Si a todo el envoltorio clásico del gol contra los ex se suma que terminó resultando estéril para los intereses propios, la obra pasará a mejor vida de inmediato. Sin embargo, para Fernández, pudo significar una declaración de intenciones. Quizás, en la semántica más profunda de su zurdazo, se esconda un aviso a navegantes. La Real le ha fichado hasta 2027. Sólo queda pensar en que lo mejor con el sevillano está por llegar.

Mientras la Real se imagina por dónde puede discurrir la carrera de Carlos, el delantero se zafa con carácter de unas primeras andanzas muy discretas. Obstaculizadas por problemas físicos que en estas ocasiones echan una mano al cuello del afectado. Y sabido es que la paciencia en el fútbol se reparte en dosis de racanería.

  • Cazador de área

El tercer partido como titular y además consecutivo fue para Carlos Fernández como media-punta. Imanol Alguacil alistó al de Castilleja de Guzmán como intermediario de la medular y el delantero, Isak. Pronto, en el minuto 4, en la inauguración y conclusión ex aequo del peligro que creó la Real, se vio a la legua que un punta de raza es el que domina el área.

Si llega a ser un centrocampista por ejemplo el receptor del centro de Elustondo, difícilmente habría firmado una maniobra de alto standing. De puro delanteroCarlos Fernández se orientó con un control decisivo y chutó con el exterior del empeine a la milésima de segundo. Un golazo con el nueve a la espalda. Qué casualidad.

Felicitado por el resto mientras profesaba sus respetos al Sevilla, Fernández aparcó la melancolía. Con chispa para cooperar en las jugadas hilvanadas, tacto para controlar el balón y con ardiente genio para batirse en duelo con quien hiciera falta. Vio una amarilla por protestar, de hecho.

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