El equipo franjirrojo encadenaba hasta la fecha seis partidos consecutivos sin conocer la derrota, considerando tanto la competición liguera como la Copa del Rey, siendo cuatro de ellos en Liga en concreto. Unos hechos que complementaban esta senda positiva eran la solidez defensiva mostrada y la buena imagen transmitida en muchos momentos. Los vallecanos apenas habían encajado un gol en todos estos choques, algo en cierto modo sorprendente, pues en tiempos anteriores prácticamente acostumbraban a recibir un tanto cada vez que jugaban. De forma similar, las sensaciones mostradas también eran buenas, pues en muchos momentos el juego realizado era vistoso, trepidante, llegando a encerrar a sus rivales y, cuando esto no era así, los rayistas sabían emplearse con oficio y sacrificio para conseguir mantener el resultado y acabar obteniendo un botín positivo.

Por otra parte, las circunstancias que rodeaban al equipo poco a poco cada vez eran más positivas. Así, el número de bajas para este encuentro no excedía de los habituales durante mucho tiempo por desgracia, todos ellos inmersos en lesiones de larga duración. Este era el caso del capitán y cancerbero Alberto García, el central Velázquez y el veloz extremo Bebé, a los cuales se les había sumado en los últimos tiempos Santi Comesaña, operado recientemente. También era baja para esta jornada el delantero Ulloa que, después de un tiempo parado, se encontraba en la recta final de todo el proceso, por lo que su reaparición resultaba inminente. Para el partido que ocupaba a los rayistas iban a carecer de sancionados, algo que también favorecía. De la lista de bajas había salido recientemente Álvaro García y como ayuda, en suma, los vallecanos iban a tener algo que venían anhelando durante mucho tiempo, sobre todo tras la grave lesión de Bebé. Se trataba de una nueva incorporación, Jorge de Frutos, recientemente fichado y que había vivido unas últimas horas trepidantes, estando su disponibilidad para el duelo en el aire a expensas de la tramitación de su ficha en los plazos oportunos.

En parte, todo eran noticias positivas que no hacían más que ayudar para tratar de extender más jornadas la buena dinámica tanto de juego como de resultados que atravesaban los madrileños. En cambio, estos hechos habían propiciado en las últimas horas el surgimiento de una noticia para nada del agrado de los rayistas. Se trataba del fuerte interés mostrado por el Espanyol, conjunto de la Primera División española, en el imprescindible e indiscutible Embarba. Tal era la situación que el propio conjunto barcelonés se estaba planteando el pago de la clausula de rescisión del jugador. Esto podría suponer, sin ninguna duda, un gran mazazo para el Rayo Vallecano al tratarse de un titular indiscutible, capitán del equipo y con un peso decisivo en una gran parte de los goles del equipo, ya sea anotándolos o repartiendo asistencias.

A pesar de todo y por encima de todos, siempre se iba a encontrar el club y este choque frente a la Ponferradina resultaba de cierta dificultad por las características del rival, si bien, lo mostrado en ocasiones anteriores hacía pensar que la victoria podía lograrse en este encuentro también.

Enfrente, sobre el terreno de juego, los vallecanos se iban a encontrar con el conjunto leonés, un cuadro que en los últimos encuentros no había cosechado resultados del todo positivos, y que tenían en su estadio la base de buena parte de sus puntos logrados hasta el momento. Además, estaba entrenado por Jon Pérez "Bolo", un histórico jugador del Rayo Vallecano y del que todos en el barrio de Vallecas guardaban un buen recuerdo.

Los jugadores rayistas saltaron al terreno de juego para comenzar el duelo con la intención de poner en práctica los fundamentos que tan buen resultado les habían dado en los últimos tiempos. Sin embargo, la Ponferradina no lo iba a poner fácil, de modo que el partido transcurría con alternancias en el juego, llegando incluso los locales a hacerse poco a poco con algo más del control del choque. Así, comenzaban a encerrar en cierta medida a los jugadores del Rayo en su parcela del campo y llevaban a cabo acercamientos al área visitante.

