Falta de convicción. Así podría definirse el camino del Atlético de Madrid en la Copa del Rey durante la temporada 2015/16. Si bien este año las ilusiones de la entidad rojiblanca estaban centradas en su actuación en un título que todavía no luce en las vitrinas del Vicente Calderón, la codiciada Liga de Campeones, los pupilos de Diego Pablo Simeone también han demostrado que compiten en todos y cada uno de los torneos ya lo hayan ganado o únicamente lo hayan tocado con la punta de los dedos. Sin embargo, las sensaciones que transmitía el equipo no eran las mismas que torneos anteriores. Los ojos de los jugadores no brillaban, la apatía era palpable y la tristeza se instaló en el juego. En definitiva, la querencia de alzar nuevamente la Copa del Rey se puso en entredicho.

Los sorteos miraban de cara al conjunto rojiblanco a medida que este iba superando eliminatorias, emparejándolo con equipos que a priori eran inferiores porque en la competición doméstica peleaban por diferentes objetivos. Y en esa tesitura, el objetivo más ambicioso se teñía de rojiblanco, siendo por tanto el gran favorito en cada una de sus eliminatorias. Así, Simeone sacó unas alineaciones que poco o nada tenían que ver con las que acostumbraba en la competición doméstica. Se dio la oportunidad a jugadores menos habituales, que algunos aprovecharon para ir haciéndose hueco en el equipo titular.

Reus: susto en la ida, solución en la vuelta

La Copa del Rey es el torneo de los jugadores que disponen de menos minutos en el campeonato liguero, donde se concentran los verdaderos objetivos de la mayoría de los clubes. Sin embargo, el fondo de armario del Atlético de Madrid en la temporada 2015-2016 ha sido mucho más amplio que en otras épocas. Por ello, el ‘Cholo’ Simeone, a pesar de dejar a gran parte de la plantilla en Madrid, podía presumir de presentar un once de plenas garantías formado por Moyá, Gámez, Savic, Lucas, Siqueira, Saúl, Thomas, Koke, Óliver, Correa y Vietto. El conjunto rojiblanco llegaba a la ida de los dieciseisavos ante un Reus que parecía presumiblemente inferior. El Atlético comenzó dominando el juego completamente, pero sin causar un verdadero peligro. Y como suele ocurrir en estas situaciones, el conjunto catalán se adelantó en el marcador por mediación de Fran tras una serie de rechaces. Aunque la calidad colchonera se acabó imponiendo ante un buen Reus con goles de Vietto y Saúl, quien todavía no sabía lo que le estaba por venir en su carrera. Los deberes estaban hechos, pero no sentenciados.

Muy parecida fue la vuelta en el Vicente Calderón. Fernando Torres por Vietto en el once inicial, pero mismo guion que en tierras catalanas. El Atlético de Madrid disfrutó de muchísimas ocasiones, pero el gol que daba la tranquilidad tardó en llegar. Primero se sucedieron numerosos disparos desde fuera del área de los visitantes que casi pusieron en aprietos a los rojiblancos. Thomas fue el encargado de romper las tablas en el marcador, anotando su primer gol con la elástica rojiblanca. Poco más se pudo deducir de esta eliminatoria, el Atlético superaba el trámite y se plantaba en octavos.

Rayo Vallecano: eliminatoria premonitoria

En cuartos el sorteo quiso que el Atlético de Madrid protagonizase un derbi ante el Rayo Vallecano. Sobre el papel los de Simeone se presuponían superiores. Sobre el campo, los de Jémez no dejaban de sorprender. En el encuentro de ida, la equidad en el juego y las ocasiones fue más que evidente. Primero golpearon los franjirrojos con un golazo de Nacho desde la frontal. Después respondieron los rojiblancos con un tanto de Saúl, tras un disparo imposible para Juan Carlos. El centrocampista otra vez rescatando a su equipo. El Atlético de Madrid dejaba la eliminatoria abierta, aunque con una ligera ventaja a su favor.

Completamente distinta fue la vuelta para dos equipos que son muy conscientes de la forma de jugar de cada uno de ellos. Cuando el Atlético de Madrid estaba logrando salir de la presión alta ejercida por el Rayo Vallecano, Correa se sacó del bolsillo un disparo que, a pesar de que tocó el larguero, acabó dentro de la red. Con la eliminatoria ya encarrilada y casi sentenciada, el conjunto rojiblanco empezó a tocar y a sentirse más cómodo. Así, llegaron dos goles más que llevaban la firma del máximo goleador en la ribera del Manzanares, Antoine Griezmann. Sin embargo, los pupilos de Diego Pablo Simeone no mostraban una ilusión desbordada por el torneo copero, parecían tener la mente en otros asuntos. Como si el equipo ganase sus partidos y avanzase en la competición por pura inercia, por tener mejores jugadores y por no notar la presión del que tiene que ganar.

Apatía en Balaídos, confirmación en el Calderón

Si bien es cierto que el Atlético de Madrid nunca se da por vencido, siempre pelea dando rienda suelta a su seña de identidad, cuando los pupilos de Simeone cesan en su empeño en un solo partido lo acaban pagando. Así pasó en los cuartos de final de la Copa del Rey, donde les esperaba el Celta de Berizzo. Otra eliminatoria donde se presupone al conjunto rojiblanco como favorito, pero los hechos serían bien distintos. El estadio de Balaídos fue testigo de una apatía colchonera impropia de cualquier equipo dirigido por el ‘Cholo’. El Celta de Vigo pasó como un rodillo por encima del Atlético de Madrid, pero salió airoso y se mantuvo de pie. El empate era el mejor resultado posible para los visitantes por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos.

Entonces llegó el encuentro de vuelta en el Calderón, donde se confirmaron las sensaciones obtenidas ante el Rayo Vallecano y en Balaídos. En una jugada a balón parado marcó el conjunto celeste por mediación de Pablo Hernández, poniendo muy cuesta arriba la eliminatoria para los rojiblancos. Minutos después Griezmann puso la igualada en el marcador, aunque no era suficiente por el valor doble de los goles fuera de casa. Tras el descanso, Guidetti marcó un gol para enmarcar, volviendo a adelantar a los suyos. Más tarde, Pablo Hernández firmó su doblete para sentenciar la eliminatoria. Para terminar, Correa recortó distancias pero su esfuerzo no fue suficiente. El Atlético de Madrid encajaba tres goles como local. Una cifra que ningún otro equipo había logrado marcar en el templo rojiblanco en la presente temporada. Se ponía de esta manera fin a su andadura en el torneo copero.

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Sobre el autor
Carla Sobrino
Cuarto de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Redactora del Atlético de Madrid y del Rayo Vallecano. Contacto: [email protected]