El moreno aún relucía en las caras de los veintidós protagonistas aquella calurosa mañana de finales de septiembre. Alcorcón y Oviedo se veían de nuevo las caras en el pequeño estadio de Santo Domingo, al que no acudieron en gran cantidad aficionados azules debido a una protesta generalizada por parte de la APARO (Asociación de Peñas Azules del Real Oviedo) por el precio de las entradas, que llegó a alcanzar los 30 euros.

Con el lío servido en la grada, se pasó al terreno de juego. El Real Oviedo saltó bastante metido en el partido, tratando de continuar con su buen hacer fuera del Carlos Tartiere. Pero mediada la primera parte, una lesión muscular impediría al internacional mexicano, Oswaldo Alanís, por entonces debutante con la camiseta azul, continuar en el encuentro.

A partir de su sustitución, el Real Oviedo pasó de ser lobo a Caperucita, y acto seguido el ‘Alcor’ abriría la lata con un auténtico golazo del catalán, Albert Dorca, ante el que nada pudo hacer Alfonso Herrero. Con el Oviedo noqueado, se llegó al descanso y tras la reanudación, el colegiado del partido, Milla Alvéndiz, señaló una falta en la frontal del área.

La ejecución de la misma, efectuada de forma magistral por Juan Muñoz, subió el segundo tanto al electrónico y acabó de apuntillar a un Oviedo que trató de recortar diferencias por medio de Joselu, cuyo tanto fue finalmente anulado por el árbitro, ya que este consideró que en el centro previo, de Ramón Folch, el balón había atravesado completamente la línea de fondo.

A pesar de que el conjunto alfarero no acabase el partido con once hombres sobre el césped, por la expulsión de Nono, el Real Oviedo se fue a casa de vacío de un estadio maldito, tras su partido contra el equipo pesadilla de cada temporada.