La diosa fortuna a veces se ceba con unos cuantos privilegiados tocados con una varita mágica para dominar un arte; en el ámbito futbolístico esto se refleja en forma de lesiones y en el ámbito del Real Madrid se centra en un espigado galés de 27 años que hace unos años dominaba Inglaterra desde el norte de Londres; al igual que Julio Cesar hizo desde Roma o Napoleón Bonaparte desde el Castillo de Malmaison. Gareth Bale, al igual que Atila el huno, por donde cabalga no crece la hierba; el extremo galés arrampla con todo lo que se encuentra a su paso sobre los terrenos de juego, donde muestra con poderío su potente zancada.

Zidane tras el partido: “Estoy contento porque Bale ha vuelto de la mejor manera. No hay otro como él. Es especial"

El pasado sábado ante el Espanyol, Bale regresó tras su periplo en el dique seco; una desgradable estancia en la enfermería merengue propiciada por una desafortunada lesión ante el Leganés hace tres meses. Un periodo en el que el Real Madrid supo sobreponerse ante la adversidad y mantener la ventaja liguera respecto a su máximo perseguidor, el Barcelona.

Retomando el hilo conductor, en la previa del choque el galés se encontraba risueño, con una sonrisa pícara como las que Daniel 'El Travieso' brindaba al señor Wilson mientras tramaba un plan diabólico. Y él lo sabía, Gareth tenía en su mente el plan para regresar por la puerta grande y no lo pudo ejecutar de mejor manera. 

Bale entra al terreno de juego en la previa del partido. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Bale entra al terreno de juego en la previa del partido. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Una batalla plácida de magos y espectadores

Pero el reencuentro del galés con sus compañeros, su entrenador y sus fieles seguidores no vería la luz hasta el minuto 71, cuando su club ya mandaba en el luminoso con un gol de Álvaro Morata bajo asistencia de Isco. Sin embargo, antes de la entrada de Bale al césped que le consagró como superclase, en el Santiago Bernabéu acontecieron hechos dignos de mención ante un conservador conjunto perico, comandado por confuso Quique Sánchez Flores y un nostálgico Diego López que regresaba a casa.

Quique Sanchéz Flores, técnico del Espanyol, en el banquillo del Santiago Bernabéu. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Quique Sanchéz Flores, técnico del Espanyol, en el banquillo del Santiago Bernabéu. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Zidane tras el partido: “Podían cogernos en una contra, buscándonos la espalda. Lo hicimos muy bien. Con el 1-0 nunca puedes estar tranquilo"

Lejos de sentimentalismos, el Real Madrid y Zinedine Zidane buscaban otorgar a Gareth Bale una vuelta triunfal y placentera, una entrada por la puerta grande; algo para lo que era vital realizar un buen papel hasta la incursión del galés. Ante esta tesitura, Cristiano Ronaldo se enfundó el mono de trabajo, se roció de polvos mágicos y engulló un buen plato de confianza en los instantes previos al encuentro, para saltar al terreno de juego a realizar su mejor virtud: liderar.

Por si fuera poco, el astro portugués desayunó a media mañana un tentempié de verticalidad y desequilibrio; algo que hizo que el portugués dejará atónito a la parroquia blanca con un repertorio de filigranas dignas de elogio. Entre ellas una sobrenatural cola de vaca, con caño incluido, atentando contra la dignidad de un David López que no pudo evitarlo. Cosas de fútbol. 

Cristiano e Isco en un lanzamiento de falta. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Cristiano e Isco en un lanzamiento de falta. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Isco tras el encuentro: "Tomaré una decisión sobre mi futuro a final de temporada"

Pero la estrella del Real Madrid no se encontraba solo en el deseo de otorgar una bienvenida cálida a Gareth Bale. Un Isco que no vislumbra nada claro su futuro como jugador blanco, quiso sumarse al convite aportando su pizca de la dulce magia andaluza que atesoran sus botas; aquella que perseguía Mickey Mouse en Fantasía 2000 intentando convertirse en brujo. Pero el malagueño ya estaba graduado en esa disciplina. Un talento del que el media punta hizo gala ante un Espanyol tan conservador, que con sus tintes azules tan característicos, parecía tener enfundado el uniforme de gala del Partido Popular. Apenas hicieron daño al Real Madrid, apenas abandonaron su estilo de catenaccio italiano y apenas pisaron el área del club blanco. 

"¡Que viene, que viene!"

Con el partido encarrilado, en el minuto 71 de partido se hizo el silencio en el Paseo de la Castellana. El tráfico se detuvo, el público enmudeció y las aves cesaron su revoloteo para situarse en las cornisas del coliseo merengue para observar lo que estaba a punto de acontecer. El gran momento había llegado. La megafonía anunció lo que todos deseaban oir: "Se retira con el número 21, Álvaro Morata. Y entra con el número 11... ¡Gareth Bale!".

Gareth Bale aplaude a su público. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Gareth Bale aplaude a su público. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

En el minuto 83, Gareth Bale hizo el 2-0 para el Real Madrid

El éxtasis abrió las puertas del estadio merengue, se coló sin entrada por los tornos de seguridad y se movilizó agilmente hacía el graderío blanco con el fin de propinar una sonora ovación al jugador galés. Los empleados de seguridad del club blanco no lo pudieron evitar. La alegría y la efusividad se habían apoderado del Santiago Bernabéu. 

Gareth Bale mostrandose su potencia en banda. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Gareth Bale mostrandose su potencia en banda. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Pero esta calurosa bienvenida no fue nada comparada con lo que aonteció en el minuto 83. Tres golpes: lanzamiento de una carga explosiva tras las líneas enemigas, internada hacía el corazón núcleo del ejercito rival para escoltarla y puñalada profunda en el corazón enemigo. Y no, no se trata del relato del final de una batalla bélica de Hollywood, si no del segundo gol del Real Madrid al Espanyol: pase Isco a espaldas de la defensa perica, cabalgada infernal de Bale por banda y gol del galés. 2-0 y a por la siguiente contienda con todos los comandantes del navio blanco disponibles para el general 'Zizou'.