En el día de ayer Iván Alejo llegó a su máximo. Ese punto de ruptura mental que nadie quiere alcanzar, pero que tampoco está en las manos de uno. Fue entonces cuando la impotencia se apoderó del bueno de Iván, que tan sólo pretendía labrarse una imagen de tipo duro en Primera División, y que ha acabado con él. Un joven de 23 años que ahora tendrá la oportunidad de rehacerse, y que tendrá que hacer caso y tomar nota de la lección de José Luis Mendilibar. Montilivi quedará para su recuerdo, y el futuro deparará si será para bien o para mal.

Con la imagen del vallisoletano derrumbado, derramando lágrimas y lamentándose en el banquillo después de la sustitución, cualquiera diría que el entrenador es el malo de esta historia. Pongámonos en contexto. Iván Alejo sale en sustitución de Pedro León en el minuto 30. El murciano salía lesionado del terreno de juego, e Ivi tenía una oportunidad más para lucirse. Después de desempeñar un papel desastroso en el campo y cerca del minuto setenta, Mendilibar llama a Joan Jordán para que sustituya al extremo.

Parece incomprensible, pero así fue. El de Zaldívar sacó del terreno de juego al que había entrado en él, en sustitución, 40 minutos antes. Ante esta situación, Alejo se desplomó en el banquillo, llevándose una sudadera a la cara para no mostrar su rostro. Esto es clave para entender todo mejor, para darse cuenta que aquí no hay villano alguno, sino un maestro y un alumno rebelde.

Ante esta situación, cualquier jugador hubiese dedicado una mirada fulminante al técnico, se hubiese sentado con resignación y hubiese hecho notar su enfado a las cámaras por todos los medios posibles. Alejo, en cambio, es conocedor de todo lo que esta sustitución significa, como también entiende que está justificada y es por eso que su reacción fue opuesta a la esperada.

Porque su actitud durante los últimos meses ha sido bochornosa en los terrenos de juego, buscando el enfrentamiento y el pique con según cada quién en el césped. Esto acompañando de un rendimiento ofensivo nulo habían alertado ya a Mendilibar de la situación. El vallisoletano no dejó otra opción al entrenador, el cual tuvo que tomar una dura decisión para el jugador, pero que probablemente le haya hecho entrar en razón.

Este podría ser el punto de inflexión en la actitud de Alejo, el cual ha tenido unos últimos meses atareados. De la misma forma que se entiende el cambio de Mendilibar, también hay que entender que Iván Alejo se está adecuando al fútbol de Primera División, una tarea difícil para un joven con la cabeza un poco aturullada.