A una sola semana de que llegue la final de la Champions, el Real Madrid se tomó este partido como una prueba para calibrar sensaciones de cara a dicho partido. Desde la alineación titular, que fue muy parecida a la que se podrá ver el próximo sábado a excepción de Keylor, se vio que el equipo blanco quería demostrarse a sí mismo que está a un gran nivel cuando se lo propone.

Y la primera parte fue una gran muestra de ello. Juego rápido, presión alta y muy serios en defensa. Unos 45 minutos de una calidad impresionante y en los que el Villarreal, uno de los equipos que mejor juegan de la Liga, apenas pudo oler el balón. Isco, Kroos y Modric combinaban a una velocidad alta y, cuando el balón llegaba arriba, Cristiano y Bale finalizaban. Mención especial merece el galés, que está haciendo un final de temporada espectacular. Es para pensarse muy seriamente su venta, ya que, cuando está al cien por cien, Bale se puede colar entre los cinco mejores jugadores del mundo. Cristiano, como siempre, jugó una hora y marcó. Está en un estado de forma sensacional y con los dos de arriba así, se antoja difícil que el Liverpool pueda pararlos.

Fueron 45 minutos muy ilusionantes para el madridismo que hicieron pensar que, si el equipo juega así, es muy complicado que la Copa de Europa no se vaya para Madrid.

La segunda mitad fue mucho más floja. La prueba ya había sido completada y los de Zidane ya sabían que están a un nivel espléndido. Ya no era necesario arriesgar, apretar más de lo necesario y llegó la relajación. Quizás una relajación algo excesiva, como ha venido ocurriendo durante toda la temporada. La defensa blanca no mantuvo la concentración, el mediocampo ya no tocaba con la rapidez de la primera mitad y los balones no llegaban a los delanteros. De esta manera, el Real Madrid se dejó empatar una renta de dos goles y acabó sufriendo para mantener el resultado. Es comprensible que la mente esté puesta en Kiev, pero esta falta de tensión no es solo de este partido. Toda la Liga ha sido así y es un factor para tener muy cuenta de cara a la planificación del próximo año. Si el Madrid se relaja así en la final ante un rival tan poderoso arriba como el Liverpool, lo puede pagar muy caro.

Pero eso ya será cuestión del verano. Ahora, les toca centrarse en lo verdaderamente importante. Una semana para la final y el Real Madrid se lleva de Villarreal una mochila cargada de ilusión. La primera parte dio señales para que el madridismo se ilusione.