Un barco que va a la deriva y se queda encallado en la orilla, así se puede resumir la temporada del Real Valladolid. Ante el Cádiz se vieron las dos caras opuestas del Pucela, esas que llevaron al 1-1 final y a que los aficionados del conjunto blanquivioleta piensen en la frase de Camilo Sesto: “Siempre se repite la misma historia”.

La primera parte podía llevar a la esperanza. El equipo se adelantó pronto con un gol de Plano y falló en exceso, ya lo dice el refrán: “el que perdona, pierde o empata”. Pues eso se cumplió a la perfección. Tras los brotes verdes y mucho perdonar, el Valladolid salió dormido, sin ideas, sin actitud, y acusó el cansancio físico. Eso generó que Cala mandara la bola al fondo de la red para asestar un golpe mortal al Valladolid, del que no se pudo reponer, ya que como suele ser habitual un gol en contra mata a los jugadores pucelanos.

Durante los primeros 45 minutos el Pucela fue claramente superior a su rival y gozó de numerosas ocasiones para irse con una renta cómoda al descanso. Plano avisó en el minuto seis y Ledesma reaccionó bien para evitar el tanto local. El arquero argentino mantuvo con vida a los suyos rechazando balones cual muralla cuando lanzas un balón. En el minuto 12 tras una gran jugada colectiva entre Weissman, Plano y Orellana volvió a intervenir para atajar el disparo del israelí con la cara.  

Tanta insistencia tuvo premio pronto, en el minuto 15. De nuevo una combinación de un lado a otro acabó en los pies de Weissman, que esta vez dibujó un pase perfecto para que Plano regateara a Jeremías Ledesma e hiciera el primero. El tanto no aminoró la velocidad del Real Valladolid, que siguió buscando con ahínco el segundo. Sin embargo, Joaquín mandó arriba un remate sin oposición y Marcos André, tras un error del portero argentino, disparó a puerta para que Ledesma enmendara ese fallo y sacara otra más. Se llegó al descanso con 1-0, aunque pudieron ser tres, y es a falta de eficacia le salió muy cara al Real Valladolid.  

El paso por vestuarios no sentó nada bien a los de Sergio González. El Cádiz dio un paso adelante y los pucelanos varios hacia la inoperancia. Al Real Valladolid le costaba crear y los gaditanos crecían por momentos, aunque sin incomodar demasiado la meta de Roberto. Las insistentes llegadas acabaron en varios córneres seguidos, uno de ellos aprovechado a la perfección por los amarillos. En el 64, una jugada embarullada propició que la pelota quedara y Cala la domará para llegar antes que nadie y pusiera el 1-1 en el marcador.

Poco más peligro deparó este segundo acto. El carrusel de cambios en unos y otros tampoco sirvió para dinamitar el encuentro, aunque por dos ocasiones pudo el Pucela recuperar su ventaja en el luminoso. Una, en el 73, en una conducción vertiginosa de Plano que finalizó con un disparo desviado desde la frontal con su pierna derecha. La otra, al borde del descuento, con un gran balón de Waldo para Guardiola, cuyo tiro tapó Fali.

Las tablas fueron el resultado de un partido en el que el Valladolid tuvo muchas más y mejores ocasiones para ganarlo, pero al que le salió caro tirar la segunda parte. Una actitud inconcebible, y totalmente fuera de sí cuando te juegas la salvación y quedan seis jornadas. Este empate coloca al Pucela en descenso, con 29 puntos.  No obstante, el miércoles los blanquivioleta tienen una reválida en el duelo aplazado que arrastra el equipo, ante el Athletic Club en San Mamés este 28 de abril a partir de las 19 horas, una nueva final para huir del descenso.