con la pelota en los pies para dejar atrás rivales o batir líneas. Para todo ello se apoya en un físico privilegiado: su planta facilita mucho las cosas, por ejemplo, a la hora de proteger el balón. La capacidad de salto -unida a su altura- le dota de un potencial aéreo descomunal, que deja como resultado una superioridad que en ocasiones roza lo insultante. Osasuna se beneficia de esta fortaleza sobre todo en el ámbito defensivo, cuando toca cerrar filas y defender desde la cueva, Merino se arrima a los centrales y, como si de un frontis se tratara, lo rechaza todo. Pese a que ya ha hecho dos goles de cabeza (los únicos hasta la fecha con la casaca rojilla) parece que el conjunto navarro no explota tanto como podría la capacidad cabeceadora de Merino, ya que en los balones parados, no genera aclarados o situaciones de ventaja para él. En el aspecto físico también ha progresado respecto a la campaña anterior, cuando prácticamente desaparecía en las segundas partes porque no daba para más. Ahora ya no acaba los partidos desfondado, pero es cierto que con trabajo y tiempo, también mejorará en esto, adquiriendo mayor fondo, fuerza y velocidad.

El horizonte de Mikel

A sabiendas de que es y será un solista magnífico, para llegar a ser el mediocentro total que se espera ha de aprender dirigir con tino la orquesta entera. Que la música tenga en cada momento el tempo adecuado. Deberá aprender a identificar cuándo la jugada pide aceleración con pases verticales, y cuándo requiere más preliminares, porque en este deporte no importa el camino que se haya de recorrer, sino alcanzar el objetivo. Deberá aprender, en situación defensiva, a diferenciar cuándo las circunstancias piden presionar al rival para ahogar su salida y cuándo es mejor guardar la ropa y defender desde el acantilado. Esto es dificilísimo, tanto, que solo unos pocos lo pueden hacer, unos pocos elegidos que gobiernan los partidos a su antojo. Mikel Merino parece reunir todas las condiciones necesarias para ser uno de ellos, para someter con tiranía y exquisitez el desarrollo del juego.

Su rendimiento en un esquema menos proteccionista y con un ritmo de juego más alto es una incógnita

Sin embargo, cualquier análisis que se haga hoy está condicionado por el hecho de que Merino siempre juega con red. No es como si apostara con billetes del Monopoli, pero sí que está mucho más protegido de lo que están, por hacer una comparación justa, la gran mayoría de los mediocentros de Segunda División. Martín se ha enrocado en un sistema que posiciona, en estático, cinco futbolistas a la espalda de Mikel, lo que le da la tranquilidad de saber que si pierde el balón, siempre habrá alguien por detrás que pueda enmendar el fallo. Esta particularidad, deja un pelín abierta la incógnita de cuál sería su rendimiento en un esquema menos proteccionista, en el que tuviera que hacerle frente a un ritmo de juego más alto y a futbolistas de mayor nivel.

Haría bien en abrazar el pragmatismo y evitar tomar más riesgos de los necesarios

Precisamente cuando se encuentre jugando en circunstancias como las recientemente descritas, es decir, con menos guardaespaldas y con rivales mejores, deberá vigilar y mantener a raya sus pequeños vicios. Le pirra el contacto con el balón, en cualquiera de sus variantes, le encanta acariciarla, arrastrarla y pegarle fuerte. Goza del roce entre cueros bajo sus pies como un cochinillo en el barro. Cuando caracolea, sabe que al aficionado le está pintando un vals sobre lienzo verde. Pero esto tiene su peligro, más si cabe en la élite, por lo que deberá aprender a evitar tomar más riesgos de los necesarios en zonas donde una perdida te condena. Y no solo por el hecho de perderla en mayor o en menor medida, sino por una cuestión pragmática; los mejores mediocentros son habitualmente los que con mayor practicidad juegan. Los futbolistas hedonistas, que siempre dan prioridad a su disfrute personal frente a los intereses del conjunto, que juegan al fútbol como si fueran alguno de los frívolos personajes de Paolo Sorrentino, buscando las belleza estética en cada jugada, salvo contadísimas excepciones, están condenados a la intrascendencia. Jugando así, lo normal es que el futbolista a lo máximo que llegue sea a conseguir pasaporte italiano. Incluso Andrea Pirlo, el más italiano de los futbolistas transalpinos, que podría haberse dedicado a pasar la vida atusándose la melena, decidió ponerse las pilas para ser uno de los mejores centrocampistas del mundo. La senda del trabajo duro y el pragmatismo puede no ser la más atractiva, pero sí la que más lejos lleva.

Merino tendrá que asimilar que por su estilo, el aficionado siempre le va a exigir más

Además, los jugadores elegantes siempre tienen sobre sus cabezas una espada de Damocles que bregadores y tuercebotas no tienen. Los aficionados, quizás influenciados por la máxima de que a las personas hay que exigirles siempre en función de lo que pueden dar, tienen mucha menos paciencia con ellos. Es una rutina que se repite en todos los clubes del mundo: cuando los artistas del equipo pierden dos balones seguidos, el aficionado tuerce el gesto. Del amor al odio únicamente hay un paso, y en el fútbol, este paso se reduce a la suerte de unas pocas zancadas. Posicionalmente, a medio plazo, el horizonte del 8 rojillo parece ligado al mediocentro puro, porque hoy por hoy su posición está muy definida, pero quién sabe, con las condiciones que reúne, podría tranquilamente atrasar su posición a la defensa o adelantarla a la media punta, como ya hicieran en su día Javi Martínez y Raúl García respectivamente, las otras dos grandes joyas formadas en el centro del campo de Tajonar en este siglo XXI.

El futuro inmediato

Osasuna y jugador deben mover ficha. Por un lado el club es consciente de que no podrá retener al jugador más allá de este verano y hará bien en: primero, tratar de contar con él hasta que acabe la temporada, ya sea rechazando ofertas o alcanzando algún acuerdo que garantice su continuidad hasta entonces porque el objetivo del ascenso es factible; y, segundo, en sacar el máximo partido posible para, entre otras cosas, pagar lo que debe. Y por el otro, el futbolista tiene que elegir dónde va a querer ir, dónde estará mejor, qué club le ofrece las mejores posibilidades para que su crecimiento como futbolista y como persona se desarrollen de forma adecuada. Merino es el sueño húmedo de no pocos clubes, que ansían verle desfilar sobre sus tapetes, por lo que si entre club y jugador deciden esperar al verano para tratar la salida, probablemente aparecerán dispuestos a ficharle equipos que en este mercado de invierno no tienen margen para moverse, por lo que el jugador tendrá más opciones donde elegir y el precio de la venta ascenderá. A priori, bueno para el jugador y para el club, ya que ahora mismo las opciones son reducidas y parece que solo hablan alemán o euskera. A Osasuna y a sus aficionados les queda disfrutar mientras puedan de este enorme talento, que pese a ser la tentación de media Europa, todavía viste de rojo.