España estará en Canadá 2015. Ha sido la gran noticia del año en el panorama futbolístico femenino nacional. El combinado absoluto participará por primera vez en la historia en un Mundial absoluto. Anteriormente ya se había logrado en tres ocasiones, incluyendo un subcampeonato y un tercer puesto, pero en categorías inferiores. Nunca al máximo nivel, donde las diferencias entre países que apuestan por este deporte y los que no son prácticamente insalvables.

Pero las talentosas internacionales demostraron que, pese a las innumerables trabas sociales a las que se enfrentan día a día, a técnica y nivel exclusivamente futbolístico son muy complicadas de superar. Muchas de ellas son jugadoras importantes en ligas extranjeras, casos de Vero Boquete, Natalia Pablos, Adriana Martín, Vicky Losada o Sonia Bermúdez, y otras han conseguido grandes heroicidades con equipos nacionales dentro y fuera de nuestras fronteras. Todas ellas son consideradas como verdaderas futbolistas… pero no en casa, no en un país en el que apenas existe futuro para ellas.

Por esa razón, por el mero hecho de no ser profesionales al nivel de otras grandes potencias mundiales en fútbol femenino, el valor de su brillante clasificación es todavía mayor. España no perdió ningún encuentro. Es más, solo se dejó puntos en el partido clave en Vicenza ante Italia, la gran rival del grupo. Las transalpinas habían perdido en su visita a Madrid (2-0), convirtiéndose esta en la primera victoria en la historia ante el combinado azurro, por lo que aquel partido era fundamental para ellas. Pero la Selección aguantó, incluso errando un penalti, para finalizar los noventa minutos con un empate que supo a gloria (0-0). A partir de ahí, el sueño se acercó más que nunca.

Ni la República Checa ni Rumanía, rivales que hace unos años estarían al nivel de España, pudieron con las internacionales en ninguno de los dos partidos. Tampoco Estonia y Macedonia, que salieron goleadas en ambos envites. Natalia Pablos se convirtió en la máxima goleadora (12 goles) de un combinado que sumó 41 goles tan solo recibió dos, aconteciendo ambos además en un encuentro ante la República Checa que ya se tenía encarrilado con tres goles (3-2).

Y en Rumanía, ya en el mes de septiembre, se produjo la heroica final, con dos tantos de la propia Natalia Pablos que certificaban, de manera matemática y a falta de una jornada para la conclusión de la fase clasificatoria, la presencia de España en el Mundial. Ya no había vuelta atrás. Lo habían conseguido, habían hecho historia.

Sin duda, un grupo de jugadoras de enorme talento que ya ha despegado, buscando un techo que, por ahora, parece estar muy alto. En Canadá toca disfrutar y seguir progresando y rompiendo barreras. Por el bien del fútbol nacional.