Volvieron las tardes de sol al Nuevo Colombino. Tardes en las que Huelva, al compás del esférico, canta como si el Recreativo fuese algo más que un equipo de Segunda División B. Tardes en las que el derbi, por mucho que fuese un derbi, no era motivo de excusa para que los onubenses se quedasen en casa.

Ganas de fútbol y ganas de victoria, pero no sólo por parte del recreativismo. Sino también por parte de la afición contraria, que hacía la competencia a una marea albiazul más fuerte que nunca. Efectivamente, tardes de fútbol en las que a veces fallas y a veces no. En las que o aciertas, o caes, o te quedas a medias. Tardes en las que sabes que el rival al que te enfrentas puede hacerte temblar, sacar lo mejor de ti y también lo peor.

Y ahí estaba el Mérida. Un Mérida al que aquello de Nuevo Colombino le sonaba más a Coliseo, a lucha y a batalla en el verde; porque ser quinto en la clasificación era motivo de orgullo para los de Eloy Jiménez, que buscaban los tres puntos en Huelva como si de oro se tratase.

Pero antes del inicio, de lo de ‘verdad’, tocaba hacer los honores. Y en esta ocasión, fue el Recreativo Bádminton IES La Orden quien, acompañado de su trofeo, fue acogido entre aplausos tras proclamarse campeón de la Liga TOP-8. Y el reloj comenzó la cuenta atrás. Porque el fútbol no espera, porque el fútbol es inmediato y porque sí. Porque a veces nunca sabes lo que el deporte te quita, o te da, en apenas 90 minutos.

Frenar al Mérida, reto difícil

La primera parte no fue fácil para los de Juan Manuel Pavón. El conjunto emeritense se hizo con el balón y supo aprovechar sus oportunidades, dejando apenas sin tiempo para pensar a los locales, que una vez más, no supieron definir sus líneas en los primeros minutos sobre el verde.

Una vez iniciado el encuentro, ambos equipos se igualaron en el terreno de juego. El Recreativo contó con poco ataque y pocas opciones, incrementadas a favor de los albiazules gracias a la pareja formada por Miguelito y Núñez que parecía darle, en un principio, la energía necesaria. Sin embargo, y pese a unos minutos de protagonismo, el Recreativo cedió y el Mérida se hizo con la posesión casi al completo.

Poco tiempo después, fue Díez quien buscó la oportunidad a favor del Mérida sin éxito alguno tras un balonazo que cayó en las manos de Rubén Gálvez. Minutos de desesperación para la zaga albiazul, que sin un claro juego definido, tuvo difícil controlar a su rival. Un rival que buscaba, que quería y que encontró el gol pese a la fuerza que el Recreativo cobró en el ecuador de la primera parte. Sin embargo, la balanza se inclinó a favor del Mérida.

Aguza decantó la balanza para el Mérida pasada la media hora

El primero en intentarlo fue Hugo Díaz, quien no acertó tras ver su disparo desviado. El segundo de ellos fue Aguza, quien más que intentarlo, subió el primer tanto al marcador con un remate de cabeza en el minuto 37 después de un saque de esquina favorable a su equipo.

Desde ese momento, al Recreativo le faltaron recursos, ganas y poder, llegando al final de la primera parte con una derrota que aún podían subsanar en los siguientes 45 minutos.

Ernesto y 90 minutos más

La segunda parte fue intensa para el Mérida, que volvió fuerte del descanso tras saberse vencedor de un gol que daba algo más de ventaja a su recorrido por el Nuevo Colombino. Pavón no esperó y dio entrada a Iván Aguilar, que disputó los minutos restantes ante la salida de Miguelito. Por su parte, los de Eloy Jiménez continuaron apretando y desenvolviéndose con superioridad ante un rival escaso de trabajo y de ocasiones.

Oportunidades y más oportunidades en la línea del campo contraria a los locales, que veían el peligro entre los palos protegidos por Gálvez. El meta evitó en varias ocasiones que el conjunto emeritense sentenciase el partido, mientras los romanos se crecían con toda la posesión del esférico entre sus pies. Pies que, por cierto, frenó Ernesto Cornejo con su llegada en el minuto 69. El técnico onubense confió en sus cambios, jugó sus cartas. Acertó. Y el partido se inclinó de cara al cuadro albiazul.

La posesión entre ambos equipos se igualó, las líneas se vieron más claras y la presencia de Aguilar, Domínguez y Waldo hizo peligrar el marcador del Mérida, aunque sin éxito alguno en todos sus intentos. Hasta que ese intento se convirtió en algo real. Tan tangible como poco creíble para los emeritenses y para gran parte de la afición onubense.

Ernesto salvó un punto de oro en el descuento

Ernesto lo vio. Ernesto aprovechó, centró y creó magia tras un rechace que llevaba su nombre y que al delantero no se le escapó. Ernesto y 90 minutos más, que fueron fulminados por aquel esférico. Ernesto y el recreativismo, que frenaron por completo todas las ansias romanas.

Porque el fútbol no entiende de minutos descontados, de tiempo o de espacio. El fútbol es fútbol y hay que verlo para creerlo. Porque en la magia del fútbol reside, por irónico que parezca, la euforia de vivir un empate con las mismas ganas que una victoria. 

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