Miguel Ángel Portugal se estrenó en el día de ayer como técnico del Granada CF. Tras una serie de malos resultados que desencadenaron la destitución primero de José Luis Oltra y posteriormente de Pedro Morilla, el burgalés llegaba al banquillo nazarí con el objetivo de tratar de meter al equipo en el play off de ascenso en los cinco partidos que restaban para el final del campeonato liguero. 

La llegada de un nuevo técnico, a pesar de ser síntoma de que algo no funciona, siempre sirve para reactivar a los jugadores, que pretenden agradar a su nuevo entrenador, y para motivar a una afición hastiada que no falló y se vistió de gala para animar a su equipo a pesar del mal tiempo. 

Sin embargo, toda esa ilusión y optimismo se esfumó de un plumazo cuando comenzó el encuentro. Desde el primer minuto se vio a un Rayo Vallecano decidido a recuperar el liderato. Los franjirrojos demostraron estar mucho más rodados y con la confianza por las nubes, al contrario que los de Portugal. 

A pesar de conseguir aguantar durante el primer envite, en la segunda mitad acabaron llegando los goles del Rayo, que dejaron al cuadro local totalmente abatido. Situados en la décima posición y a cinco puntos de los puestos de promoción de ascenso, el Granada aún tiene opciones matemáticas de reengancharse a la pelea por el ascenso, pero las sensaciones que transmite el equipo no invitan a soñar con ello.

A falta de cuatro partidos y teniendo que enfrentarse aún a Sporting y Cádiz, todo hace pensar que el Granada no será uno de los tres elegidos para retornar a la élite del fútbol español. Con el equipo con la moral por los suelos, es difícil imaginar un escenario en el que se consiga dar la vuelta a esta nefasta situación en tan solo cuatro jornadas. 

Independientemente de cual sea el desenlace de esta temporada, está claro que se necesita hacer mucha autocrítica desde la cúpula del club. Tras estar gran parte de la liga entre los seis primeros, una serie de malas decisiones de la directiva del club han acabado por deshacer al equipo hasta el punto de tirar por la borda todo el trabajo realizado durante el año.

La próxima temporada, ya sin la ayuda económica que recibió el club por el descenso a Segunda División, habrá que ver si se subsanan viejos errores del pasado o, por el contrario, despertamos nuevamente en el día de la marmota para ver a un Granada que sigue viajando a la deriva.