La temporada no ha hecho nada más que empezar y la figura del entrenador ya peligra en Valencia. Javi Gracia está decepcionando con la entidad y se siente ninguneado, aún conociendo en que proyecto se estaba adentrando. El técnico navarro está a punto de convertirse en otra víctima de Meriton, pero el presidente sigue diciendo que lo respalda y que confía en él. Se coge a un mentiroso antes que a un cojo y Murthy cojea con las mentiras.

Hace dos días se acabó un periodo de fichajes atípico en el que el equipo de la capital del Turia regaló a su columna vertebral y trajo a nadie excusándose en el Fair Play Financiero y la pandemia; sin embargo, el club continuó con su modus operandis hasta el último segundo. El séquito de Peter Lim volvió a engañar a todo el mundo mientras reían tomando cerveza, mientras que el aficionado ché estaba en su casa preocupado por la gestión del club de su vida y el rumbo circense y dramático que estaba tomando.

Y no nos engañemos, cuando Meriton salvó el club de la desaparición (casi) todo el mundo se esperaba un proyecto ganador y competitivo, pero con ellos como propietarios lo que ha desaparecido es el alma. ¿Qué club del mundo puede seguir teniendo como presidente a una persona que ha mandado a callar a su afición?

Gracia era la única esperanza del aficionado blanquinegre y ahora por los engaños y mentiras que ha tenido que soportar se está planteando abandonar un barco en el que la tripulación lo apoya. El único valedor del valencianismo está a punto de irse porque no sabe que se quiere hacer con el club y no puede hablar con el dueño porque siempre está durmiendo.

Si mañana se termina consumando la destitución del míster, no hay nada que se le pueda reprochar, morirá con las botas puestas y se unirá a la larga lista de víctimas de Meriton Holdings; en cambio, si cambia de opinión y decide quedarse, espero que la afición valore su valentía y le agradezca hasta el último día que se siente en Mestalla su actitud y compromiso.

El sistema dictatorial que ha implantado Meriton en la ciudad de Valencia es difícil de romper, pero es el momento para demostrarle al mundo la verdad cueste lo que cueste.

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