Ni los aniversarios pudieron festejarse, pues el 75 cumpleaños del conjunto manchego se celebró con un descenso a la categoría de bronce del fútbol español, la Segunda División B.

El equipo había aterrizado en una de las categorías más igualadas de España tras tres largas temporadas vagando por el infierno. Pero las llamas surgieron en los corazones albaceteños tras cumplir con el objetivo del ascenso en la temporada 2013/14. Y no fue tan sólo eso. El Albacete subió al ascensor como campeones de la categoría tras derrotar al Racing de Santander, mostrando un fútbol brillante. La ilusión impregnó Albacete.

La directiva que sustituía al Presidente de Honor, Rafael Candel, cumplía con su promesa de devolver a su sitio a los manchegos. No obstante, José Miguel Garrido desempeñaba también una complicada tarea. Respaldado por la familia Iniesta, la deuda con Hacienda acechaba en las sombras, los problemas a los que había que plantar cara no eran únicamente sobre temas deportivos.

El retorno a Segunda

Luis César Sampedro en un partido de Segunda División / Foto: laliga.es
Luis César Sampedro en un partido de Segunda División / Foto: laliga.es

Luis César Sampedro fue el artífice de la vuelta del Albacete a la categoría de plata y el encargado de capitanear el proyecto en Segunda

El Alba estaba de vuelta en casa. Pero la que por aquel entonces era la Liga Adelante, no le recibió con los brazos abiertos. Los chicos de Luis César Sampedro proponían un buen y bonito fútbol de toque, con combinaciones y triangulaciones excepcionales en el centro del campo, pero poco efectivas, a fin de cuentas. Los puestos de descenso se habían convertido en el refugio del equipo. El Albacete volvía a ser el habitual “equipo pardillo”, ese que juega bien y merece buenos resultados, pero no consigue absolutamente nada.

Sin embargo, el fútbol hizo justicia y se realizó una segunda vuelta de campeonato, finalizando la liga rozando las posiciones de mitad de tabla. Ahí si que se podía pensar que, quizá en pocos años, el Albacete pudiera subir a la máxima categoría del fútbol español.

Al comienzo de la siguiente temporada, la 2015/16, la parroquia albaceteña ya exigía algo más a sus jugadores. No bastaba con salvarse del descenso, se debía de luchar mínimo por las posiciones de media tabla y poner los ojos en el playoff de ascenso. Pero el fútbol aún estaba guardando a la entidad albaceteña un nuevo revés. Era el año del 75 aniversario del club, y como se ha mencionado anteriormente, la celebración fue muy amarga. El Albacete Balompié retornaba a la Segunda División B tras una breve pausa de dos temporadas.

Y vuelta a empezar

Y eso no era lo peor. El ascenso, lógicamente, volvía a ser la máxima prioridad del club, pero la deuda económica seguía ahí, reducida, pero se mantenía, y mantenerse en la tercera categoría más importante de España endeudados era un deporte de riesgo. Si la parroquia albaceteña no quería ver como su club desaparecía ante sus ojos, era hora de tomar cartas en el asunto. Ponerse el mono de trabajo y manos a la obra.

José Manuel Aira tras finalizar un partido del Albacete / Foto: J. Mondéjar - VAVEL
José Manuel Aira tras finalizar un partido del Albacete / Foto: J. Mondéjar - VAVEL

Comenzaba un nuevo proyecto. El elegido para capitanearlo era José Manuel Aira. La plantilla que formaba el Albacete Balompié estaba repleta de nuevos nombres. Pero esos nuevos jugadores dieron la talla. Aunque con suspense y con un final de infarto, el milagro se obraba. Se retornaba a la categoría de plata tras militar solamente una temporada en el infierno, algo casi imposible a causa de la complejidad e igualdad de la categoría.

La llegada de Skyline

Entonces sucedió. Quizá el destino del Albacete Balompié ha cambiado, ha dado un giro radical. Quizá por fin se abandonará el ascensor al que los manchegos nos tenían acostumbrados. Quizá se termine por fin de alternar la Segunda División con la Segunda División B. El aficionado albaceteño ha portado por bandera el pesimismo casi como tradición, pero quizá por fin, es el momento de soñar.

