Las despedidas siempre son tristes. Se pueden disimular más o menos e incluso aguantar las lágrimas para cambiarlas por una sonrisa. También se puede desaparecer y marchar rápido para evitarlas, pero no dejan de ser despedidas incluso si no se está presente. Ni dejan de ser tristes.

La despedida de la UE Llagostera de la Liga Adelante, no pudo ser más sonada. Con media docena de goles que provocaron media docena de despedidas, todas ellas tristes, a pesar de las muchas caras de satisfacción por parte de los locales.

El primer adiós, a los 12 minutos. El primer gol de Querol. El adiós de la UE Llagostera del fútbol profesional. El de los abrazos, las lágrimas que mezclaban el sentimiento del buen trabajo realizado por el presupuesto más bajo de todo el fútbol profesional con la sensación de que la mala suerte fuera de casa, arrebató lo que en el campo y desde los despachos y el banquillo, se debió haber conseguido. Han sido dos años extraordinarios que han alterado la vida de un pequeño pueblo a las puertas de la Costa Brava.

El segundo adiós, a los 29 minutos, también lo firmó Querol con un golazo espectacular de vaselina. Éste significó el abrazo de los empleados del club. Un gol de miradas al aire, de medias sonrisas, de reinventar todo el trabajo hecho hasta ahora. De inquietud por el futuro y de orgullo por pertenecer a algo tan pequeño y tan grande a la vez. De cientos de anécdotas y experiencias que quedarán grabadas para siempre en sus vidas. Una despedida llena de agradecimiento.

El último segundo tiempo en la Liga Adelante

El tercer adiós, fue nada más comenzar el segundo tiempo, el último en la división plateada. Jesús Imaz, homenajeó a la afición. El adiós de la gente, poca pero fiel. La despedida de los aficionados de éste maravilloso sueño de codearse con grandes aficiones de Primera División: Sporting, Betis, Zaragoza, Osasuna, Mallorca, Alavés... Por Palamós han pasado los equipos grandes, los de la tele, los de los cromos. Los viajes por media España de muchos aficionados que han tenido la oportunidad de hacer amigos y viajar a rincones maravillosos como Tenerife, Ponferrada, Álava, Sevilla o Bilbao. Casi nada.

David Querol también puso el cuarto adiós en el marcador. El de los periodistas que domingo a domingo han seguido al Llagostera en ésta aventura de Davides y Goliats. El adiós de los lazos que unen a las personas en los buenos y malos momentos. El chico de la radio que tiene que hacer milagros para que nada falle. Los de prensa escrita y digital, los fotógrafos que paran el tiempo en el momento justo. Los abrazos de compañerismo. Las admiraciones mutuas. Las ayudas. El equipo de comunicación del club. Las ruedas de prensa. Un sueño también para muchos periodistas jóvenes que han tenido la gran oportunidad de realizar una extraordinaria labor en un equipo profesional.

Pero el invitado de la fiesta de despedida era nada menos que el Real Zaragoza y en los minutos 69 y 73, Jaime y Ángel quisieron reivindicar el escudo maño y hacer soñar a su afición con una remontada heróica para poder jugar la promoción de ascenso. Pero los locales estaban a sus abrazos y despedidas y siguieron a los suyo. Es más, acabaron por despedir a los invitados, casi de mala manera.

Fue Querol, otra vez, el que puso el quinto adiós. El del Real Zaragoza a la posibilidad de jugar en Primera. El adiós a otro sueño truncado. Aquí sí puso las lágrimas de desesperación entre la afición visitante. Incluso despertó su ira. Los maños no afrontaron el partido como una final. No estuvieron a la altura. Parecía incluso un equipo resignado. Se rompieron muchos lazos en Palamós entre afición y Real Zaragoza. Ese sí fue un adiós amargo. El Zaragoza no encajaba una goleada similar desde los tiempos más remotos en los que jugaban en Primera y visitaron el Bernabéu para ser goleados. Los tiempos en los que el Real Madrid fichó a Cristiano y Benzemá. El año 2009.

Finalmente Pitu, puso el adiós del entrenador zaragocista, Carreras. Cuando llegó a la rueda de prensa, era ya un hombre hundido, abatido. Explicó que no se siente capaz de seguir y que lo que había pasado no tenía explicación alguna. Lo dejaba. Una manera muy triste de despedirse. La imagen de los jugadores frente a la afición, aún sobre el césped y durante más de 15 minutos, pasará a la historia del club maño.

Con media docena de goles, el Llagostera dejó a los suyos llenos de orgullo. Vuelven a Segunda B, todavía una categoría mayúscula para un equipo de pueblo. Lucharán para volver. El druida Oriol Alsina fabricará otra vez poción mágica y la aldea gala en un extremo de la península volverá a vivir nuevas batallas contra gigantes imperios. Pero eso ya, es otra historia...