Empate del Real Zaragoza en un campo complicado. Milla priorizó corregir los errores que había tenido el equipo fuera de casa pero su planteamiento redujo el ataque zaragocista a la conexión Lanza-Ángel tras robo. El resultado fue un empate a cero que permite al equipo ganar confianza, especialmente en la portería y la defensa.  

Planteamiento inicial

Pocos cambios en cuanto a nombres (Iza por el lesionado Xumetra) pero significativo cambio en cuanto al planteamiento y a la colocación sobre el césped de los jugadores. Milla planteó en banda derecha un doble lateral formado por Iza y Fran, que ya habíamos visto en el tramo final del partido del Alcorcón.

Eso desplazó a Lanzarote al centro del campo, actuando de interior derecho, lo que le permitía tener menos exigencia que en la banda, y lo acercaba al inicio de la jugada, desde donde podría lanzar al equipo. La nueva posición de Lanza hacía que Ros se colocará en la izquierda, con una función muy defensiva tapando las subidas de un incisivo Gerard Valentín.

En búsqueda de un equilibrio que no llegó

Tal y como dijo Milla en rueda de prensa, su planteamiento buscaba conseguir un equilibrio que el equipo no había tenido fuera de casa. La cantidad de goles encajados y la debilidad defensiva mostrada por el equipo aragonés era una de las grandes preocupaciones del técnico blanquillo. Para tratar de resolver los problemas el equipo blanquillo no realizó una presión demasiado alta, priorizando mantener el bloque compacto.

Por otro lado, conociendo al rival y la influencia de las bandas en su juego, especialmente en el sector derecho con Valentín, Milla planteó un sistema de ayudas que hizo que el equipo estuviera aún más retrasado sobre el césped. Este sistema de ayudas se dejó ver especialmente en el sector izquierdo zaragocista, donde Ros dedicó todo su partido a tapar a Valentín, mientras las ayudas de Zapater-Barrera se sucedían a esa zona.

El equipo mejoró defensivamente, mantuvo la portería a cero gracias a un buen partido de Irureta, penalti atajado incluido, y tuvo en Silva y Cabrera un argumento contundente para la defensa de área y la anticipación en las inmediaciones de esta. Sin embargo, con el equipo tan retrasado el Zaragoza perdió algunas de sus principales armas ofensivas, un apartado que se vio reducido a la inspiración de Lanzarote con el balón y a la velocidad de Ángel.

Lanza a los mandos y falta de profundidad

La posición centrada de Lanzarote le permitía, a priori, tener un mayor radio de acción y más compañeros con los que trenzar jugadas. Cada vez que el Zaragoza robaba buscaba la zurda de Lanza para que pudiera sacar al equipo con su desplazamiento. El ataque zaragocista se redujo a Lanza buscando con un desplazamiento largo un desmarque del solitario Ángel. Barrera era el encargado de estar atento a las segundas jugadas por si esos desplazamientos eran rechazados por la defensa, pero el Zaragoza apenas consiguió ventajas en esas segundas jugadas.

Tuvo mucha influencia la falta de profundidad del equipo. Perdiendo el balón muy rápido, el Zaragoza no daba tiempo a sus hombres de banda de salir y acompañar los ataques. Especialmente en la banda izquierda donde era Casado el que tenía que dar esa profundidad, mientras Ros realizaba movimientos interiores o guardaba la posición.

Morán para calmar

Milla había asegurado mantener la portería a cero con su planteamiento, pero tocaba dar un paso adelante con los cambios para intentar conseguir algo más en el partido. Para ello entró Morán al terreno de juego, que permitió que Lanza volviera a la banda derecha, donde tuvo la mejor ocasión de los blanquillos. Morán permitió que el Zaragoza mejorará considerablemente en salida de balón, juntando al equipo y dándole momentos de posesión, ante el empuje del Nástic.

Para intentar darle un acelerón al partido Milla introdujo a Pombo por Barrera, buscando alguna conducción que le permitiera saltar líneas rivales. El canterano lo intentó sin demasiado éxito, y sin Ángel en el campo el equipo perdió cierta mordiente en la presión arriba. Unido a la necesidad del Nástic de lograr el gol, el conjunto de Milla terminó bastante encerrado, con algún intento de salir a presionar en los últimos minutos del encuentro.

El empate le ofrece a Milla lo que quería: que el equipo ganara confianza y corrigiera errores del pasado, pero a riesgo de perder sus argumentos ofensivos. Solo un zurdazo de Lanza pudo darle la victoria. Este resultado debe servir para crecer y conseguir, al fin, ese equilibrio ataque-defensa que tanto le está costando encontrar al Zaragoza lejos de La Romareda.