La temporada 1990/91 del FC Barcelona es recordada en general como una más de las exitosas de la era Cruyff. Pero lo cierto es que si la analizamos en detalle, concluiremos que fue trascendental.

Johan había llegado dos años antes para sustituir a Luis Aragonés, y en sendas campañas iniciales, pese a las conquistas de la Recopa primero y la Copa del Rey después, siempre se había dudado de él, de su capacidad y su proyecto. La 90/91 fue la primera en la que realmente se creyó. Ese inicio de década sería en el que el Barça demostrase al mundo que se podía jugar de otra manera y hacerlo con fiabilidad, que el fútbol podía ser mucho más atractivo de lo que venía pareciendo. Cruyff y los suyos levantaron aquella primera de las cuatro ligas consecutivas con una superioridad aplastante, acabando con diez puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, el Atlético de Madrid, y once sobre el máximo rival, el Real Madrid de la Quinta del Buitre.

En 1991 el Dream Team nacía, un año después, con un nueva Liga y la primera Copa de Europa de la historia azulgrana, se consolidaría, pasando ya a ser leyenda.

Ya estaban en el equipo, además del núcleo sólido que formaban los futbolistas de origen vasco, los tres extranjeros que dominarían Europa poco después. Koeman y Laudrup eran las estrellas del conjunto barcelonista, y ese año se sumó el tercer vértice que cerraba la figura, un atacante búlgaro venido desde Sofía. Hristo Stoichkov no tardaría en alcanzar la categoría de ídolo, siendo el máximo goleador con 14 dianas partiendo la mayoría de partidos desde la banda izquierda, y demostrando coraje, intensidad y altas dosis de calidad en cada partido.

En 1991 el Dream Team nacía, un año después, con un nueva Liga y la primera Copa de Europa de la historia azulgrana, se consolidaría, pasando ya a ser leyenda. Durante toda la temporada Cruyff apostó por su tradicional sistema ultra ofensivo en 3-4-3. Los riesgos que entrañaba el dibujo eran compensados por el dominio del balón, la rapidez de éste y de los propios futbolistas y el intento incesante por controlar todas las zonas del campo durante la mayor parte del encuentro, minimizando con ello las ocasiones rivales. Johan lo consiguió, y por suerte los títulos lo acompañaron para que ni los más resultadistas pudiesen ponerlo en tela de juicio.

Uno de los partidos más recordados en aquella temporada fue el disputado en San Mamés contra el Atheltic de Bilbao de Javier Clemente, entrenador que se disputase el banquillo azulgrana con Cruyff tras la marcha de Aragonés en el verano de 1988. El conjunto bilbaíno y su entrenador habían dominado la Liga a inicios de la década anterior, siendo ahora una alternativa habitual a los puestos altos de la clasificación. La catedral, en el frío febrero de 1991, esperaba al líder. El FC Barcelona llegaría sin Johan Cruyff, operado del corazón menos de un mes antes, y con el segundo entrenador, Carlos Rexach, dirigiendo a los suyos. Koeman y Laudrup tampoco jugarían el encuentro, lo que hacía que el juego en bloque tomase más importancia aún. Pero a la cita no faltó uno. Quien a la postre resultaría ser el man of the match anotando cuatro goles. Stoichkov culminó aquel día su primera exhibición con los colores barcelonistas.

Zubizarreta en el marco, línea de tres con Nando y Ferrer a los costados del capitán Alexanco, que sustituía a Koeman; Eusebio y Beguiristain abiertos, Amor en la distribución; el enganche para el de siempre, para Bakero; y arriba la pólvora de Salinas y Stoichkov junto a la incisión diestra de Goikoetxea. Ese once para enfrentarse a los aguerridos futbolistas de Clemente, con internacionales como Andrinua, el futuro madridista Alkorta o el ex azulgrana Valverde, máximo goleador ese año con 14 tantos.

El partido acabó siendo una fiesta, pero no para los seguidores locales, quienes resignados finalizarían el partido rindiendo honores al virtual campeón, con aplausos de varias partes del graderío. Stoichkov en el primer minuto elevaría el 0-1 al marcador, al aprovechar un centro de Goiko desde la banda opuesta. En el cinco de juego volvería a marcar, aprovechando un rechace del guardameta Iru a tiro de Salinas. El partido fue un asedio, un ataque continuo. Trepidante y todo lo plácido que un resultado favorable tan temprano, unido a la inercia del vencedor, puede llegar a ser. El 0-6 final, con dos goles más de Hristo, otro de Salinas y uno de Bakero, recorrería los diarios de todo el país tildado de espectáculo futbolístico.

Los jugadores azulgranas alabaron el encuentro, Rexach no tardó en dedicarlo al ausente Cruyff y Javier Clemente sentenció lo vivido con un contundente: "Nunca vi nada igual, el Barça es un huracán". Fue una de las primeras grandes noches del Dream Team y de su goleador. Una feliz noche para todo culé.