Si a algún equipo hay que referirle el dicho de “como en casa en ningún sitio”, es a la UD Almería. El conjunto almeriense, entrenado por Lucas Alcaraz desde la jornada 17, sólo ha sido capaz de sumar cinco puntos (una victoria y dos empates) en lo que va de temporada, una cifra preocupante si se compara con los partidos en casa. Sin embargo, esta mala dinámica del equipo no solo afecta al resultado, sino al juego. Mientras que en el Estadio de los Juegos Mediterráneos se puede disfrutar de un juego vistoso, fuera de casa el aficionado sólo puede esperar que su equipo rasque algún punto.

Este malvivir se volvió a dar ante el Oviedo, en un partido en el que el Almería volvió a casa con 0 puntos, como ya viene siendo habitual. En este caso, a pesar de empezar arriba en el marcador, apenas pudo aguantar ocho minutos antes de recibir el empate, para luego encajar el 2-1, resultado que se mantendría hasta el final del partido. Sin embargo, más allá del resultado, pudimos ver de nuevo el gran problema del equipo fuera de casa. Tras su gol a favor en el minuto 53’, inexplicablemente, la plantilla bajó la intensidad, permitiendo al Oviedo marcar el gol del empate poco después. Sin el apoyo de su afición, los jugadores no pudieron levantar sus ánimos y terminaron cayendo.

Además, las cifras son devastadoras: de sus 21 goles, tan solo seis se han conseguido fuera de la provincia. Un promedio de medio gol por partido que, sin duda, es razón más que obvia para preocuparse, pues sólo el Albacete ha marcado menos que el Almería (cinco goles). Si a esto sumamos que en cuatro de estos 11 partidos un jugador de la plantilla se ha ido a los vestuarios antes de tiempo, y que el nivel de juego baja radicalmente, nos damos cuenta de que las visitas deben ser un problema de alta prioridad para todo el cuerpo técnico.