Al menos 23.000 espectadores se podrán dar cita el próximo 11 de mayo en el estado de Los Cármenes para presencia una final que pasará a la historia y dará a conocer al mundo el poder del fútbol femenino, el poder de la mujer en uno de los deportes más monopolizados por el hombre y que, en la actualidad, recoge una de las mayores tasas de crecimiento de toda su historia.

Las donostiarras consiguieron hacer historia, consiguieron hacer resurgir al club en todas sus facetas.  Lo hicieron con esfuerzo, sí, pero bien que lo valió solo por la recompensa materializada en el cariño que la afición sentada allí, en las gradas de Anoeta, les mostraron cuando aquel minuto 90' llegó y con él, la victoria 3-1 de las vascas frente al Sevilla FC.

Para la Real Sociedad, el pase a la final de la Copa de la Reina es un asunto inaudito. Y sus más de 18.000 aficionados asistentes al encuentro dieron buena prueba de ello.  

Palacios puso sobre aviso a las sevillistas con el primero de los tantos anotados por las donostiarras a las que se sumaron Bautista, en el minuto 25 y Etxezarreta, en el 52, completaron la tríada de tantos que les valieron la victoria.

"¡Nos vamos a Granada!" jaleaban a coro la plantilla entera con Gonzalo Arconada como cabeza visible del cuerpo técnico. El entrenador estaba pletórico y, tras toda la tensión acumulada durante el tiempo de juego, estalló en lágrimas hasta fundirse en un interminable abrazo con el presidente del club, Jokin Aperribay, quien no tuvo más que palabras de agradecimiento para con las féminas del club.

"El talento te hace destacar.  El corazón... trascender", decía una de las dedicatorias entre las pizarras que mostraron las jugadoras a los medios tras hacer celebrado por todo lo alto entre los pasillos y vestuarios de Anoeta la merecida victoria.

Y como otra de las inscripciones decía... "¡Goazen neskak! ¡A Granada!"

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