Víctor Varela posando con la equipación del club / Foto: albacetebalompie.es
Víctor Varela posando con la equipación del club / Foto: albacetebalompie.es

El 17 de julio de 2017, el grupo Skyline Internacional pasaba a ser el nuevo propietario del club albaceteño.  Un grupo con experiencia en liderar clubes de primer nivel en Sudamérica tomaba las riendas. Víctor Varela y Georges Kabchi, al mando. Y gracias a ellos, se sorteó el primer obstáculo. El equipo tenía el ascenso deportivo, pero no el administrativo, pues la deuda no iba a esfumarse sin más. Por lo tanto, el primer objetivo marcado era sanear las cuentas lo máximo posible, y se logró en gran medida. La primera batalla estaba ganada.

Ahora venía lo complicado, poner en práctica la propuesta de Skyline y esperar que diera sus frutos. El comienzo del retorno del Alba a la Segunda División no tuvo más que tropiezos. El conjunto de José Manuel Aira se había reforzado con una cantidad considerable de incorporaciones, entre las que se encontraban grandes nombres como Zozulia o Susaeta. Se esperaba un gran salto de calidad, pero lo que se encontró fue un gran salto al vacío.

Enrique Martín, el entrenador del cambio

Enrique Martín en su estreno con el Alba / Foto: J. Mondéjar - VAVEL
Enrique Martín en su estreno con el Alba / Foto: J. Mondéjar - VAVEL

Había que tomar medidas, y el gran perjudicado fue Aira, que tuvo que marcharse del equipo. Y entonces llegó “el entrenador”, uno de los mejores entrenadores que ha tenido el Albacete en mucho tiempo. Enrique Martín, técnico veterano y con experiencia en Primera División, sería el encargado de dirigir el club.

Los resultados se notaron casi al instante. Y qué resultados. Quizá el juego no sea el más bonito de ver, pero desde luego, es de los más efectivos. Enrique Martín ha confeccionado una plantilla hecha para su juego, por lo que los jugadores han respondido de la mejor manera posible. El Albacete Balompié ahora mismo es un conjunto serio, con una gran solidez defensiva y una ofensiva letal, pues las ocasiones que generan se cuentan por goles.

Varios jugadores celebrando la victoria en casa frente al Lorca / Foto: J. Mondéjar - VAVEL
Varios jugadores celebrando la victoria en casa frente al Lorca / Foto: J. Mondéjar - VAVEL

Desde la llegada de Enrique Martín, el Albacete registra en el Carlos Belmonte cinco victorias, tres empates y únicamente una derrota

El Carlos Belmonte se ha convertido en un fortín, en un estadio casi inexpugnable. E incluso cuando el Alba actúa de visitante, es muy complicado derrotarle. Tal es el nivel actual, que por muy poco no se logró la mejor primera vuelta del club en Segunda División en los últimos quince años. El club milita actualmente en la mitad de la tabla, pero con una sensación muy distinta, pues los datos y las estadísticas revelan que, si tan sólo contabilizaran los resultados obtenidos con Quique Martín, se debería ocupar la quinta posición.

El salto que ha dado el club es un salto de gigante. Parecen haber quedado atrás los años de luchar por la salvación o por ascender a Segunda División, pues, a pesar de que Enrique Martín no se confía, técnico y jugadores hablan ya en las ruedas de prensa de la posibilidad de ver al Albacete Balompié en Primera División. Y no son sólo los resultados lo que han cambiado, la deuda del conjunto albaceteño es ya casi del pasado, e instalaciones como la sala de prensa, el túnel de vestuario o incluso el autobús del equipo han sufrido un lavado de imagen, pero a mejor.

Quizá esta temporada no es la temporada, pues un ascenso en el primer año de un nuevo proyecto es algo casi imposible, pero las expectativas son altas, y el futuro que se vislumbra es solamente positivo. Gracias a Skyline, a Enrique Martín, a los jugadores y a símbolos como Tomeu o Zozulia, el aficionado del Albacete Balompié puede permitirse soñar con lo más alto.