Por MARÍA MARTÍN.

Cuando me dijeron que íbamos a ir a Madrid a ver al Atleti la temporada pasada no me lo creía. El Calderón se ha convertido en uno de mis rincones favoritos de la ciudad desde la primera vez que pisé por allí. Aún hoy en día, Madrid sigue siendo sinónimo de Atleti. En aquel partido jugábamos contra el Eibar, no era un mal rival pero a priori no parecía complicado. De las seis veces que he pisado el feudo rojiblanco ninguna ha sido frente a un equipo grande como Madrid, Barça o Sevilla, pero aquí está la prueba de que se pueden disfrutar igual o incluso más.

Desde muy pequeña he sido una gran seguidora de Fernando Torres. Con tan solo dos años ya cantaba su nombre. Lloré su vuelta al Calderón como los cientos de 'Torristas' que habían deseado tanto verle con la elástica rojiblanca de nuevo. Me emocioné de verle pisando el césped del Calderón la primera vez que le vi jugar en él, y también esperé ansiosa su gol número 100 del que tanto se había hablado.

En aquella época, la prensa se encargó de presionar al jugador con la cifra. 100 goles es una cifra significativa y más aún si se alcanza en el equipo al que siempre quisiste. Fernando Torres se marchó de un club que se le quedaba grande, para crecer, para mejorar como futbolista pero también como persona, y decidió volver al lugar en el que siempre le van a querer. Personalmente sentí rabia; Torres había caído en una crisis goleadora y su rendimiento era más bien malo. Se empezó a cuestionar su talento y eso me hacía rabiar más aún. Pero yo confiaba.

Gracias Fernando

Curiosamente, poco antes de ir al Calderón, soñé que Torres marcaba el gol 100 mientras yo estaba allí. Fueron dos veces. En la primera, un poco más alocada, me veía saltando al campo para celebrarlo con él. En la segunda, lo celebraba con mi familia y amigos en las gradas, llorando de emoción.

Cuando llegó el día, me encontraba igual de nerviosa que las cinco veces anteriores que había ido. El primer tiempo fue horroroso, el balón estaba más tiempo en el aire que en el suelo y la gente se empezaba a desesperar. Pero lo peor llegó cuando dos minutos antes del descanso nos marcó el Eibar. Nunca había visto perder al Atleti allí, en el Calderón (y aún sigo teniendo esa suerte), por lo que me empecé a temer lo peor.

Tras el descanso el juego de los nuestros cambió de forma radical. Saúl y Giménez fueron los primeros en anotar, y con tanta fortuna de que fue en el fondo en el que yo estaba sentada. Tuve la suerte de poder grabar el gol de córner de Saúl como recuerdo y también cumplí mi deseo de cantar a Godín en el Calderón. Pero nunca me imaginé que mi sueño se fuera a cumplir. Saltó El Niño al terreno de juego y se cayó el Calderón. Siempre es especial cantar a Torres.

Minutos después de su entrada, marcó su gol número 100 con la rojiblanca. Apenas me lo creía, me quedé paralizada en mi sitio y las lágrimas se me caían mientras veía a Giménez entregarle una camiseta con el dorsal 100 a mi ídolo. Mi tía y su amiga me chillaban: ¡Tu sueño, María, se ha cumplido! Y sí, literalmente así fue.

¿Quién dijo que los sueños no se cumplen?


En Atleti_VAVEL, cada lunes, una historia personal como recuerdo del Vicente Calderón, que vive su última temporada.

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