Luka Modric volvió a enseñar la magia del fútbol, tras su lesión, en el Estadio de Ipurua. 24 días después de su último partido, la ida de octavos de la Champions contra el París Saint-Germain, el croata vuelve a volar alto.

El centrocampista destacó sobre el resto del equipo en Guipúzcoa; cómo no. Hizo la asistencia necesaria para que Cristiano Ronaldo pudiese marcar el primer tanto del encuentro en el 34. No fue la primera y, afortunadamente, tampoco la última. El pájaro acumuló 15 recuperaciones frente al Eibar y se convirtió en la pesadilla oficial de los de Mendilibar durante los 90 minutos de partido.

Parecía que el de los Balcanes venía ya rodado. No se notó su inactividad durante casi un mes; al contrario. El croata hacía sentir que había seguido jugando al fútbol durante la lesión... quizás sea esa la magia con la que cuentan algunos futbolistas. Los que nacieron para esto.

Zinedine Zidane no quiere perder al croata a pesar de que cuenta ya con el poco descanso que tendrá Luka Modric durante el verano con la llegada del Mundial de Rusia. Pero es normal. Quién querría deshacerse de un jugador que crea magia.

Durante el encuentro contra el Eibar, no solamente recuperó 15 balones, sino que dio 49 pases y tuvo un 80% de acierto en pase contrario. El Cruyff de los Balcanes fue el más juego creó durante el encuentro; algo que no sorprende a la afición madridista puesto que ya les tiene acostumbrados.

El regreso de Luka Modric al equipo blanco regaló un fútbol diferente la pasada semana. No fue solamente la victoria, sino la vuelta al terreno de juego de un centrocampista irremplazable. Si el croata está a buen nivel, el resto del equipo le sigue. Es proporcional. Cuando Modric hace fútbol; el Real Madrid regala sonrisas.