Que La Liga y el país en general están paralizados y esto está causando inquietudes es un hecho. Si a esto le unimos los posibles escenarios de la competición, que no se sabe si va a acabar más tarde o directamente no se retoma, ni se sabe cómo va a evolucionar la pandemia, genera un caos terrible en los despachos.

Sea como sea, el 30 de junio es una fecha marcada a fuego en casa Celta. El fin de los contratos y préstamos de jugadores. Un periodo que puede ser el salvoconducto o la guillotina de Felipe Miñambres. Es cierto que se complica sobremanera debido a que no se sabe si el futuro se perfila de primera o segunda división, pero hay una serie de decisiones que se tienen que tomar igualmente. Estos días analizaremos la situación de aquellos jugadores que por una razón u otra acaban su vinculación con la entidad viguesa.

Los que finalizan contrato, a examen

En este caso deberían optar por realizar una renovación, algo que parece complicado si no se ha conseguido ya y viendo como suele negociar la directiva o ampliar el periodo contractual hasta la finalización de la temporada.

Por un lado, está uno de los capitanes, Sergio Álvarez, que ha visto como la portería tiene a Rubén Blanco como nuevo dueño. Es una apuesta por la juventud y “o gato de Catoria” lo ha asumido con la responsabilidad, el compañerismo y la profesionalidad que siempre ha demostrado.

El gran problema al que se enfrenta el guardameta es que existen tres porteros en la plantilla y él es el de mayor edad. Rubén e Iván Villar parecen la apuesta clara del Celta, aunque pueden llegar a tener un problema por cortar la trayectoria a este último. Es un jugador de equipo, clave en el vestuario, que nos ha regalado muchos momentos e imágenes de la tensión vivida estos dos últimos años. Sergio nos ha dejado infinidad de paradas de reflejos felinos. Además, cabe recordar que fue elegido mejor portero de la Europa League junto a Sergio Romero del Manchester United. Desde luego parece que la llama celeste de Sergio se está apagando y en caso de ser así, debería tener una despedida de categoría. Para un portero de categoría.

Por el otro lado, está el extremo de 25 años Juan Hernández. Uno de los grandes jugadores que ha dado en los últimos años el Celta B, el extremo murciano tuvo que pasar por un calvario con la lesión que sufrió al poco de tramitarse su cesión al Cádiz. Con ficha del primer equipo y después de muchos meses de recuperación y recaídas, se le permitió ser parte de la primera plantilla al no disponer del fichaje de un extremo en el mercado veraniego. Condenado al ostracismo entre el banquillo y la grada, tuvo su oportunidad en la Copa del Rey. Allí fue todo un espectáculo y no solo marcó goles y dio mucho juego, sino que se abrió el camino para algunos partidos de Liga. Poco a poco, unido a la eliminación copera, perdió protagonismo de nuevo.

Es un jugador incisivo y con talento, pero que está un nivel por debajo de sus compañeros de equipo. Sus opciones pasan por otra renovación con cesión o una rescisión de contrato el 30 de junio, porque parece difícil que tenga una oportunidad la temporada que viene. La dirección deportiva tiene que tomar una decisión trascendental acerca de su futuro, decidir si apostar por él o no y permitirle volar si no entra en los planes. Pero debe volar, porque Juan Hernández puede volar alto. La última vez que se dejó escapar a una perla de la casa, Borja Iglesias, demostró que tenía nivel de sobra.