Temporada 2016/2017. En Oviedo sólo se escuchaba una palabra: playoffs. A pesar de que las probabilidades eran más que ínfimas, las matemáticas decían que el conjunto carbayón aún tenía derecho a luchar por la última de esas cuatro plazas.

Para hacer frente al 2,2 % de probabilidades de acceder a esa promoción, el Real Oviedo de Fernando Hierro debía ganar y esperar -esperar mucho- en su visita al Estadio Martínez Valero de Elche. Allí saltaría al terreno de juego para enfrentarse a un equipo matemáticamente descendido y al que apenas fue gente a ver debido, precisamente, a lo bochornoso de su temporada, como modo de protesta.

El conjunto carbayón, además de tener que ganar fuera de casa, asignatura pendiente de aquel Oviedo, debía también esperar la derrota del Valladolid, en casa, ante un Cádiz ya matemáticamente clasificado para la promoción y la derrota del Huesca de Anquela en el Ciutat de València, contra un Levante ascendido como campeón -y vaya campeón-.

En caso contrario sólo cabía una posibilidad, más remota aún que la anterior. Si el Cádiz no ganase en Zorrilla, el Real Oviedo debería vencer por una diferencia superior a seis goles en el Martínez Valero para acceder a los puestos de acceso a la gloria.

¿Y si cae aquí?

La esperanza no se perdía en la ciudad y todos los bares se llenaron de gente, quizás más joven que mayor, por eso de la ingenuidad. Al descanso, la machada estaba lejos debido al resultado gafas que reflejaba el marcador, pero el gol del Levante, que ponía a los granotas por delante, y el momentáneo empate a cero en Valladolid, permitían seguir rosario en mano.

Finalmente, los goles de Toché y de Nando de nada sirvieron porque el Huesca acabó remontando en Valencia, aprovechando que los locales se habían quedado con un hombre menos dos minutos antes del gol que había abierto la lata, y porque los blanquivioletas acabaron pasando por encima del Cádiz por la mínima.

Finalmente, sólo el Huesca de Anquela pudo jugar una promoción que acabó perdiendo en semifinales ante el equipo que ascendió, el Getafe, en lo que supuso, la mejor clasificación de la historia de la S.D. Huesca hasta aquel momento.

Pero Oviedo soñó, y fue precioso.