Si retrocedemos cinco años atrás, nos encontraríamos con una ciudad triste y apagada tras un duro momento en el cual sus habitantes decían adiós al equipo que les había llevado a la categoría más alta del fútbol profesional. 

Un equipo al que llevan en el corazón y por el que decidieron crear un club que lo homenajeara, era el momento en el que unos “locos de la cabeza”, como ellos mismos cantan se reunieran y crearan Unionistas de Salamanca, el equipo que ha devuelto la Segunda B a la capital charra, tras cinco años de auténtica locura.

Las cosas no han sido nada fácil para un club que nacía de la nada y que cree en que es posible tener más de un dueño, tanto es así que cuenta con más de 2000. Y que ha conseguido crecer temporada tras temporada gracias al esfuerzo de cientos de personas. Pero al final de tanto es fuerzo como que la victoria se saborea mucho más.

Unionistas ha finalizado el año tras una temporada de ensueño, consiguiendo ser campeón de grupo y devolviendo la Copa del Rey a Salamanca. Pero al igual que el camino a la Tercera División, el play-off de ascenso no iba a ser nada fácil. Tras caer en la primera eliminatoria ante el Don Benito, equipo que pertenece ya a la Segunda División B, Unionistas tuvo que sacar garra y fuerza para poder hacerse con la victoria ante el Tarazona para enfrentarse en la final al Socuellamos.

Una eliminatoria muy sufrida tras perder en el campo de Ciudad Real por 0-1, Unionistas debía hacerse con el poder del esférico y hacer lo que mejor sabe hacer en su casa, ganar. Y es que tan solo ha perdido en tres ocasiones en su campo en lo que lleva de vida.  Por delante tenían 90 minutos para demostrar que en esta vida no hay nada imposible y que los sueños se pueden hacer realidad. Consiguieron hacer soñar a la afición tras adelantarse en el marcador, con un gol de Isaac Manjón una felicidad que iba a durar poco. Antes de llegar al descanso el equipo visitante conseguía poner el 1-1, obligando al conjunto dirigido por Astu a marcar dos tantos más.

Y vamos que sí lo iba a lograr, porque el equipo charrito no sabe lo que es rendirse, y tras varias ocasiones en el minuto 95, Razvan se encargaría de transformar un penalti haciendo saltar a la grada, y un penalti que valía un ascenso, un penalti que conseguía hacer realidad un sueño, un penalti con sabor a lágrimas pero a diferencia de las de hace cinco años estás eran de alegría.

Ahora el conjunto blanquinegro empieza una nueva aventura por una nueva categoría desconocida para la entidad, consiguiendo rendir homenaje a la Unión Deportiva Salamanca desde la categoría en la que desapareció.