Le amas o le odias. Te gusta o te disgusta. Ese parece ser el aura que desprende José Bordalás. El entrenador del Getafe debutó esta presente campaña en Primera División a la edad de 54 años. Y lo hace de una forma especial, y más que merecida. Dos ascensos consecutivos, algo prácticamente imposible viendo el nivel que demuestra cada año la Liga 123, una de las más difíciles sin lugar a dudas. Primero lo logró con el Deportivo Alavés. Y después de que la directiva albiazul prescindiera de sus servicios de forma sorprendente, el alicantino se quedó sin equipo.

Mientras tanto, en la capital del sur de Madrid se armaban para volver a Primera División. En esa operación retorno confiaron los mandos del barco a Juan Eduardo Esnáider, quien a punto estuvo de conseguir la permanencia con los azulones. Sin embargo, ese proyecto comenzó a hundirse a cada jornada que pasaba. De soñar con el retorno a la categoría reina, a estar en puestos de descenso a Segunda B. Finalmente, llegó la gota que colmó el vaso. Derrota por 0-2 ante el Girona, lo que propició la destitución del argentino. Ángel Torres y Toni Muñoz ya tenían sus ojos puestos en una persona: Bordalás. 

Pepe, el elegido

Quién mejor que la persona que ya se ha ganado la fama como especialista de Segunda para recuperar al 'Geta' de verdad. No sería una tarea fácil. Además de tener que recortar puntos para alcanzar los Playoffs, lo más complicado sería sacarle partido a una plantilla que iba a menos. Y lo hizo.  Con los azulones empezó a escalar puestos de manera fulgurante hasta alcanzar la 'cumbre'. Playoffs y ascenso en la final ante el Tenerife, equipo con el que precisamente ya ascendieron por primera vez. 

Desde el primer momento se puso el mono de trabajo. Él junto a su staff dejaron la impronta desde el día uno: da igual cómo ganar. Lo importante es hacerlo. Para ello, el de Alicante impuso tres claves para mezclar de la mejor forma posible su estilo con los jugadores: una idea de juego, convencer a los futbolistas de ello y que estos le sean fieles. Las tres patas en forma de trípode que le llevaron al éxito, primero en Vitoria, y después en Getafe. Un nuevo broche de oro a su carrera, la cual resalta por cómo ha ido ascendiendo -como sus equipos- desde las catacumbas del fútbol español hasta la cima.

Bordalás celebrando el ascenso con el Getafe. / Foto: La Liga
Bordalás celebrando el ascenso con el Getafe. / Foto: La Liga

El Getafe es el tercer equipo menos goleado de Primera (30 goles)

A la hora de defender, repliegues intensísimos, presión asfixiante, un orden táctico difícil de superar, formando una auténtica muralla, la cual no tiene mucho que envidiar a la de China. Resumido en una palabra: solidaridad. Todos se bajan al barro para luchar por echar el cerrojo. Los números lo refrendan: tercer equipo menos goleado de Primera con 30 tantos encajados. En cuanto al ataque, balones largos, contraataques rápidos,dinamismo y verticalidad. Eso sí, es algo que varía sustancialmente cuando juegan en el Coliseum o fuera de casa. 

Pero ese juego duro (equipo con más amarillas del campeonato) ya ha sido puesto en entredicho por varios clubes y entrenadores. Ya lo sufrieron el año pasado en Segunda, mientras que en esta campaña lo están haciendo en Primera. Barcelona, Valencia o Real Betis, con sus entrenadores como portavoces, lo hicieron en las ruedas de prensa posteriores a los duelos. En el Camp Nou aguantaron 90 minutos 0-0, fieles a su estilo, algo que buscaba desde el primer día Bordalás. O al cuadro ché le endosaron su primera derrota en liga en la primera vuelta.

Un libro de estilo especial

No le importa lo que digan de él, de su juego y de su equipo. Lo que le importa es el resultado positivo para los suyos. Es así José Bordalás. Un tipo peculiar, que cae bien, regular o mal. Pero club al que entrena, club al que le dota de una identidad, con la que luchan hasta morir jugadores, aficionados... Un ejemplo se ve en las gradas del Coliseum, las cuales se vaciaban a cada temporada. Con el alicantino, estos han recuperado la ilusión. La fe por volver a ver a su 'Geta', que te hace salir orgulloso del estadio tras ver la capacidad de coraje y ganas que derrochan. 

Piña de los jugadores con Bordalás en el partido de la primera vuelta ante el Levante. / Foto: La Liga
Piña de los jugadores con Bordalás en el partido de la primera vuelta ante el Levante. / Foto: La Liga

Capaz de sacar rendimiento a cualquiera. Guaita se ha convertido en uno de los mejores porteros de La Liga. Djené, un tipo se que conocía del Alcorcón y que trajo de Bélgica, ya se ha ganado un mejor contrato, incluso con una cláusula de 35 millones para acallar los cantos de sirena de los grandes. Que si se va Cala tiene a Bruno o Cabrera para cumplir a rajatabla y sin diferencia alguna. Damián Suárez convertido en un auténtico 'guerrillero' en el lateral diestro. Antunes en una lanzadera por el lado opuesto. La medular, un pegamento por el que han pasado multitud de futbolistas por las bajas (Arambarri, Bergara, Fajr, Sergio Mora, Flamini...).  Una banda convertida en un puñal a la hora de atacar, y un defensa más a la hora de tapar. Ese es Amath. Y la otra una galería de arte, en la cual suele exponer sus mejores obrar el Mago de El Palo, Portillo. Arriba, dos figuras claves son las de Ángel y Jorge Molina. Dos jugadores que se ven favorecidos tras el paso del esquema del 4-2-3-1 al 4-4-2, al igual que se aprovechan de los movimientos de forma mutua. Entre ambos aportan 19 goles, o lo que es lo mismo, la mitad de los anotados en lo que va de curso 17/18.

Porque a pesar de no jugar con una buena mano, de no tener ases, ni tan siquiera bajo la manga, es capaz de darle la vuelta la partida y convertirse en caballa ganador. No obstante, su continuidad en el club, de momento, no es segura. Real Sociedad o RCD Espanyol ya andan detrás de él. Mientras deshoja la margarita sobre si renovar o no, lo que es seguro es una cosa. Los azulones estarán la próxima campaña otra vez en Primera. Sí, de esa forma, bonita o fea, el Getafe y Bordalás volverán a estar el año que viene molestando a más de uno, pero lo harán como siempre, 'oídos sordos y a su bola'.

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