Al igual que era “imposible” la presencia del Atlético de Madrid en la final de la Copa Intercontinental tras haber perdido la final de la Copa de Europa, también era imposible mi presencia en dicho acontecimiento debido a mi edad. No así la de un aficionado rojiblanco de más de 50 años de antigüedad, mi padre, que pudo conocer la etapa más gloriosa del club cuando era todavía más joven de lo que soy yo mientras escribo esto. Quién mejor para hablar sobre la noche más importante de la historia del equipo que un aficionado que es más viejo que el propio Vicente Calderón y que ha visto año tras año la evolución del equipo de su vida hasta convertirse en el mejor club del mundo en el mejor escenario posible.

La siguiente historia solamente podría haber ocurrido en la ribera del Manzanares, con un equipo capaz de lo mejor y de lo peor y con un guión típico de la historia del club rojiblanco. Ese gran tapado que gana cuando nadie lo espera y en las situaciones más complicadas y surrealistas posibles.

El Atleti antes de saltar al campo a jugar la Intercontinental. Foto: Cihefe.es
El Atleti antes de saltar al campo a jugar la Intercontinental. Foto: Cihefe.es

La peor noche rojiblanca

El Atlético de Madrid había llegado ese año pasado a la final de la Copa de Europa. El desenlace trágico mundialmente conocido comenzó con un tanto de Luis Aragonés en el minuto 114 de la prórroga. El estadio Heysel de Bruselas se preparaba para entregar la primera copa de campeón al equipo madrileño hasta que en el último minuto de la prórroga, un disparo desde lejísimos de Georg Schwarzenbeck se colaba en la portería rojiblanca, forzando un partido de desempate al día siguiente. Ese día se culminaría uno de los peores episodios de la historia del Atleti con un 4-0 en contra en el partido de desempate en el que el “torpedo” Muller y Uli Hoenes destrozaron el sueño rojiblanco de la primera.

El Bayern celebra la Champions de 1974 con la equipación atlética. Foto: Sport
El Bayern celebra la Champions de 1974 con la equipación atlética. Foto: Sport

Todo apuntaba lógicamente a una final de la Copa Intercontinental con la presencia del todopoderoso Bayern de Munich ante el que sería campeón de la Libertadores ese año, el Independiente de Avellaneda. Por aquel entonces, eran bien conocidas las trifulcas que se organizaban en los campos sudamericanos en las que hasta el propio árbitro corría serio peligro de ser agredido. Algunos equipos europeos renegaban de participar en la Copa Intercontinental por el miedo a que ocurriese algo grave. Por magia o destino, el Atlético de Madrid disputaría esa final después de que el Bayern se negara a participar. Por ello, el subcampeón de la Copa de Europa tenía el derecho de jugar la Intercontinental si el campeón rechazaba jugar el encuentro. Así fue, la garra y espíritu de lucha mítico del Atlético de Madrid le hizo aceptar el reto de llevarse la Copa Intercontinental por primera vez en su historia.

Del infierno al cielo

La final se disputaba a doble partido y en el mes de abril, ya que la competición sudamericana no terminaba hasta no mucho antes de dicha fecha. El día 10 de Abril de 1975 es recordado por todos los aficionados rojiblancos como el día en el que el Atleti logró lo que parecía imposible, y sí, ahí estaba mi padre para presenciarlo. En el partido de ida, el equipo argentino se impuso por la mínima, 1-0 y dejaba la eliminatoria bastante de su lado. Todo cambiaría en el partido de vuelta.

En la fría noche del 10 de abril de 1975, el Vicente Calderón estaba abarrotado para presenciar la gran final. Mi padre ya había ido anteriormente al campo ya que él y parte de la familia eran socios acérrimos. Ya habían tenido el privilegio de ver jugar en directo al mismísimo Pelé con el Santos cuando el equipo brasileño vino a Madrid a jugar un partido amistoso en verano. Por aquel entonces era conocido como el Estadio Manzanares. No ha llovido ni nada…

El reloj daba las nueve de la noche y el frío típico del Vicente Calderón se hacía hueco entre los aficionados mediante esa neblina característica del Manzanares. Escenario de película total. Mi padre iba con sus tíos y su abuela materna como de costumbre. En aquella época, ir con la familia al fútbol era mucho más habitual que hoy en día. Además, el fútbol no se basaba tanto el marketing y merchandising como ahora. Las camisetas de los equipos no estaban plagadas de patrocinadores y la gente no gastaba grandes cantidades de dinero en una simple camiseta de fútbol. Llevar una bufanda tejida en casa con los colores de tu equipo era el elemento central del fútbol clásico.

Se situaron como siempre en el fondo sur, casualmente y por cosas del destino, la portería en la que se produjeron los dos tantos que hicieron campeón al Atlético de Madrid. Mejor perspectiva imposible. Otro aspecto a destacar era la presencia en el banquillo de Luis Aragonés, pero en este caso como entrenador del equipo. La temporada anerior había estado cerca de dar la primera Copa de Europa al equipo con un gol suyo y al año siguiente hizo campeón del mundo al Atleti. Simplemente Don Luis Aragonés.

Luis Aragonés dirigiendo al Atleti. Foto: Cihefe.es
Luis Aragonés dirigiendo al Atleti. Foto: Cihefe.es

El partido estaba disputado y complicado para los colchoneros con un empate a cero que parecía que iba a ser el resultado definitivo. Nada más lejos de la realidad. Javo Irureta anotó el primer gol colchonero a pase de Gárate y empató la eliminatoria. A 5 minutos del final, sí, leen bien, el Atleti también tuvo su fortuna en una recta final de un partido, llegó el segundo gol a cargo de Rubén Ayala, marcando de puntera.

Ayala anota el gol de la victoria. Foto: Cihefe.es
Ayala anota el gol de la victoria. Foto: Cihefe.es

La alegría y la explosión de júbilo hicieron del estadio una fiesta con final alegre para el Atleti. El árbitro pitó el final del encuentro y la tensión acumulada y los fantasmas se desvanecieron de un golpe. El Atleti lo había vuelto a hacer, era campeón cuando los números dictaban lo contrario, cuando nadie lo esperaba, cuando la lógica señalaba otro camino.

Vicente Calderón le entrega la copa a Adelardo en presencia de Artemio Franchi presidente de la UEFA. Foto: Cihefe.es
Vicente Calderón le entrega la copa a Adelardo. Artemio Franchi presidente de la UEFA, a su espalda. Foto: Cihefe.es

No traten de entenderlo, esto es el Atlético de Madrid y no está hecho para todo el mundo. Tenía 13 años cuando esto sucedió y lo recuerdo como si fuera ayer. Este fue, es y será mi Atleti.


En Atleti_VAVEL, cada lunes, una historia personal como recuerdo del Vicente Calderón, que vive su última temporada.

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