A pesar de todo, los minutos transcurrían sin mucha claridad en el juego y las ocasiones de gol escaseaban, teniendo los leoneses algo más de incidencia en ataque.

El primer tiempo encaraba ya su tramo final, y a partir de esos momento los acontecimientos se sucedieron, ocurriendo la mayoría de ellos del lado del equipo leonés. Estos disponían de muy buenas oportunidades para adelantarse en el marcador, estrellando en varias ocasiones sus disparos en los palos de la portería del guardameta franjirrojo Dimitrievski. La mejor de las oportunidades fue sin duda cuando un lanzamiento de los locales topaba en primer lugar con uno de los palos y en el rechace lo hacía con el otro. Posteriormente, en la última jugada de la primera parte, el cancerbero vallecano realizaba una intervención providencial para evitar el tanto de la Ponferradina.

De este modo se llegaba al descanso con el resultado de 0-0, algo en cierto modo positivo para el Rayo Vallecano teniendo en cuenta que su rival había dispuesto de las oportunidades más claras de los primeros 45 minutos, estrellándose en varias ocasiones con los palos.

El segundo periodo se iniciaba de forma trepidante. Cuando no se llevaba disputado ni un minuto de juego, el equipo que actuaba en casa lograba ponerse por delante en el marcador al aprovechar un jugada un tanto trabada en la que la defensa rayista no se mostró acertada. Un duro golpe para los madrileños, que no esperaban reanudar el partido con este rápido sobresalto.

En cambio, la reacción del conjunto vallecano se producía de inmediato y sin que pasaran ni cinco minutos, lograban anotar un tanto que suponía el empate. La alegría de los visitantes iba a durar poco tiempo pues, tras revisarlo en el VAR, el árbitro anulaba el gol por falta previa en la jugada que acabó con el esférico dentro de la portería local.

Las noticias no eran las mejores y el juego llevado a cabo por el Rayo Vallecano no era mucho mejor, caracterizado por la poca fluidez, la monotonía y las imprecisiones que impedían cualquier ocasión para crear peligro.

El partido para los franjirrojos no tenía muy buena pinta, y la impresión que daba es que iba a resultar difícil obtener algo positivo, debido principalmente a los escasos acercamientos al área de la Ponferradina, siendo estos muy puntuales e intermitentes.

Solo alguna jugada aislada, algún lanzamiento de córner o alguna falta, podía remediar esta situación no muy próspera. Y aquí es donde se encuentra uno de los aspectos donde el Rayo sabe sacar buen provecho de sus cualidades, pues gracias a la estatura de algunos de sus jugadores se han conseguido varios goles en este tipo de jugadas.

Superado el minuto 70 de partido, los rayistas disponían de un lanzamiento de esquina y el central Saveljich, valiéndose de su altura y favorecido por la errónea salida del portero del equipo rival, conseguía anotar el tanto que igualaba el marcador para alegría de todos viendo las dificultades que estaban teniendo para acercarse al gol.

Desde ese momento el encuentro cambió en cierto modo, y pasó a estar más agitado y con más acercamientos a ambas áreas.

El debutante recién fichado de Frutos, que había entrado al terreno de juego minutos antes de que se produjera el empate, mostraba buenas sensaciones a través de aproximaciones peligrosas al área del equipo leonés en las que su portero se empleaba de forma certera para acabar con ellas.

Finalmente, y a pesar de todo el encuentro, se llegaba a la conclusión con el marcador de 1-1 y reparto de puntos para ambos equipos.

Las buenas sensaciones continuaban para el Rayo Vallecano que lograba conseguir un punto en su visita a la Ponferradina en un partido que no había resultado sencillo para los madrileños, atascados y sin generar mucho peligro, pero que haciendo uso de uno de sus múltiples recursos, como es la altura de sus jugadores, conseguía rescatar un empate.

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