La diferencia entre el Real Madrid y el Rayo Vallecano es bien conocida por todos. Los blancos son el segundo equipo más caro de la Liga con un coste aproximado de 965.300 millones. Por otro lado, los de Vallecas, en el puesto 17 de este ránking, tiene unos gastos aproximados de 71.300 millones de euros.

Pero en la noche del domingo, como hace 22 años, un 16 de febrero de 1997, el Rayo también le ganó por la mínima al Real Madrid. Una Liga que al final ganarían los blancos a pesar de pasar muchas vicisitudes para llegar al final del camino. Un equipo que firmó un pacto de unión para ganar la competición doméstica después de que jugadores, técnico y directiva, vivieran momentos de total ruptura en sus relaciones. Momentos difíciles que los de Vallecas acertadamente capitalizaron en la jornada veinticinco de la campaña 96/97.

El Madrid conoció la derrota ante el Rayo tras 24 jornadas invicto. En la víspera, el entrenador no avisó de lo peligroso del partido. Capello no pensó que el Rayo le ganaría así a los blancos. Mijatovic reclamó dos penaltis. El montenegrino se indignó y al término del partido cargó contra Gil, el árbitro de ese encuentro, y todos los que le han creado la fama de piscinero. El descanso del duelo también fue intenso. En el vestuario se escuchaban los gritos del técnico a sus jugadores y las discusiones entre ellos. IlIgner terminó rematando saques de esquina. Se empezaba a hablar de crisis en el equipo merengue.

El gol que le dio el histórico triunfo al Rayo Vallecano, lo hizo el centrocampista argentino Ezequiel Castillo.

22 años después, se repitió la hazaña, curiosamente por el mismo marcador 1–0 con un Rayo Vallecano que en ambas ocasiones aprovechó la oportunidad y jugó de forma ordenada y tácticamente perfecta.