Hace casi 30 años, en el verano de 1986, se jugaba en México el Mundial de Fútbol. El 22 de junio, en unos cuartos de final, Argentina e Inglaterra se enfrentaban en el emblemático Estadio Azteca, que años atrás, había sido partícipe de la consagración de Pelé como “el rey” del fútbol.

El partido se esperaba con ansia. Los ánimos entre aficiones estaban candentes desde hace tiempo. Y es que, cuatro años atrás, había tenido lugar un conflicto bélico entre ambos países por hacerse con las islas Maldivas, que finalmente acabaron en manos de los ingleses.

Pero lo que no se imaginaban los más de 114.000 espectadores que asistieron aquel día al estadio, es que vivirían lo que ya es conocido como “el partido del siglo”. Y es que, lo que se avecinaba, no podría pasar por la cabeza de nadie. En el minuto 51, Maradona marcó el primer gol de partido, un gol que el colegiado interpretó que fue con la cabeza, pero que más tarde las imágenes revelarían que Diego batió al guardameta inglés Peter Shilton tras empujar el balón con el puño. Ese gol, sería bautizado posteriormente como “la mano de Dios”.

Desde ese momento, todos imaginaron que la polémica iba a estar servida en los próximos días, que ese gol, iba a ser protagonista de todas la noticias. Pero nadie se podría llegar a pensar que, incluso la mano de Diego iba a poder pasar a un segundo plano dentro de ese partido. En plena efervescencia de ánimos de los aficionados de la albiceleste y cuando el clima entre los ingleses se encendía por momentos, tuvo lugar uno de esos momentos que dan pleno sentido a este deporte

En plena efervescencia de ánimos de los aficionados de la albiceleste y cuando el clima entre los ingleses se encendía por momentos, tuvo lugar uno de esos momentos que dan pleno sentido a este deporte. En el campo de Argentina, Maradona recibió un pase de Héctor Enrique, exjugador de River Plate. Ese balón, en esa jugada, desde que tocó los pies de Diego, llevaría al argentino a escribir una nueva página en la historia del fútbol. Sin aparentemente complicación alguna, Maradona esquivó a todos y cada uno de sus oponentes ingleses hasta que, al alcanzar al guardameta inglés, logró superarlo y hacer un gol que pasaría a la historia del fútbol. Por el contexto, pero sobre todo, por la jugada. Porque ese gol abrió el camino a convertirse en los nuevos campeones del Mundial de Fútbol, pero también porque realizar tal obra de arte, sólo está a la altura de muy pocos y una jugada así es algo irrepetible. O aparentemente lo es.

Entonces apareció Messi

Porque bastantes años después, en el año 2007, Barcelona pudo sentir de nuevo a Diego. Durante la Copa del Rey, en la ida de la semifinal, el Barcelona recibía al Getafe en el Camp Nou. Entre los 11 jugadores culés que lucharían esa noche por abrir camino a la final,estaba un joven Messi, en plena explosión como futbolista. Y a pesar de que ya había claros ápices de lo que un día sería y que ya tenía conquistada a toda la hinchada culé, todavía quedaba camino para convertirse en lo que desde hace años ya es.

Pero esa noche, adelantaría camino para colarse en la historia con una jugada estratosférica. Messi ya acostumbraba a hacer peripecias de las suyas y a desquiciar a los defensas contrarios, pero en esa ocasión ante el Getafe, su ídolo, Diego Armando Maradona, parecía que se había hecho con él. Durante 12 seundos, pareció que Maradona había aterrizado sobre el terreno de juego para volver a hacer lo que un día hizo en México

Como unos 20 años atrás en el Estadio Azteca, Messi, en su campo, recibió un pase de Xavi Hernández. Desde el control del esférico, hizo únicamente suyos los posteriores segundos. Como si fuese un juego de niños, dribló con total agilidad a los cuatro defensas que se opusieron a él y hasta al portero, y a escasos metros de la portería, cuando sólo quedaba un oponente en pie, consiguió picar el balón con su pierna derecha y marcar un gol que se recordará siempre. En tan sólo 12 segundos, recorriendo un total de 55 metros, en ese pequeño margen de tiempo, Leo consiguió dejar perplejos, impresionados, con rostro de incredulidad a los más de 50.000 asistentes al Camp Nou. Durante 12 segundos, pareció que Maradona había aterrizado sobre el terreno de juego para volver a hacer lo que un día hizo en México.

Pero no era Diego, ni una imitación de él. Era Messi, el que dos años después ganaría su primer balón de oro y lo volvería a hacer hasta en cuatro ocasiones más. El mejor jugador del mundo. Y ese día, ese 18 de abril de 2007, cuando el Camp Nou cobró la imagen del Estadio Azteca para los miles de personas que vieron ese gol, la futura leyenda empezaría a cobrar forma. Porque quizá sea esa la mayor diferencia entre un gol y el otro, más allá de lo que se estaban jugando cada uno de ellos.  Porque, mientras Maradona, gracias a su mayor obra contra Inglaterra se culminó como el mejor jugador hasta la historia, Messi demostró ese día que él iba a ser el verdadero relevo de su propio ídolo, Diego.

Y no habrán sido pocos los goles de otro planeta que Messi ha hecho desde el momento. Aun cuando se piensa que es imposible que el de Rosario nos pueda sorprender más, consigue hacerlo. Casi en cada partido. Por ello, son muchos goles de Messi que, a pesar de haber dejado sin aliento a aficionados y amantes del fútbol, no se recuerdan cuándo se hicieron o contra qué equipos. Pero en cambio, siempre que se avecina un partido del Barcelona contra el Getafe, viene a la cabeza aquel día y ese gol “maradoniano” de Leo Messi.

Y este sábado, volverá a pasar lo mismo. Porque ni los aficionados azulones ni los culés olvidan el día en el que un chico bajito de Rosario, con un indiscutible talento con el balón, quiso ser Maradona. Pero que desde ese momento en adelante, se convertiría en Leo Messi. Sin comparaciones ni añadiduras. Simplemente eso, Leo Messi.