Son partidos así uno de los motivos por los que el Real Madrid reina en Europa con dos Champions seguidas y camino de la tercera. Jugando en un infierno, con el rival presionando constantemente cada decisión arbitral y sin desplegar un juego excelso, consiguió una victoria de prestigio que le pone un pasito más cerca de Kiev.

Algunos equipos cuando tienen días malos lo acusan y caen eliminados, el Madrid, sin embargo, es capaz de ganar ante todo un Bayern de Munich. Son encuentros así los que dan los títulos.

Desde el comienzo ya se vislumbró cual iba a ser la tónica general del partido. Zidane sorprendió saliendo con Lucas e Isco en un claro intento de tapar el mayor peligro del Bayern, los dos contra uno que realizan a los laterales rivales.

Con esta formación, el francés se aseguraba un mayor trabajo defensivo y ayudas constantes. Salieron ambos equipos con una presión alta que dificultaba enormemente la salida limpia de balón del contrario. Diez primeros minutos muy intensos de los dos que dieron paso a una buena fase de los de Zidane.

Modric empezó a controlar el medio del campo y de su mano el Madrid se vino arriba. Impedía al Bayern salir de su terreno y, a pesar de no disponer de ocasiones, el conjunto blanco merodeaba el área rival. Y justo en ese momento, cuando los madridistas parecían empezar a controlar el partido, llegó el punto de inflexión del partido.

Saque de puerta rápido de Ulreich y Kimmich se encuentra con una auténtica autopista por la banda derecha. Todavía muchos se preguntan dónde estaba Marcelo. El lateral izquierdo dejó un pasillo infinito a su espalda y el lateral derecho germano lo aprovechó para poner el 1-0 en el marcador con la colaboración de Keylor Navas que pudo hacer bastante más.

Los minutos siguientes fueron un sufrimiento constante. No tanto por las buenas acciones del Bayern, sino por los despistes y la inseguridad defensiva que transmitía el Madrid. Es cierto que no hubo ocasiones claras de los bávaros, pero la sensación era que el segundo parecía estar al caer.

Los madridistas imploraban el descanso y ahí apareció Marcelo. Lo que el brasileño te quita, el mismo te lo da. Marcelo vive con alegría los partidos. Juega de una manera alocada que le hace cometer errores atrás, pero cuando ataca es un placer para la vista. Se le debe querer así. Un alma libre que da al equipo infinitamente más de lo que le quita.

Tras el descanso, el Madrid salió con el objetivo claro de no ceder tantas ocasiones al rival. Y además de eso, salió la perla, Marco Asensio. En una jugada en la que el Bayern acumulaba muchos jugadores arriba, los alemanes tuvieron una pérdida de balón absurda y eso ante el campeón de Europa se paga muy caro.

Salieron Lucas y Asensio como dos balas y cuando llegó la hora de definir, el mallorquín lo hizo con una sutileza digna de una de las mejores zurdas del mundo. ¿Quién quiere fichajes millonarios teniendo a uno de los jugadores con más potencial para ser Balón de Oro del mundo? Cualquier jugador que llegue para quitarle minutos a Asensio será un sacrilegio.

Una vez por delante en el marcador, llegó el momento de ponerse a trabajar. Los reyes de Europa dejaron sus coronas para ponerse el casco de obrero y correr y sudar para conservar este gran resultado. El Bayern apretó sobre todo por la banda izquierda con un Ribery que se marcó un partido inmenso.

Volvió loco a Carvajal antes de su cambio y cada vez que el balón llegaba a sus pies sacaba una ocasión clara o un córner. Así pasaron los minutos. Con un Bayern queriendo atacar y el Madrid esperando el momento perfecto para desplegar las alas y salir a la contra rápido.

Tuvo una clara Benzema tras una buena jugada y otra Cristiano que le anularon un gol tras controlar con la mano. El resto del tiempo, aguantaron a la perfección los intentos del Bayern de la mano de un Sergio Ramos que estuvo imperial. Si Sergio hubiera estado en el partido ante la Juventus probablemente hubiera ahorrado al madridismo más de un corazón nervioso.

Trabajado partido del Madrid que tiró de sacrificio y pegada para sacar un enorme resultado. Un solo partido les resta a los blancos para llegar a Kiev. Dos para la tercera seguida.